Sunday, April 06, 2014

Las opciones para las conversaciones de Oriente Medio: Llegar a un acuerdo interino, o un retorno al bloque Arabia Saudi/Emiratos Árabes/Egipto - Debka



El líder palestino Mahmoud Abbas, a punto de cumplir 80 años, ha demostrado una y otra vez en las últimas dos décadas que nunca podrá poner su firma sobre el documento de un acuerdo que ponga fin al conflicto con Israel. Si él realmente quiere un Estado palestino independiente, podía haber seguido en cualquier momento el camino hacia la autodeterminación elegido por David Ben Gurion, cuando declaró el Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 en Tel Aviv. Abbas (conocido sobre todo como Abu Mazen) podía haber convocado formalmente una asamblea de la comunidad palestina y de los líderes institucionales en la sede del Parlamento palestino en Ramallah y proclamado su condición de Estado, y podría haber sido un pequeño Israel de haberlo hecho.

Pero ese no es su camino y nunca lo ha sido, porque para él la independencia de Palestina no es más que un eslogan abstracto que nunca debe tomar tierra.

En 1995, Abbas y el político pacifista israelí Yossie Bailin redactaron conjuntamente un documento, que luego llevó sus nombres, donde se ofrecía una fórmula para resolver la disputa palestino-israelí, sólo que Abbas jamás firmó tal documento. Él no se atrevía a llegar finalmente a ese compromiso porque entraba en conflicto con sus principios fundamentales y ponía en riesgo su supervivencia política.

Hoy, también, el surgimiento de un Estado palestino supondría terminar con la carrera de Abbas como líder palestino. Él tiene el control de las seis ciudades de la Ribera Occidental, las cuales están bajo el control de la Autoridad Palestina sin un mandato legal. Las últimas elecciones palestinas en 2006 dieron a su partido Fatah sólo 48 escaños frente a los 76 de su rival Hamas.

Por lo tanto, Israel, los Estados Unidos y Europa respetan como a su legítimo socio palestino para unas negociaciones de paz a una figura que hace tiempo que no es electa y cuya dominio está reforzado por siete batallones de seguridad palestinos, por los Estados Unidos y por Europa, quienes acordaron financiarlo con la suma de 2 mil millones de dólares tras el corte de la ayuda árabe. Otros tres batallones deben ser sumados a esa fuerza.

Así que Abu Mazen mantiene la mascarada de la lucha por la independencia palestina y permanece en el negocio de las negociaciones con dos propósitos: mantenerse en el poder gracias al reconocimiento internacional y que le siguen llegando las donaciones para alimentar a su régimen corrupto y cubrir las nóminas de sus fuerzas de seguridad.

No mucho de ese dinero deja llegar hacia abajo, hacia las familias palestinas ordinarias. Para comprar una pequeña muestra de credibilidad en la calle palestina, Abbas debe demostrar a su gente que él es el único líder capaz de obligar a Israel a liberar a palestinos con largas penas de prisión. Conseguir esto es su precio para no alejarse de la mesa de negociaciones.  Mientras el dinero siga fluyendo y los presos palestinos sigan saliendo de las cárceles israelíes, no se levantarán voces críticas en los círculos que rodean Ramallah contra las prácticas de corrupción que corroen al régimen.

Es por eso que Abbas despotricó contra Israel cuando se canceló la liberación del cuarto lote de 26 prisioneros palestinos, los cuales debían ser puestos en libertad el 30 de marzo, y lo castigó con el envío de 15 requerimientos de asociación para agencias y convenciones de la ONU para así eludir las negociaciones. Israel también se defendió de la acción de Abbas con amenazas de sanciones - algunas dirigidas contra sus intereses comerciales personales -.

El trabajo duro del secretario de Estado John Kerry como aspirante a pacificador no se le ha echado en cara, pero ha sido criticado en casa por sus colegas de la Casa Blanca y del Departamento de Estado. Kerry trató el jueves de hablar con ambos líderes israelíes y palestinos en lo que se describió como un intento desesperado para que las dos partes volvieran a la mesa de negociaciones.

El secretario de EEUU reprendió a ambos dos líderes por igual por participar en tácticas de "ojo por ojo", pero sabía exactamente qué lado había causado la ruptura. Kerry debe ahora darse cuenta de que el historial de Abu Mazen de retirarse de cualquier diálogo fructífero para la paz volvió ese resultado inevitable. De haber buscado acuerdos provisionales, lo que nunca consideró, en lugar de soluciones finales, podría haber comprado un par de años de tregua en el conflicto, aunque esto también debería estar sujeto a la propia dinámica palestina.

En el pasado, Abu Mazen solamente tuvo que lidiar con una única voz disidente eficaz. Provenía de su amargo rival Mohammed Dahlan, quien terminó renunciando a su confortable puesto en la Autoridad Palestina y los consejos de Fatah en Ramallah y partió al exilio. Allí también cayó de pie.

Unos 30 años más joven que Abbas, Dahlan ya ha sido una persona non grata para Israel como el ex hombre fuerte de Gaza y un terrorista innovador.

Él es problemático en al menos tres aspectos:

1. Hace siete años, extrajo del gobierno de EEUU una suma enorme - estimada en 1.000 millones de dólares - por su promesa de liberar a la Franja de Gaza del gobierno de Hamas. Él nunca lo hizo y se negó a devolver el dinero.

Esa es una cuenta que EEUU tiene contra él. Además, ha unido su suerte a la de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y forma parte de su ofensiva contra las políticas del gobierno de Obama en el Oriente Medio.

2. Debido a su crítica desenfrenada de Mahmoud Abbas y sus llamamientos a su destitución, Dahlan está huyendo de sus enemigos que han jurado destruirlo.

3. Dahlan ha logrado ganar la simpatía y el patrocinio de poderosos gobernantes de países del Golfo. Con su ayuda, se estableció hace tres meses en El Cairo con el beneplácito del círculo íntimo de asesores sobre la cuestión palestina del actual hombre fuerte de Egipto, Abdel-Fatteh El-Sisi. Esto explica por qué Abbas tiene que dar en El Cairo un gran rodeo.

Este renegado palestino ganó esta posición a través de la influencia del príncipe de los Emiratos Árabes Unidos Mohammed Bin Zayed Bin Sultan Al Nahyan, que es uno de los más generosos banqueros de El-Sisi y que está a la vanguardia de la campaña de Arabia Saudí/EAU de lucha a vida o muerte contra los Hermanos Musulmanes.

De lo que se habla en Ramallah esta semana no es de la ruptura de las conversaciones con los israelíes, lo que de hecho no sorprendió a nadie allí, sino el interés por saber la forma en que podría aprovecharse para el destino de Palestina la guerra entre Arabia-EAU-Egipto y los Hermanos Musulmanes, y sus discípulos de Hamas, ya completamente alejados del factor americano.

Y aquí el rival de Abbas, Mohammed Dahlan, se perfila como un facilitador.

Esta tendencia parece haber sido recogida por algunos gobernantes y círculos de inteligencia israelíes, a juzgar por un comentario escuchado al ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman. El miércoles 02 de abril, durante una fiesta de la oficina con motivo de las vísperas de Pascua, Lieberman comentó que la pelota estaba ahora en el tejado palestino. "Independientemente de las negociaciones, Israel ha encontrado un horizonte político atractivo en lugares como los petrolíferos Emiratos Árabes y Arabia Saudita", y agregó: "si Abu Mazen está dispuesto a seguir en esa dirección, bien. Si no, no lo necesitamos".

Este comentario sugiere que Israel tiene ciertos pensamientos de vincularse con el bloque emergente configurado por Arabia-EAU-Egipto y llevar la cuestión palestina a bordo. Que sea posible o que no que estos pensamientos se cristalizan en una política dura, sin embargo hacen alusión a un enfoque israelí alternativo a la cuestión palestina.

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