Sunday, May 18, 2014

Con Peres trabajando en su contra y a sus espaldas, Netanyahu busca un aliado sólido que le respalde en la presidencia - Debka



La presidencia de Israel fue diseñada como un cargo respetable y respetado, mayormente ceremonial, más allá de la esencial y básica politiquería, que dejaba la elaboración de políticas a la rama ejecutiva del gobierno y a su cabeza.

Y esa es la forma en que funcionó hasta que Shimon Peres entró en la residencia presidencial en Jerusalén. A medida que su mandato de siete años llega a su fin, se está descubriendo que el veterano político israelí de 91 años de edad ha estado llevando a cabo una política independiente en las frecuentes reuniones que ha tenido con líderes extranjeros en el país y en sus viajes. Esa política ha estado en conflicto con los aspectos críticos establecidos por el primer ministro Binyamin Netanyahu.

Viernes, 16 de mayo, Peres se reunió con el secretario de Defensa de los EEUU, Chuck Hagel, de visita en Israel. Peres informó a su visitante, la encarnación de la fuerza militar de EEUU, que Estados Unidos no estaba hecho para ser el policía del mundo, sino más bien el instigador de la paz mundial.

Peres no mencionó a Irán, pero su propósito era contradecir deliberadamente el mensaje escuchado por el secretario Hagel de boca de Netanyahu, que fue que los EEUU deben actuar para detener a los ayatolás en la polémica nuclear y en su engaño al mundo.

En este desacuerdo con Peres, Netanyahu estaba en desventaja porque sus palabras cayeron en oídos sordos. No es ningún secreto que el presidente Barack Obama nunca atacará el programa nuclear de Irán, una posición que Peres apoyó a capa y espada, dejando a Netanyahu tirado con palabras vacías y con poca credibilidad, después de años de predicar que ante la falta de opciones, Israel podría optar por la opción militar para adelantarse a un Irán nuclear.

Continuando con la farsa, el secretario Hagel "ofreció esa promesa" después de hablar con el presidente de Israel: "Quiero prometerles el compromiso de Estados Unidos para asegurar que Irán no consigue un arma nuclear, y que Estados Unidos va a hacer todo los posible para estar a la altura de ese compromiso". Mientras hablaba, la última ronda de conversaciones nucleares entre las seis potencias e Irán promocionaba el optimismo con el anuncio de un proyecto de acuerdo integral, que se derrumbó poco después en Viena tras rechazar Irán punto tras otro.

Teherán no ve la necesidad de ceder una sola centrífugadora por el bien de un acuerdo, cuando era obvio que ni los EEUU ni Israel estaban a punto de lanzar una ofensiva militar para interferir con su progreso hacia una bomba nuclear. Los presidentes de Estados Unidos y de Israel (Simon Peres) estaban, por otra parte, de acuerdo en que la misión de Estados Unidos era conseguir la paz y no desencadenar una guerra.

Sobre el proceso de paz con los palestinos, el presidente Peres fue más directo tomando el asunto en sus propias manos. Sin dudarlo un segundo, reveló el día de la Independencia de Israel, el 06 de mayo, que en el 2011 él estaba dispuesto a cruzar la frontera con Jordania y reunirse con el líder palestino Mahmoud Abbas para firmar un acuerdo de paz, justo cuando llegó una llamada telefónica de Netanyahu diciéndole que no vaya a Ammán y regrese de inmediato a Jerusalén.

"Netanyahu me detuvo", dijo Peres, y afirmó que el primer ministro había respaldado su iniciativa antes de cortarla en seco. "Tal vez pensó que un mejor trato era posible", dijo con sarcasmo, dando a entender ampliamente que si él fuera el primer ministro encargado de las negociaciones, en lugar de Netanyahu, la paz con los palestinos habría sido posible hace tres años.

El mensaje de Peres a Washington era que si la administración Obama hubiera hecho caso a su consejo y lo hubiera respaldado, podría haberse ahorrado el actual y embarazoso callejón sin salida provocado por el esfuerzo de paz del secretario de Estado John Kerry.

Peres, que es oriundo del pacifista partido Laborista, no sólo ha trabajado contra las políticas de Netanyahu, sino que ha también ha desarrollado durante dos años unas políticas de intrigas contra Netanyahu y su partido, el Likud, para removerlo del poder. Peres ha ido ganando terreno a la vista de la predilección de Netanyahu de quedarse en la barrera y dejar que las cuestiones vitales sigan su curso sin más. El primer ministro estaba presente, por ejemplo, cuando Shimon Peres rompió las reglas que dictaban los límites y privilegios de la autoridad presidencial, sin pararle en seco. Las fuentes políticas israelíes de DEBKA nos han informado que Peres rechazó las ofertas para seguir de presidente un período extra de seis meses, teniendo en cuenta la dificultad de encontrar un candidato idóneo para sucederle, y todo ello porque él planea regresar al centro de la escena política después de liderar a una serie de enemigos políticos de Netanyahu.

Uno de esos enemigos, el ex primer ministro, Ehud Olmert, fue eliminado de la carrera cuando el tribunal de distrito de Tel Aviv lo declaró culpable de corrupción y esta semana lo condenó a cuatro años de cárcel.

Otro enemigo de Netanyahu, el ex jefe de Estado Mayor Gaby Ashkenazi, se encuentra bajo investigación por sospechas de conspirar contra el ministro de Defensa, mientras que todavía vestía el uniforme.

Pero Peres no se da por vencido. Él ha tenido recientemente varias reuniones con Ehud Barak, el ex primer ministro que se retiró el año pasado como ministro de Defensa del gabinete de Netanyahu, y le aseguró que "estaba hecho para la política". Cuando se le preguntó acerca de esto, Barak respondió: "No tengo planes de volver a la política".

Aunque Barak haya aparecido de manera prominente en una serie de eventos públicos en las últimas semanas, está lejos de ser el ideal de Peres como aliado político. Barak sería demasiado independiente, y eso no encaja en los planes de Peres, además de tener todo un expediente de cambio de lealtades en varios partidos políticos antes de entrar en el gabinete de Netanyahu.

Así que el presidente aún está buscando a su alrededor aliados políticos para poder anunciar su regreso político por enésima vez, con la esperanza de ir a la caza de Netanyahu con el candidato adecuado para sucederle en la residencia presidencial. Los principales candidatos, en su mayoría, son hasta ahora inadecuados y el caballo negro sigue siendo invisible.

El primer ministro debe estar seguro de conseguir la persona adecuada, porque una de las pocas prerrogativas del presidente es el derecho a elegir el candidato más adecuado para la rúbrica de un nuevo gobierno después de las elecciones generales. Con Peres a su espalda, Netanyahu necesita a un aliado sólido en la residencia presidencial con el fin de consolidar sus propios puntos de apoyo.

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