Saturday, May 24, 2014

#Traed de vuelta nuestra conciencia (#BringBackOurConscience) - Daniel Gordis



En los anales de las fotografías presidenciales de Obama, pocas imágenes pueden llegar a ser tan icónicas de la representación de una fingida impotencia como la de una primera dama que pone mala cara sosteniendo un cartel que decía #BringBackOurGirls. La imagen es peor que patética, en realidad es exasperante.

Para cualquiera persona, o bien se preocupa de ciertas cosas o bien no lo hace. Si al presidente (que supongo que fue consultado antes de que Michelle adoptara esa pose) no le preocupan demasiado los cientos de niñas que ahora están en manos de los bárbaros yihadistas, entonces sólo debería manifestarlo.
Pero si realmente le preocupan, y quiere llamar la atención sobre su suerte, entonces como el comandante en jefe que todavía es (por el momento, al menos) del ejército más poderoso del mundo, en realidad podría desplegar a algunos de sus soldados o equipos a su disposición. Incluso un avión no tripulado sería infinitamente más útil que un hashtag de Twitter exhibido en un pedazo de cartón. En la medida en que un hashtag no hace nada en absoluto, pues lo hace solamente virtualmente, redactarlo y darlo publicidad  no sirve para nada en absoluto.

No obstante, empiezan a emerger informes de que los EEUU pueden haber despachado cierto hardware y algunas tropas para ayudar en la búsqueda, ojalá. Pero de cualquier manera, la preferencia por lo virtual y por la publicidad para estos desgraciados casos es algo tan equivocado y de tantas formas que es difícil de contar.

Sin embargo, antes de que arda demasiado la hipocresía sobre la inacción estadounidense en el caso de las niñas nigerianas, notemos que el principio de que "cualquiera persona, o bien se preocupa de ciertas cosas o bien no lo hace", también se aplica a nosotros mismos, los israelíes, no menos de lo que se aplica a cualquier otra persona. Y en estos días, nuestro comportamiento también está siendo bastante patético.

Hace dos semanas más o menos, he publicado un folleto en mi página de Facebook para una reunión que se celebrará en frente de la residencia del primer ministro para protestar tanto por las actividades continuadas de "price tag" llevadas a cabo por unos pocos extremistas judíos israelíes, como por la inacción del gobierno como respuesta. "Fin al terror judío", decía el cartel, luego se daba la hora y el lugar de la reunión.

¿Y cuáles fueron las respuestas en Facebook a ese cartel? Sobre todo condenaron la redacción del mensaje del cartel. "¿No crees que llamarlo 'terror' es inexacto, por decirlo buenamente?", me preguntaba una persona de Beit Shemesh. Y desde el Medio Oeste americano otra persona me escribió: "Es ofensivo referirse a esos graffiti como 'terror' cuando la otra parte se dirige hacia los judíos mediante intentos de asesinato. Los 'price tag' son evidentemente una cosa mala, pero no deberían confundirse con asesinatos", todo ello con una gramática tan mala que era una buena metáfora de su posición.

Sin embargo, una tercera persona, opinando desde Judea y Samaria, me respondió mediante la publicación de un enlace a un artículo acerca de cómo habían sido vandalizadas unas lápidas judías en Israel y pintadas esvásticas sobre ellas, como diciéndome, “¿de qué me hablas, exactamente?”.

¿Pero porque algunos se comporten como cerdos, debemos nosotros comportarnos también como otros cerdos? ¿Acaso nuestra norma de conducta debe descender a la de nuestros enemigos?

La conversación real que necesitamos tener es sobre qué tipo de contestación y educación debemos proporcionar ante ataques como los "price tag", y por qué la mayoría de los israelíes y los partidarios de Israel parecen preferir ignorar el hecho de que el tema se está poniendo peor. Consideren esto: en abril hubo 16 incidentes contra los árabes reportados en Cisjordania e Israel, en comparación con los 17 de enero a marzo y las 48 en todo el año pasado. ¿Son definiciones o términos como "terror" lo que realmente nos deben molestar?

¿Vamos a esperar hasta que estos extremistas matan a un soldado israelí? Cuando una mujer israelí publica descaradamente con su nombre y su imagen en su blog: "Estoy a favor de tirar piedras [los judíos, es decir, alguien que no es árabe], en ciertas situaciones, incluso si esa piedra dará lugar a la muerte de un soldado! Y voy a apoyar cualquier persona que tire piedras, incluso en casos en que considere que no son necesarias",¿hasta donde hemos descendido?, ¿es este el Israel del que estamos orgullosos?

Algunas personas muy importantes en Israel consideran estos hechos como terror. El ministro de Seguridad Pública, Yitzhak Aharonovitch y la ministra de Justicia, Tzipi Livni, han dicho que el gabinete debe clasificar a los grupos que están detrás de los ataques de "price tag" como organizaciones terroristas. Carmi Gillon, ex jefe del Shin Bet (Agencia de Seguridad de Israel), insistió en que "lo que necesitamos para hacer frente a estos extremistas es tratarlos como hicimos con los terroristas de Kach, cayendo sobre ellos con fuerza, llevándolos a la cárcel por muchos años y creando disuasión".

¿Preferirían quizás que alguien más a la derecha dijera lo mismo? ¿Qué tal el ministro de Defensa Moshe Yaalon? Nosotros "debemos luchar con puño de hierro contra un terror que por error se le denomina 'price tag', un fenómeno muy feo que no tiene conexión con los valores y la moral judía, y cuyo objetivo es dañar a los árabes sólo porque son árabes", dijo Ya'alon durante el Día del Recuerdo.

Así que dejemos la conversación sobre si "¿es esto terror?”. Esa es mera charla que deja de lado lo verdaderamente importante.

Hay dos problemas reales en juego. Uno es que una pequeña, pero probablemente creciente, parte de la población judía de Israel manifiesta un odio venenoso hacia todos los árabes, algo que da lugar a que el respeto por el imperio de la ley sea susceptible de quedar completamente fuera de control. Y el otro es que a nadie parece importarle. De hecho, muchos partidarios ostensibles de Israel parecen pensar que la mejor manera de defender el buen nombre de Israel es argumentar sobre como deberíamos denominar a ese problema.

Pero eso es algo totalmente equivocado. La mejor manera de defender el buen nombre de Israel es insistir en que Israel haga lo que sea necesario para erradicar este cáncer antes de que sea demasiado tarde. Y es que hacer algo, ejercer nuestra responsabilidad, después de todo, era el objetivo del sionismo. Si el propósito de la creación de un Estado judío fue solamente normalizar la vida de los judíos de todas las partes del mundo, entonces el sionismo puede que haya fracasado. Pregúntenles a los judíos de Francia. Si el propósito del sionismo era, como decían algunos, terminar con el antisemitismo haciendo de los judíos un pueblo como cualquier otro, entonces el sionismo puede haber fracasado. Pregunten a los judíos de Ucrania. Si el propósito del sionismo era dar a los judíos un lugar en el que finalmente estarían a salvo, entonces el sionismo puede haber fracasado. Pregunten a los judíos de Sderot.

Sin embargo, el sionismo ha tenido éxito en muchos otros aspectos, y uno de ellos, y no de los menos importantes, fue poner fin a la era en la que los judíos sólo podían imaginar qué tipo de sociedad podrían crear si pudieran. El sionismo nos dio la oportunidad de ser reales y dejar de imaginar. Las escuelas son las nuestras. Los medios de comunicación son los nuestros. La policía es la nuestra. Las autoridades fiscales son las nuestras. Los tribunales son los nuestros. El liderazgo es el nuestro. Así que ahora también la responsabilidad es nuestra.

¿Vamos a darnos por satisfechos señalando que el comportamiento palestino es peor que el nuestro? ¿Esa es la prueba de una sociedad judía decente? ¿Vamos a escondernos detrás de las definiciones, o vamos a mirarnos a los ojos y preguntarnos: "¿Qué ha salido mal, y que vamos a hacer para solucionarlo antes de que empeore?"

Todo esto no difiere de la imagen de la primera dama con su cartel patético. Las personas con poder tienen responsabilidad, y o bien asumen esa responsabilidad, o bien son parte del problema.

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