Sunday, June 08, 2014

Legislación nacional y "judeidad" de Israel - Shraga Bar-On - Shalom Hartman Institute



El primer ministro Binyamin Netanyahu declaró recientemente que tiene la intención de hacer avanzar rápidamente la promulgación de la proposición de ley básica que define a Israel como el Estado-nación del pueblo judío, una declaración que desató un acalorado debate en el gabinete, en la Knesset y entre el público en general.

Debemos dar la bienvenida a esta iniciativa. Las leyes básicas son de una crucial importancia declarativa.

Esta ley fortalecerá la razón de ser de la creación y la existencia de Israel.

Dicha ley pondría fin - al menos por ahora - a los intentos post-nacionales y post-sionistas de redefinir a Israel como un "Estado de todos sus ciudadanos" (en realidad, un "Estado de todas las nacionalidades"), queriendo así obstaculizar su carácter cultural único.

La ley permitiría un desarrollo más vigoroso de los elementos culturales judíos únicos del país, siempre y cuando no se opongan a sus valores democráticos. También suministrará al gobierno una base legal para los actos que garanticen la soberanía de Israel como un Estado judío dentro unas fronteras reconocidas. La ley permitiría la formación de un espacio público compartido basado en la cultura pública judía, contrarrestando así la tendencia que se ha desarrollado después de ciertas decisiones del Tribunal Supremo donde el espacio público debía reflejar un equilibrio entre las creencias individuales, gustos, deseos y derechos.

El primer ministro ha elegido el momento para esta iniciativa, que se planteó como una exigencia del partido Bait Yehudi para unirse a la coalición el año pasado, y desde luego no es un momento absolutamente casual.

La demanda de un reconocimiento palestino de Israel como un Estado judío fue criticada tanto en Israel como en el extranjero. Por un lado, se decía que los palestinos no estaban preparados para ese reconocimiento, pero por otro lado, se argumentaba que el carácter del Estado era un asunto interno de Israel, algo en lo que desde luego sus opositores tenían razón.

La promulgación de la ley con las negociaciones como trasfondo es responsable de ofrecer legitimidad política al movimiento dentro de Israel y ganar reconocimiento internacional. Esto permitiría al primer ministro llegar a un resultado en las negociaciones - con concesiones desde el punto de vista de Israel -, con el "fin del conflicto" y asegurando el carácter judío de Israel como parte del acuerdo a largo plazo.

Si todo parece tan razonable, ¿por qué la izquierda en Israel plantea tantas objeciones? Estas objeciones pueden ser consideradas como la prueba de las desafortunadas palabras que Netanyahu una vez susurró al oído del rabino Yitzhak Kaduri: "Los izquierdistas se han olvidado de lo que significa ser judío".

La definición de Israel como un Estado judío sería de hecho una derrota para esa minoría de izquierdistas que en Israel desean despojarse de su identidad judía e israelí, y basarlo todo en la igualdad civil. Sin embargo, la mayoría de los opositores a la ley también temen con razón que las implicaciones prácticas de la ley podrían ocasionar un incremento del chovinismo nacional que profundizara la discriminación contra las minorías y permitiría una mayor coerción religiosa contra la mayoría secular. Parece que para neutralizar esta última preocupación la ley ha sido llamada torpemente "Israel, el Estado-nación del pueblo judío", en lugar de "Israel, el Estado judío". El énfasis se pone por lo tanto en los derechos nacionales, en lugar de en el contenido judío. Este énfasis intensifica la preocupación de que esta ley tenga por objeto simplemente proveer bases legales para una discriminación contra los árabes, dañando los derechos civiles de los no judíos.

El problema, por tanto, no sería la ley en sí misma, sino su contenido judío. Las raíces del problema residirían en la dicotomía entre nacionalistas y pacifistas, entre un Estado judío y un Estado democrático, o entre "israelismo y judaísmo". Estas son distinciones erróneas. La mayoría de los israelíes creen que Israel puede ser a la vez un Estado-nación judío y un Estado democrático. Esta es la creencia fundacional de Israel, bien articulada en la Declaración de la Independencia. Sus raíces más profundas se encuentran en el pensamiento sionista. En su ensayo clásico, "El Estado Judío y el problema judío", el pionero sionista Ahad Haam describía la visión de un sionismo espiritual en oposición al sionismo político de Theodor Herzl: "No son sólo los judíos los que han salido del gueto: el judaísmo también ha salido fuera...".

"Por lo tanto, el objetivo es regresar a su centro histórico con el fin de vivir allí una vida de desarrollo natural, poniendo todos sus poderes en juego para todos los apartados de la cultura humana... y por lo tanto contribuir al conjunto de la humanidad, tanto en el futuro como en el pasado, como una gran cultura nacional, fruto de la actividad sin trabas de un pueblo que vive de acuerdo con su propio espíritu... Desde este centro el espíritu del judaísmo saldrá hacia la gran circunferencia, a todas las comunidades de la Diáspora, y las dará nueva vida a ellas preservando su unidad...".

¿Cuál es el significado del "nacionalismo judío", o en otras palabras, que se puede esperar de el Estado de Israel? Según Ahad Haam, el sionismo no sólo trata de la soberanía, sino también de la identidad.

De este modo, la formación de una identidad judía moderna es un reto para todo el pueblo judío.

Promover los intereses nacionales con el fin de garantizar la soberanía judía a largo plazo en el Estado de Israel es importante, pero debe existir una discusión política, jurídica y pública sobre la forma de garantizar los derechos individuales de los ciudadanos árabes.

Muy importante es la necesidad de celebrar un debate sobre los valores judíos del Estado judío. En lugar de oponerse a esta legislación, la gran mayoría de los ciudadanos israelíes y sus representantes políticos deben unirse a la discusión acerca de la formulación de la identidad del Estado-nación. Esta es una oportunidad para buscar los valores comunes del pueblo judío. Los padres fundadores de Israel trataron de articularlo en la Declaración de Independencia, pero hasta la fecha no ha recibido un estatus jurídico vinculante. Ellos pusieron los principios de justicia, igualdad y paz, de acuerdo con la visión de los profetas de Israel, en la escala superior de valores.

Por ejemplo, el reconocimiento de las diversas denominaciones del judaísmo moderno, que abarca a la mayor parte del pueblo judío, debe ser incluida; al igual que la multifacética cultura judía debe ser aceptada como uno de sus componentes esenciales. El monopolio sobre todos los asuntos judíos dados por la ley al sector ortodoxo debe descentralizarse. La cultura hebrea secular debe ser considerado como una parte equivalente de la herencia judía.

Todos estos valores deben expresarse en la nueva legislación nacional, con el fin de garantizar los derechos civiles y la búsqueda de la paz con los vecinos de Israel. Aún sin mencionar el término "democracia", la Declaración de Independencia de Israel asume que cuanto más judío sería, en más democrática se convertiría, y a más democrático, más judío. La mayoría de los ciudadanos de Israel - y la mayor parte del mundo judío - creen en este supuesto. La legislación nacional debería reflejar esta creencia.

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