Thursday, July 31, 2014

La izquierda israelí también debería espabilarse – Dror Eydar – Israel Hayom



El jueves pasado, un artículo escrito por el analista de Amnon Abramovich titulado "Entre Camus y Nir Am" apareció en los desiguales estantes de noticias de Brooklyn, en la primera página del diario que muy poderosamente empujó a las comunidades de Gush Katif hacia la destrucción, y que hoy en día la mayoría de las veces nos regala sus historias.

Así nos hemos enterado como uno de los túneles que Hamas cavó y reforzó con ese cemento humanitario que Israel entregó bajo la presión de los grupos de "derechos humanos" (derechos para los no judíos), casi alcanzó el kibutz de Nir Am, ese que los padres de Abramovich ayudaron a construir y establecer. Sin duda, cuando golpean cerca de tu casa, la sensación de alarma es mucho mayor.

"El kibbutz de Nir Am fue fundada sobre las rocas, sobre las que ningún hombre había puesto el pie, y ni un solo árabe fue desposeído con su establecimiento".

¿Han oído, queridos terroristas (y comentaristas, expertos…), esta tierra no fue robada? Por otra parte, la tierra en cuestión es un terreno difícil, una que ustedes no tuvieron ningún interés en hacer florecer. No se trata de Judea y Samaria, y sus habitantes no son colonos. ¿Acaso no lo entienden?

Eso no les importa. Desde la perspectiva de los árabes de Gaza, Judea y Samaria o del resto de los locos del Oriente Medio, no hay diferencia entre Nir Am y la Plaza Habima en Tel Aviv, entre Ariel y Talmon.

"La tierra de Palestina ha sido un Waqf islámico a través de las generaciones y hasta el Día de la Resurrección no se puede renunciar a cualquier parte de ella, abandonarla o dividirla. No podemos estar privados de ella o de cualquier parte de ella, ni darnos por vencidos por su ausencia o por parte de ella", dice la carta fundacional de Hamas (Cláusula 12). Aun así, siempre “tenemos que llegar a un acuerdo político con ellos".

Bueno, sigamos a ver si lo entienden: "No hay una solución al problema palestino excepto la yihad. Las iniciativas, propuestas y conferencias internacionales no son más que una pérdida de tiempo, un ejercicio de futilidad". (Carta fundacional de Hamas, Cláusula 13).

Los "moderados" de Fatah, por su parte, defienden el Pacto Nacional Palestino (que nunca ha sido revocado), y su cláusula 20 establece que: “Los judíos no son una nación, sino más bien una religión (a diferencia de la nación palestina, que ha existido desde el Big Bang). Las religiones no pueden reclamar para sí mismas un territorio o un país". Esta misma semana, hemos visto cómo el nieto del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, quien fue educado por su padre, ha dicho que su demanda de retornar a Safed era válida y relevante.

Sin embargo, Abramovich debería contar a sus amigos izquierdistas por qué se acaba de situar a sí mismo junto a la derecha israelí (más o menos) durante la guerra actual. Para explicar y argumentar esa razón, reclutó al escritor francés Albert Camus, quien de acuerdo con Abramovich, escribió contra el control francés de Argelia (una vez más, la estúpida comparación de nuestro hogar y nuestra sangre, con Argelia, que no era francesa en absoluto), aunque la oposición argelina escondía bombas en los autobuses en los que viajaba su madre.

"Si esa es la justicia, entonces yo prefiero a mi madre". Venga. Si Camus dijo eso, a continuación
Abramovich también podrá ser un nacionalista israelí, aunque sólo lo sea durante unos momentos.

Pero aquí tenemos al Camus para estudiantes avanzados, y ese es el que ahora habla directamente a la izquierda internacional e israelí. En el libro de Camus, "La Peste", la ciudad de Orán en Argelia es invadida por la peste. La ciudad representa a la civilización mundial,  sitiada en esos momentos durante la Segunda Guerra Mundial por un enemigo que se aprovechó de la ingenuidad occidental, al igual que Hamas y el resto de los fundamentalistas islámicos, que no pueden ver nada más allá de la aniquilación total de los que se interponen en su camino y ponen en riesgo su control sobre toda la región:
"Cuando estalla una guerra, toda la gente dice: 'Es demasiado estúpida; no puede durar mucho'. Pero aunque una guerra bien pueda ser 'demasiado estúpida', eso no determina su duración. La estupidez tiene una rara habilidad para salirse con la suya, algo que ya deberíamos saber si no estuviéramos siempre tan ensimismados". 
"En este sentido, nuestros ciudadanos son como los del todo el mundo, volcados en sí mismos. En otras palabras, todos son humanistas y les disgustan las pestilencias. La peste no es una cosa hecha a la medida del hombre, por lo tanto, nos decimos a nosotros mismos que la peste es un mero espantajo de la mente, un mal sueño que pasará. Pero no siempre sucede eso, y de un mal sueño se pasa a otro peor, uno en el que en primer lugar los hombres mueren, y entre los primeros de ellos los humanistas, porque no han sabido tomar precauciones".
Mis amigos en la izquierda sensata, ¿qué más deberá suceder para que ustedes alteren sus concepciones (maximalistas)?

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