Sunday, September 07, 2014

Todo lo que usted sabe sobre los asentamientos israelíes es erróneo - Elliott Abrams, Uri Sadot - FP



El 31 de agosto, Israel reclamó 1.000 acres de tierra en Cisjordania. La tierra está en Gush Etzion, un área predominantemente poblada por judíos desde antes de 1948 y que los líderes estadounidenses y palestinos reconocieron, en anteriores negociaciones, que seguirían formando parte de Israel en cualquier acuerdo futuro. Con su nuevo estatus formal como "tierras del Estado", la zona queda legalmente libre para emprender nuevas construcciones.

Las condenas que inmediatamente siguieron a esta decisión fueron viscerales. El secretario de Estado estadounidense John Kerry llamó al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu para tratar de convencerlo de revertir la decisión, la cual considere "contraproducente" el Departamento de Estado americano. El ministro de Exteriores británico juzgó la decisión como "particularmente equivocada" a la vez que la deploraba, mientras que la Autoridad Palestina amenazó con que dicha medida "conducirá a una mayor inestabilidad ... inflamando la situación". The New York Times citó a un funcionario de la organización pacifista israelí Peace Now que afirmaba que podría ser el mayor anexión de tierras en décadas.

Según lo que se desprendía de todas estas opiniones, ¿se podía afirmar que Israel estaba aumentando enormemente el ritmo de las actividades de asentamiento y provocando que el establecimiento de un futuro Estado palestino fuera cada vez menos probable?

La breve respuesta, y la respuesta correcta, es un rotundo no. Así mientras Israel era denunciado a lo largo y a lo ancho por la expansión de asentamientos, la Oficina Central de Estadísticas de Israel publicaba uno de sus informes periódicos sobre las actividades de asentamiento. Lo que revelaba dicho informe es que el ritmo actual de construcción de asentamientos de Israel ha llegado a un mínimo histórico. Sólo 507 unidades de vivienda fueron aprobadas para la construcción por parte del gobierno de Netanyahu en los primeros seis meses de 2014, una disminución 71,9% respecto al mismo periodo de 2013, con cerca de un tercio de ellas construyéndose dentro de los grandes bloques de asentamiento que se entiende que Israel mantendrá en cualquier acuerdo sobre el estatuto final. Para una población de más de 300.000 israelíes viviendo en Cisjordania, ese ritmo en la construcción ni siquiera permite el crecimiento natural de la población, y desde luego mucho menos su rápida expansión.

Sólo en 2010 Israel edificó a un ritmo más lento - 738 unidades para todo el año - y fue el año de una moratoria en la construcción de nueve meses impuesto por Netanyahu a petición de los Estados Unidos. Este congelamiento parcial, por cierto, no produjo ningún tipo de concesiones palestinas y ningún avance en el "proceso de paz" en absoluto.

¿Qué está haciendo Netanyahu? El patrón de su gobierno en los últimos años es claro: construir enérgicamente en los principales bloques de asentamientos y en Jerusalén, mientras que restringe el crecimiento más allá de la valla de seguridad en aquellas zonas de Cisjordania que pueden convertirse en parte de un futuro estado palestino. Netanyahu no sale a la palestra y expone esto claramente ante los medios por una razón política muy simple: la presión del lobby de los colonos lo condenarían abiertamente y, de hecho, ya le han amenazado con una venganza por su política de restricción del crecimiento en los asentamientos. Los diplomáticos británicos y estadounidenses, así como la prensa americana y europea, pueden ser engañados una y otra vez por las quejas palestinas y de Peace Now de que Bibi está engullendo el territorio palestino, pero los colonos viven en esos lugares y saben mejor que nadie que la construcción se está desacelerando.

Por otro lado, Netanyahu está tratando de evitar un enfrentamiento directo con los miembros de línea dura de su coalición y con su base política de derecha dura de su propio partido, el Likud. El ir demasiado lejos en la represión del crecimiento de los asentamientos podría conducir a que tanto Avigdor Lieberman como Naftali Bennett - sus dos principales rivales en la derecha, y ministros de Asuntos Exteriores y de Economía, respectivamente - abandonaran el actual gobierno, un escenario que obligaría a Netanyahu a montar una nueva coalición usando una fuerza muy debilitada. Si ese escenario llega, Netanyahu también sería cuestionado por un apoyo debilitado dentro de su propio partido el Likud, lo que podría suponer en algún momento la expulsión del primer ministro de su hogar político, más o menos como lo sucedido al entonces primer ministro Ariel Sharon en 2005. Si bien este presión de la derecha y del lobby de los colonos puede estar detrás de su reciente movimiento de crear nuevas "tierras del Estado" en Gush Etzion, Netanyahu ha mantenido notablemente su política de restringir la construcción de asentamientos más allá de la barrera de seguridad.

Al final del día, la anexión es un movimiento simbólico. Esas tierras van a seguir formando parte de Israel, no importando a que tipo de acuerdo se llegue: están pobladas por unos 20.000 israelíes, junto a la frontera anterior a 1967, y fueron reconocidas en las negociaciones anteriores como parte de las áreas que Israel mantendría y que intercambiaría por territorio de Israel. Más recientemente, el filtrado "mapa de la servilleta" de las negociaciones de 2008 entre el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmoud Abbas, ya marcaba todas estas 1.000 hectáreas como pertenecientes a un eventual control israelí.

Netanyahu, por su parte, está jugando un juego perdedor, ya que los colonos saben lo poco que ha cambiado su acción y cómo continúa desacelerándose la construcción de asentamientos fuera de los grandes bloques. Pero mientras tanto, los líderes extranjeros y los periodistas extranjeros siguen sin conocer los hechos auténticos, por lo que Netanyahu continúa siendo condenado por una supuesta vasta expansión en la construcción de asentamientos que en la realidad no existe.

Es una situación perder-perder para Bibi, cuando los ataques repugnantes de los líderes de los colonos coinciden con los de primeros ministros, los ministros de asuntos exteriores y los medios de comunicación de todo el mundo. El primer ministro israelí merece crédito, en estas circunstancias, para hacerle caso en lo que dice y en lo que parece creer: Israel debe construir allí donde permanecerá, en Jerusalén y en los grandes bloques, y es una tontería desperdiciar recursos en zonas de Cisjordania que algún día formarán parte del estado palestino.

En este punto, el estribillo sin sentido de la construcción de asentamientos parece haber asumido vida propia. Pero cualquier persona que sea seria acerca de abordar el conflicto entre israelíes y palestinos, deberá ignorar los discursos, la propaganda y las condenas rutinarias, y estudiar los números. La gran expansión de los asentamientos israelíes en el futuro Estado palestino simplemente no está sucediendo.

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