Wednesday, September 03, 2014

Una dosis de matiz: Espero que estén teniendo un buen verano - Daniel Gordis - JPost



He perdido la cuenta del número de correos electrónicos que he recibido este verano de parte de comprometidos e implicados judíos que comenzaban así sus mensajes: "Espero que esté teniendo un buen verano" o "Espero que todo le vaya bien". Pero voy a confesarles que estas notas, más las recibidas esta semana, continúan aturdiéndome.

¿Verano? La mayoría de la gente de aquí no ha ido a la playa pues... ¿qué pasaría si sonara la sirena y te coge al descubierto sin lugares donde ocultarse? Muchas menos personas han ido de camping por similar razón. Muchas personas que habían planeado viajes los cancelaron ¿Y si estás en Escocia y tu hijo es llamado a la batalla? ¿Qué haces entonces?

Pero para el caso, ¿cuándo comenzó este particular verano nuestro? Pues desde que Naftali Fraenkel, Gil-Ad Shaer y Eyal Yifrah fueron secuestrados el 12 de junio, pues desde ese momento hemos sido una singular nación consumidora de noticias, ya que primeramente oramos por su regreso y luego quedamos devastados por la noticia de su asesinato, para a continuación quedar horrorizados por la noticia de la siniestra venganza que segó la vida de Muhammad Abu Khdeir, para muy poco después ser sorprendidos por el inicio del fuego de Hamas contra casi todos los rincones de Israel, y tras él la guerra, los túneles, el terrible número de soldados muertos, los funerales abrasadoramente dolorosos, los múltiples alto el fuego, la absoluta ineptitud del secretario de Estado estadounidense John Kerry, el recordatorio por parte de la Administración de la Aviación Federal de Estados Unidos de que estamos rodeados y sitiados, los "retrasos" estadounidenses en el reabastecimiento de armamento, la amenaza de Gran Bretaña de un embargo de armas y la emergencia de una Europa que hoy asusta tanto que impide a muchos israelíes visitarla.

¿Verano? ¿Qué verano? De toda la lista antes mencionada, fue el descubrimiento de los túneles (de los que el ejército y el gobierno ya tenían conocimiento, pero de los que la mayoría de los israelíes no tenían conocimiento) que lo cambió todo.

Estábamos acostumbrados a los cohetes, aunque no en las cantidades de este verano, y nos sentíamos en gran parte protegidos por la virtualmente milagrosa Cúpula de Hierro. Pero las imágenes de unos túneles tan bien construidos que hasta los terroristas de Hamas podía circular por ellos en motocicletas resultó algo muy diferente.

Cuando el ejército israelí mató a los hombres de Hamas que habían llegado a través de los túneles y los encontró equipados con armas, esposas y sedantes inyectables, estaba claro que la intención de esos terroristas era matar a tantos israelíes como pudieran y secuestrar al resto para llevarlos a Gaza. Eso, más que nada, introdujo el horror de una manera tan profunda en los corazones de los israelíes que, en su mayor parte, las disensiones en política interna desaparecieron.

Sí, aún existe una franja dentro de la izquierda que quiere poner fin a la guerra, pero la mayoría de los israelíes saben que eso es absurdo. Y también hay un sector dentro de la derecha que quiere retomar Gaza, pero afortunadamente el primer ministro Binyamin Netanyahu ha dejado claro que no tiene ningún interés en ello. Pero a parte de estas pequeñas franjas y sectores, los israelíes han permanecidos unidos casi como nunca anteriormente. Las pequeñas luchas que a menudo nos consumen son ahora un lujo que no podemos permitirnos.

Lejos de Israel, sin embargo, esas luchas internas dentro de los círculos judíos prosiguen. El New York Times publicó recientemente un artículo de opinión, "El fin del sionismo liberal", que argumentaba que "la tradición original de combinar sionismo y liberalismo - que significaba poner fin a la ocupación de Cisjordania y Gaza, apoyar a un Estado palestino así como a un Estado judío con una mayoría judía permanente, y de pie detrás de Israel cuando fuera amenazado - era una idea sobre todo bien intencionada”. Pero que Netanyahu, con su "decisión... de lanzar una campaña militar contra Hamás en Gaza" había terminado con todo eso en opinión de su autor [N.P.: Irónicamente, Anthony Lerman, el intelectual judío británico que planteaba la cuestión, era ya de por si anteriormente pero que muy poco sionista.  Es decir, el ahora tan preocupado por el “sionismo liberal” había dejado de serlo, la primera palabra al menos, hace ya mucho tiempo].

Podría ser divertido discutir sus conclusiones si no fueran tan increíblemente miopes. ¿Quién en su sano juicio cree que Israel comenzó esta guerra? ¿Acaso el autor no se ha dado cuenta de que Hamas no estaba más que esperando una excusa para disparar, pues eso sería lo único que podría detener su rápida caída en la irrelevancia? ¿Quién es todavía lo suficientemente ingenuo como para creer que si Israel hubiera alcanzado un trato con el presidente palestino Mahmoud Abbas, Hamas no hubiera disparado - y arriesgarse así a ser a la irrelevancia -? ¿Quién se imagina aún que la existencia de un Estado palestino detendrá a Hezbollah de hacer lo mismo, aún cuando esté a las órdenes de Teherán? ¿Quién está tan divorciado de la realidad como para sugerir que un Estado palestino detendrá la marcha y el auge creciente del Estado Islámico en toda la región?

No es ninguna casualidad que los israelíes hayan insistido tanto en el paralelismo de las fotos de los hombres de Hamas ejecutando a palestinos en las calles de Gaza, ya que eran un claro recordatorio de contra qué estamos luchando, un recordatorio de lo que hubieran tratado de hacernos a nosotros si no hubiéramos hallado sus túneles, un recordatorio en definitiva de la barbarie que nos rodea por todas partes - en Gaza, en el Líbano, en Siria, en Irak… -. Desde luego estamos lejos de ser perfectos, pero no se equivoquen: el desafío de Israel es seguir con vida en un mar de bárbaros.

Sin embargo, mientras tanto y de vuelta al redil de la Diáspora, nos encontramos con las mismas disputas y conversaciones como si todo fuera como siempre. El New York Times saca a relucir la vieja cuestión del Estado palestino, que si bien es significativa, es totalmente irrelevante en estos momentos. Y la revista Tablet nos informa sobre las disputas en una conocida sinagoga progresista de Nueva York sobre si se debían leer durante los servicios religiosos del viernes por la noche los nombres de los habitantes de Gaza muertos - a la vez que se trataba de recoger dinero para comprar alimentos para los habitantes de Gaza -, y la posterior renuncia de al menos un miembro de la junta por lo que él percibió como el abandono de Israel en esas horas críticas.

Cuando esas son las discusiones y conversaciones que se desarrollan en esas sinagogas, está claro para nosotros y para muchos otros que sus integrantes o participantes simplemente no aprecian la naturaleza existencial que tiene este conflicto para Israel. Por supuesto, los habitantes de Gaza deberían tener comida, y por supuesto la muerte de inocentes siempre es muy lamentable. Pero, ¿las iglesias estadounidenses leían en voz alta los nombres de los inocentes alemanes (o vietnamitas) muertos durante la Segunda Guerra Mundial (o en Vietnam)? Ya sabemos que la guerra es una cosa brutal y horrible, pero cuando la propia nación o civilización está bajo ataque, uno simplemente tiene que tomar partido.

Y los israelíes han tomado partido porque eran sus casas y la de sus vecinos las que estaban bajo fuego. En cambio, en Londres y Nueva York ese deporte espectáculo llamado “discutir sobre el sionismo” continuaba en auge.

Qué nadie se equivoque, ésta es una batalla por la supervivencia de Israel. Algunas personas sienten que muchos todavía no se han enterado (o no quieren enterarse). Entendemos que nuestros homólogos de la diáspora aún pueden permitirse este verano dirigirse tranquilamente a sus casas o residencias en la playa o en la montaña. ¿Por qué no, después de todo? El permanecer pegados a la CNN en su ciudad no les va a hacer ningún bien. Y con ello quiero decir que no lamento ni los mensajes de Facebook de nuestros amigos y parientes que han viajado a Barcelona, Berlín o la Toscana, o los hashtags #GreatWeekend que estamos viendo por todas partes. La vida debe seguir, después de todo.

Y nosotros también saldremos de aquí. Vamos a luchar el tiempo suficiente y lo suficientemente duro, como para asegurarnos de ello. Pero para que quede claro, no, éste no ha sido un buen verano.

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