Tuesday, October 07, 2014

No desperdiciando la oportunidad de perder una oportunidad - Daniel Gordis - National Post



Abba Eban, el legendario representante de Israel ante las Naciones Unidas, se hizo famoso por una de sus frases donde remarcaba que "los árabes nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad". El presidente palestino Mahmoud Abbas demostró recientemente la certeza de la sentencia de Eban en un discurso incendiario ante la Asamblea General de la ONU, en el cual acusó a Israel de "una nueva guerra de genocidio" contra el pueblo palestino.

Otra oportunidad desperdiciada. Durante la guerra de Gaza de este verano, Abbas se había posicionado con una imagen de moderación. Cuando Hamas fue acusado de haber secuestrado a los tres adolescentes israelíes, y cuyo secuestro puso en marcha la violencia de este verano, Abbas condenó el secuestro en términos muy claros. A medida que la guerra con Hamas se prolongaba, la Autoridad Palestina formó parte en las negociaciones de alto el fuego. Cuando Israel y Egipto elaboraron los detalles de quién controlaría los pasos fronterizos y el uso de materiales de construcción en Gaza para impedir la construcción de nuevos túneles, incluso Hamas aceptó la presencia de los monitores de la Autoridad Palestina.

Los israelíes no están muy poco inclinados a realizar grandes gestos por la paz en estos momentos, afín de cuentas, la región ya está lo suficientemente agitada para que nadie considere que sería una decisión inteligente. Sin embargo, muchos israelíes también saben que la presión internacional para otorgar una cierta conformidad a las aspiraciones nacionales palestinas no hará sino crecer. Prominentes intelectuales israelíes siguen muy preocupados por el efecto corrosivo para nuestro bienestar moral nacional de mantener a millones de palestinos bajo nuestro control militar. Así que de repente, los israelíes habían comenzado a preguntarse cada vez más si Abbas podría ser ese hombre con quien hacer el trato.

¿Por qué entonces Abbas ha podido hacer algo tan aparentemente estúpido, alienándose así a casi todos los israelíes, e incluso generando una reacción muy crítica del gobierno de Obama? Aunque su discurso fue de hecho un error, fue no obstante un riesgo calculado.

Abbas decidió que por el momento tenía que jugar para su propia gente. Lamentablemente, la Autoridad Palestina nunca ha preparado a sus ciudadanos para los compromisos que requerirán un acuerdo. Abbas sabe que Israel está aquí para quedarse, pero su acusación de que Israel estaba participando en una "guerra genocida contra el pueblo palestino" apestaba a absoluta deslegitimación. Abbas sabe que Israel nunca aceptará el regreso de algo más que un número simbólico de refugiados palestinos a Israel porque entiende que cualquier otra opción minaría la mayoría demográfica judía de Israel, forzando a Israel a elegir entre ser democrático o judío, y ninguno de esos dos aspectos es negociable. Sin embargo, Abbas continúa prometiendo que los refugiados regresarán.

La calle árabe es más radical que sus gobiernos en muchos lugares. Egipto firmó un tratado de paz con Israel en 1979, sin embargo, la televisión egipcia continúa transmitiendo programación antisemita altamente inflamatoria, creando una sensación entre los egipcios - que continúa hasta nuestros días - de que dicho acuerdo es una rareza o anomalía, en el mejor de los casos. El rey de Jordania, Abdullah II, puede ser moderno en su apariencia y moderado en su léxico, pero su calle no está menos radicalizada. Y lo mismo puede decirse de la calle Palestina, que hace muy poco honró a los asesinos de los tres adolescentes israelíes.

Complaciendo a los instintos más bajos de su gente, Abbas demostró que él ya no puede conducirla. Cualquiera que sea lo contrario a un auténtico liderazgo, se parece muy mucho a lo que Abbas protagonizó precisamente en la ONU.

Su discurso les hizo recordar, incluso a los izquierdistas israelíes mas recalcitrantes, por qué el centro y la derecha israelí no quieren tener nada que ver con él. Su diatriba recordó a los cada vez más reducidos israelíes que podían estar dispuestos a pasarle muchas cosas por alto, que era un ávido promotor del gobierno de unidad con Hamas.

Con su discurso, empujó al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a sugerir, en su respuesta en la ONU, que Israel buscaría alianzas con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Con su discurso, finalmente, Abbas cerró la puerta a la posibilidad de protagonizar cualquier acuerdo negociado con  Israel en un futuro próximo.

Los israelíes están nerviosos observando las arenas movedizas a su alrededor, pero la mayoría entiende que así como Israel no se irá a ninguna parte, también los palestinos están aquí para quedarse. Al igual que los israelíes tenían aspiraciones nacionales hace unos 70 años y no cedieron hasta conseguirlas,  lo mismo sucede con los palestinos. La diferencia es que los israelíes han sido dirigidos a menudo por personas que estaban dispuestas a modificar sus posiciones de partida.

Menachem Begin, buscado por los británicos como el terrorista nº 1 por ser el líder del Irgun, hizo la paz con Egipto y devolvió la península del Sinaí - a pesar de que tuvo que luchar contra su propio gabinete para lograr que aprobaran el acuerdo -. Ariel Sharon, el polémico líder militar de la Unidad 101, sacó a Israel de Gaza a pesar de la impopularidad de la medida. Netanyahu, quien ha utilizado políticamente la idea de un rechazo a la mera idea de un estado palestino, ahora abiertamente la ha aceptado, para disgusto de algunos de los líderes de su partido.

Pero como Abbas nos recordó durante su discurso en la ONU, no ha habido ningún movimiento similar del lado palestino. Hay muchas razones de por qué los palestinos no tienen un estado, pero la principal de ellas es que los palestinos nunca han tenido un verdadero líder. Ellos han tenido testaferros y líderes temerosos a contradecir la ideología nacional palestina que, en definitiva, nunca han estados dispuestos a incitar a sus ciudadanos a pensar de manera diferente acerca de Israel, de los refugiados y de su propio futuro. Así pues, se dedican a observar y esperar, mientras los que se llaman sus líderes cometen error tras error, consignando a los palestinos a una vida  que por desgracia, una vez más, parece poco probable que cambie.

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