Sunday, November 23, 2014

Echarle la culpa a Israel por la violencia palestina es racista: niega que los árabes sean responsables de sus actos y juzgados por ellos - Alan Johnson - Telegraph



Hubo algunas sorprendentes reacciones en los medios de comunicación esta semana ante el asesinato de cuatro fieles judíos mientras oraban en una sinagoga (y el del heroico policía druso israelí Zidan Saif que intentó rescatarlos) por dos palestinos en Jerusalén.

• La Canadian Broadcast Company tuiteó "la policía de Jerusalén disparar mortalmente a dos palestinos después de un aparente ataque a una sinagoga"

• En los titulares de la CNN se pudo leer "4 israelíes, 2 palestinos, muertos en Jerusalén" sin hacer referencia a que esos dos palestinos eran los terroristas. (la CNN se disculpó más tarde)

• The Guardian alteró un despacho de Reuters sobre la masacre en Jerusalén para eliminar cualquier referencia a los palestinos.

• En el diario izquierdista israelí Haaretz, su periodista Amira Hass escribió sobre la "desesperación y la ira" que empujó a los Jamals Abu a atacar a los judíos en una sinagoga (énfasis añadido).

Por supuesto que no todos los informes era de este cariz. Pero aún así, ¿cómo explicar ese impulso por descargar a los palestinos de su culpabilidad, algo muy difundido entre los medios de comunicación social?

Parte de la explicación radica en la profunda influencia que la ideología antisionista (un sistema que demoniza las ideas y representaciones acerca de Israel y de los judíos) ahora ejerce en nuestra cultura. En el corazón de ésta ideología está, aunque de manera soterrada y a menudo de manera inconsciente, la suposición de unas naturalezas dicotómicos de israelíes y palestinos que se refuerza con la comprensión políticamente correcta del conflicto. En resumen, es la siguiente: "los palestinos (y los árabes en general) no tienen voluntad propia ni posibilidad de elección, y por lo tanto, no se les puede hacer responsables de sus actos; sin embargo, los israelíes si tienen voluntad y posibilidad de elección, por lo tanto sí son responsables, y de hecho lo son siempre y exclusivamente".

A los palestinos se les ve como un pueblo dominado por las circunstancias, la emoción y la impulsividad, imposible por lo tanto considerarlos responsables de sus actos e imposible de ser juzgados. Los israelíes son totalmente lo opuesto: son los amos de todas las circunstancias, racionales y calculadores, la causa y la raíz de todo, los únicos responsables.

Es, evidentemente, una visión orientalista de los palestinos como "el Otro", excepto que esta vez ellos son considerados como "nobles salvajes o indígenas". Desde luego es algo racista para ser honestos. Por ejemplo, el diputado británico del partido liberal demócrata David Ward - con varias declaraciones juzgadas antisemitas -, tuiteó que los terroristas palestinos habían actuado en la sinagoga "llevados por la locura", lo que no sólo elimina su voluntad de  asesinar, sino que también incorpora el eximente de la falta de cordura.

Esta forma de pensamiento de ciertas élites y creadores de opinión es la razón por la que los medios de comunicación se muestren reacios a desafiar al movimiento nacional palestino cuando es culpable de irredentismo, terrorismo, autoritarismo y corrupción, además de promoción de una cultura de incitación vil, de demonización y de antisemitismo. Después de todo, esas cosas van en contra de "la historia de Israel" que se quiere narrar, ¿no es verdad? Como Matt Seaton, el editor de comentarios en el New York Times tuiteó recientemente, sus páginas de opinión sólo cubrirán el racismo palestino cuando "tengan un estado soberano con el que discriminen".

Esta visión del mundo está siendo difundida por una red de intelectuales públicos enormemente influyentes. Ellos están dando forma a gran parte del debate sobre el conflicto israelo-palestino en Gran Bretaña debido a que sus ideas no se quedan en sus seminarios y conferencias, sino que se "traducen y popularizan" por activistas y militantes con estatus y autoridad en las universidades, las iglesias, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales, los partidos políticos y la cultura popular.

• La académica y escritora Jacqueline Rose dice que Israel es "el agente" responsable del terrorismo suicida palestino. Ella transmite acríticamente a sus lectores la defensa del terrorista suicida dada por el líder de Hamas Abdul Aziz al-Ratansi ("Si él quiere sacrificar su alma con el fin de derrotar al enemigo y por el amor de su Dios, bien, entonces es un mártir") .

• El novelista israelí (y fundador de Paz Ahora) Amos Oz se queja de que la incitación por parte de intelectuales palestinos extremistas lleva a algunos palestinos a ser "sofocados y envenenados por un odio ciego". El escritor antisionista israelí Yitzhak Laor reaccionó indignado, denunciando a Oz por... "incitación" contra los palestinos.

• Shlomo Sand - cuyos libros se encuentran en todas las grandes tiendas de todo el Reino Unido - expresó su disgusto por los intelectuales judíos israelíes que se opusieron a Saddam Hussein durante la primera Guerra del Golfo. Ahora bien, Saddam disparó misiles Scud contra los civiles israelíes en aquellos momentos, así que, ¿cómo se justifica su postura? Pues porque los palestinos sintieron "alegría" y fue para ellos una demostración de "orgullo y de fuerza árabe", según escribió Sand, y eso debería haber sido decisivo para evitar las críticas.

• El reciente libro de Ilan Pappe "La Idea de Israel" (resumen: fue una idea muy mala y ahora debería ser corregida) ofrece una apología del líder palestino pro-nazi durante la II Guerra Mundial Al-Husseini. No importa que Al-Husseini fuera un aliado de Adolf Hitler y formara una unidad de la SS compuesta por musulmanes, para Pappe todo esto es "un mero episodio" en la "compleja vida" de un nacionalista, un "flirteo tonto" que solamente debe ser de interés para el lector porque ha sido explotado por los sionistas para "demonizar" a los palestinos. Pappe afirma que Al-Husseini fue - tomen nota - "forzado" a una alianza con Hitler.

La idea de que los buenos/inocentes/auténticos palestinos están inmersos en una lucha maniquea contra los malos/culpables/inauténticos israelíes es parte de un modo de pensar - de una "teoría" de clases - que se ha convertido en dominante en gran parte de la izquierda occidental después de la década de 1960.

Digamos que se trata de anti-imperialismo reaccionario, pues divide el mundo, y todo en él, en dos "campos" opuestos: El imperialismo frente al antiimperialismo. Cualquier persona que dispare contra el imperialismo (los EEUU, el Reino Unido, Israel, "Occidente", "el Norte Global", o simplemente "el hombre o macho"), forma parte ahora de la "resistencia" antiimperialista y progresiva al imperialismo. Una vez esclavos de esta "teoría", gran parte de la izquierda se redefinió a sí misma como muy poco crítica, o peor aún, partidaría y apologista, de esas fuerzas reaccionarias que promueven la violencia contra todo lo que represente Occidente, incluidos por supuesto los islamistas radicales.

Aquí tienen al teórico del Partido Socialista Obrero británico, John Molyneux, instruyendo a los militantes sobre los puntos más delicados del antiimperialismo reaccionario:
"Para poner el asunto tan crudamente como sea posible: desde el punto de vista del marxismo y del socialismo internacional, un campesino musulmán palestino, analfabeto, supersticioso y conservador, y que apoya a Hamás, es más progresista que un ateo, ilustrado y liberal israelí que apoya el sionismo (e incluso si lo crítica)".
Y aquí tienen a Judith Butler - profesora en Berkeley y una de las académicos más influyentes en el planeta - sacando de esto las conclusiones políticas: "[Hamas y Hezbolá son] movimientos sociales que son progresistas, y que están en la izquierda, formando parte de la izquierda mundial".

Lo que hemos aprendido (una vez más) esta semana es que la ideología antisionista, los supuestos ridículamente simplistas que se hacen sobre los palestinos y los israelíes, y la demonización (de los israelíes) / exculpación (de los palestinos)  a través del cual se distorsiona nuestra comprensión del conflicto, ahora está trasladándose desde los claustros del mundo académico hacia estructuras más amplias que delimitan la forma y el sentimiento con que llegan a la opinión pública. Una predicción: no hemos visto nada todavía.

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