Saturday, November 08, 2014

¿Hasbara para qué? El problema no radica en cómo Israel cuenta la historia, sino en cómo Occidente ha empezado a cansarse de Israel – Daniel Gordis – Jpost



Esta es casi siempre la primera pregunta que me plantean en una sesión de preguntas y respuestas.

Ya sea hablando en los EEUU, Australia, Israel o Europa, en un congreso, en una feria del libro, en una sinagoga o en una federación, siempre hay alguien que me la formula. También en los Limmud o en las universidades. No hay ninguna diferencia. Alguien me pregunta, invariablemente: "¿Por qué Israel, de una manera constante, cuanta tan mal su propia historia? Usted y otra gente cuentan las cosas muy bien. ¿Por qué no hace hasbara?".

Para ser justos con Israel, pienso que el ministerio de Asuntos Exteriores lo está haciendo un poco mejor. Hemos estado representados en los últimos años por varios embajadores en los EEUU que, por ejemplo, han hecho un trabajo excelente. Durante la guerra de este verano, el ejército israelí estuvo tuiteando con furia - a veces de una manera previsible y tonta, pero otras veces reflexiva -. Como mínimo, el ejército israelí estaba dando al menos a los usuarios de Twitter que querían conocer el lado israelí de la historia algo de material básico con el que razonar.

No obstante todo ese progreso, a menudo me solidarizo con esa gente que me hace la pregunta. Lo hacemos mejor, pero no lo suficientemente bien, y eso a pesar de la justicia de nuestra causa, ya que a veces parecemos totalmente incapaces de contar nuestra historia de forma convincente.

Muchos se preguntan por qué, y yo también, pero la próxima vez que alguien me haga esa pregunta voy a cambiar mi respuesta. Ya no voy a contar la historia de cuando Israel aparentemente dejó de invertir tan fuertemente en hasbara, y ya no voy a tratar de explicar que nuestra historia es compleja y que no se reduce fácilmente a un relato único. En cambio, voy a recordar al que me la formule lo qué está sucediendo en Israel y por qué no importa lo que hagamos, siendo así que la hasbara resulta esencialmente inútil y sin esperanza. Es tan completamente inútil que, de hecho, creo que debe perecer el concepto y el término.

La noción detrás de la hasbara es que si usted expone su historia de una manera lo suficientemente convincente y de gran alcance algunas personas "razonarán" e Israel ya no será atado al poste de la flagelación proverbial de los medios de comunicación internacionales.

Pero después de lo que pasó el 22 de octubre, ¿alguien todavía cree en eso?

Como es bien conocido, un conductor palestino con un pasado terrorista (había estado en las cárceles israelíes por terrorismo, y tenía una relación familiar con un ex jefe del ala militar de Hamas) estrelló su coche y atropelló a un grupo de inocentes peatones en una parada de tren ligero, matando a dos personas (un bebé, Chaya Zissel Braun, que murió apenas unas horas más tarde, y una joven ecuatoriana de 22 años de edad en proceso de conversión al judaísmo, Karen Jemima Mosquera, quien sucumbió a sus heridas varios días después), además de herir a otras seis personas. Cuando el conductor intentó escapar golpeando con una barra de hierro, fue asesinado a tiros por la policía. Una historia horrible, pero simple.

Sin embargo, ¿cómo informaron los medios de comunicación internacionales de ese atentado? El titular inicial de la agencia AP, cambiado a raíz de una protesta, fue "un hombre disparado por la policía israelí en el este de Jerusalén". Sí, han leído ustedes bien. En lo que se refiere al titular, la historia era que la policía israelí había disparó a un hombre palestino. Que él hubiera tratado de matar a peatones inocentes, asesinando de hecho a uno intencionadamente e hiriendo a varios otros gravemente, que fuera un terrorista conocido, todo ello era aparentemente irrelevante para el titular de la agencia AP. Todo lo que interesaba destacar en ese titular inicial de AP era que "los israelíes" habían disparado a otro palestino.

Ahora díganme, ¿de qué serviría la hasbara ante esta descarada tergiversación de los hechos? La AP cedió y revisó finalmente su titular (sorprendentemente, sin embargo, la dirección URL retuvo el título original por un tiempo, incluso después de la revisión), pero Ken Roth, el director ejecutivo de Human Rights Watch (tan hostil a Israel que incluso su fundador, Robert Bernstein, acabó repudiando la misma organización que había fundado), no cedió. Inmediatamente después del ataque, tuiteó: "Accidente mortal de un palestino en una parada de tren. Israel lo llama un ataque terrorista... típico de Hamas". Tengan en cuenta la implicación detrás del lenguaje de Roth: ¿Fue un ataque terrorista? Bueno, así lo llaman los israelíes.

Días más tarde, cuando la segunda víctima murió, Roth continuó con su postura: "Segunda víctima mortal de un palestino que conducía un coche en una parada de tren de Jerusalén. La policía trata el incidente como 'un ataque a propósito' ". Ya lo ven, el director ejecutivo de Human Rights Watch  y "esos israelíes que de nuevo tratan de calificar el accidente como un 'ataque a propósito' ". ¿Cómo lo llamaría el Sr. Roth?  ¿Alguien se imagina que cualquier tipo de hasbara, por excelente que fuera, podría haber influido en el odio venenoso de Roth por Israel?

Cuando Karen Jemima Mosquera fue sepultada, el titular del Guardián británico [N.P.: otro diario anti-Israel independientemente de cualquier hasbara] decía: "Funerales en Jerusalén por el accidente del coche (del día anterior)".  ¿Accidente de coche? Y subrayándolo ese titular, el Guardian señala que “la mataron cuando un coche conducido por un palestino se desvió hacia una parada llena de peatones". ¿De qué serviría ante esto la hasbara, qué podría haber hecho?

Una nota del Consulado de los EEUU en Jerusalén (el consulado ya ha eliminado la nota de su web) se refirió al ataque como un "incidente de tráfico". ¿La hasbara podría haber cambiado eso? Vamos a no engañarnos. Israel puede cometer un montón de errores y hacer cosas muy tontas, al igual que cualquier otro país, pero también es brutalmente ridiculizado en la prensa internacional como respuesta a unos terribles y meridianos acontecimientos como los acontecidos la semana pasada.

El problema no está en la manera en que Israel cuenta la historia, sino en el hecho de que el mundo occidental se ha cansado de Israel. Hay muchas razones para esto, pero la hasbara no es la respuesta. Nadie ha explicado mejor este fenómeno que el galardonado periodista israelí Matti Friedman.
"Usted no necesita ser un profesor de historia, o un psiquiatra, para entender lo que está pasando. Después de haberse rehabilitado a sí mismos a pesar de las escasas probabilidades existentes en ese problemático rincón de la tierra (Israel), los (judíos) descendientes de aquellas personas impotentes que fueron expulsadas de Europa y del Oriente Medio islámico, se han convertido en lo que fueron sus propios abuelos: el recipiente al que el mundo escupe".
Precisamente. ¿Y podría la hasbara - incluso la mejor que pudiéramos imaginarnos - tener algún impacto ante esto? Obviamente no. Entonces, ¿para qué seguir hablando de hasbara?

Vamos a dejar de preguntarnos por qué el gobierno de Israel es tan incompetente a la hora de contar su historia, y centrémonos en la cuestión que importa. Vamos a empezar preguntando en su lugar: ¿Por qué ha brújula moral de la comunidad internacional es tan completamente disfuncional?

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