Sunday, December 21, 2014

Castigar a Bennett no traerá la paz - David Suissa - Jewish Journal




La gente hace locuras cuando se desesperan y se quedan sin ideas. Ese es el primer pensamiento que me vino a la mente después de leer que un grupo de académicos pro-Israel habían decidido que la mejor manera de ayudar al proceso de paz entre israelíes y palestinos, ahora en estado de coma, era impedir a gente como Naftali Bennett la entrada en los Estados Unidos. En serio, no me lo estoy inventando. Unos académicos, de los que se supone que practican el culto al debate y a la argumentación, están pidiendo que se castigue a aquellos cuyos puntos de vista no están de acuerdo con los suyos.

En una web de una nueva organización llamada The Third Narrative, unos 20 académicos que son miembros de Scholars for Israel and Palestine (SIP) están pidiendo a los EEUU y a Europa que impongan sanciones personales a aquellos políticos israelíes que promueven la continuación de la ocupación israelí y más actividad en los asentamientos. Estas sanciones incluyen restricciones de visados y la congelación de activos en el extranjero.

Según su declaración, los académicos desean castigar a esas personas cuyas políticas "cierran la puerta no sólo al proceso de paz en la actualidad, sino en un futuro previsible".

Entiendo que no todos los desacuerdos son iguales. Pero para los firmantes, este desacuerdo es muy grave, ya que creen que el futuro democrático y judío de Israel depende de que Israel salga de Cisjordania, y cualquiera que se oponga a ello representa una seria amenaza. Hasta ahí lo entiendo.

Lo que no entiendo es la conclusión de que cual es la mejor manera de proceder para castigar a los disidentes. Es otra manera de decir: "Lo siento, no queremos ningún debate sobre este tema". Yo podría esperarme está respuesta de los colonos ideológicos, ¿pero de unos académicos de tan alto nivel?

Lo irónico es que, la semana pasada, Bennett, el objetivo más importante de esta iniciativa, participó en un debate fascinante con Martin Indyk en el Forum Saban Brookings Institution en Washington, DC, y sobre el mismo asunto por el cual los firmantes quieren en adelante castigarlo.

Frente a una multitud de la elite llena de partidarios de la solución de dos estados, Bennett realizó una exposición apasionada del fracaso que ha representado el proceso que durante décadas ha tratado de crear un Estado palestino, y una defensa de que es el momento de buscar enfoques alternativos, sin embargo imperfectos. Habló de la necesidad de mejorar la calidad de vida de los palestinos, impugnando los imperativos de la necesidad de crear un Estado palestino y de la amenaza demográfica para el carácter judío de Israel.

Estoy seguro de que sus palabras no cambiaron el pensamiento de muchas personas. Tengo mis propias serias reservas sobre el enfoque de Bennett. Pero ese no es el tema. El tema es que si los firmantes de la iniciativa se hubieran salido con la suya, ese fascinante debate nunca habría sucedido. Nunca hubiéramos escuchado como un valiente, elocuente y sincero  político desafiaba la sabiduría convencional del conflicto entre Israel y Palestina. Impedir esto habría sido un crimen de propio derecho.

Personas bien intencionadas pueden tener graves y significativas  diferencias con Bennett, pero eso no niega el hecho de que Bennett es un político popular que ha sido tomado en serio por una gran parte de los votantes israelíes. La idea de castigar a un representante elegido democráticamente por sus opiniones es más que problemático, es ofensivo.

Por no hablar de que ayudar al proceso de paz sería lo último que lograra.

La iniciativa simplemente vierte más combustible sobre la noción falsa y engañosa de que los asentamientos son el principal obstáculo para la paz.

En primer lugar, es un mito pensar que Israel mantiene su deseo de "engullir" la tierra designada para un futuro Estado palestino. Por mucho que yo aborrezca los anuncios de construcción en los asentamientos que sólo conducen a más condenas internacionales, como Elliott Abrams informó recientemente en Foreign Policy, la construcción de asentamientos en el primer semestre de 2014 en realidad supuso un 72% frente a la del año anterior. Desde hace muchos años, la gran mayoría de la construcción se ha realizado en los grandes bloques de asentamientos que, tal como es la creencia general, permanecerán en manos israelíes en cualquier acuerdo futuro.

Pero incluso si no te gusta la política de asentamientos de Israel, sigue siendo un hecho que Israel ha demostrado su capacidad y voluntad de desmantelar los asentamientos en la búsqueda de la paz. Cuando se considera la retirada de Israel del Sinaí en 1982 y Gaza en 2005, Israel ya ha abandonado más del 90% de las tierras que capturó en la Guerra de los Seis Días.

Una cosa es no estar de acuerdo con la política de asentamientos de Israel; y otra muy distinta elevarla como el principal obstáculo para la paz. El ascenso de políticos como Bennett no es una señal de que los israelíes hayan perdido su deseo de paz, sino que han perdido la fe en el deseo de paz de la Autoridad Palestina (AP).

Si los firmantes realmente estuvieran interesados ​​en impulsar la paz, deberían poner más énfasis en el constante rechazo de la Autoridad Palestina a aceptar un Estado judío bajo ningún tipo de fronteras. Hay un montón de evidencias de esto, pero si lo desean solo necesitan escuchar el reciente sermón del consejero presidencial de la AP sobre asuntos religiosos e islámicos, Mahmoud Al-Habbash, quien, según Palestinian Media Watch, predicó que "aceptar la existencia de Israel está prohibido por la ley islámica".

En lugar de acallar el debate con los aliados democráticos, los académicos, si desean pedir sanciones personales, deberían buscar entre esos líderes que no han sido elegidos por su pueblo y que utilizan su posición de poder para predicar el odio a los judíos y la continua negativa a aceptar un Estado judío.

Si ustedes me preguntan, son ellos realmente los que están dando un portazo a la paz


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