Thursday, January 15, 2015

Después de la matanza de Parías, ¿hacia donde se dirige el movimiento BDS? - Liel Leibovitz - Tablet



Supongamos, solamente para favorecer la argumentación, que perteneces a un grupo que está comprometido con poner fin a la presencia israelí en Cisjordania y erigir un Estado palestino. A raíz de las reiteradas críticas, has insistido una y otra vez que no tienes ningún problema con los judíos, sino con la política israelí que aborreces. Tal vez defiendes un inmediato retorno israelí a las fronteras de 1967. o tal vez tu punto de vista es más radical y crees que el Estado judío debe dejar paso a un Estado multiétnico que se extienda desde el río Jordan hasta el mar Mediterráneo. Cualquiera que sea tu opción, insistes en que estás comprometido con una reconciliación entre ambos pueblos, con la justicia y con la paz.

Ahora supongamos, hipotéticamente por supuesto, que los terroristas proliferan en una capital europea alejada de Jerusalén y Ramallah. En un caso, ellos señalan a una mujer y la disparan por ser judía. En otro caso, atacan un supermercado kosher y ejecutan a cuatro de los compradores judíos. ¿Cómo reaccionarías?

Si eres inteligente, si eres compasivo, si estás realmente interesado en los derechos humanos, sólo tienes que condenar los ataques. Puede que lo hagas no solamente porque es lo que hay que hacer, estar de pie frente al terrorismo, sino también porque te das cuenta de que tu capacidad de atraerte aliados depende de convencerles de que no proteges ni amparas los sentimientos anti-judíos, no importando lo ardiente  que sea tu retórica anti-israelí. Esto es especialmente cierto cuando, como consecuencia de la violencia desatada en París, chiflados de todas las tendencias se han levantado con prontitud para condenar dicha masacres como fruto de unos ataques de "bandera falsa", es decir, perpetrados en realidad por el Mossad con el fin de fomentar la indignación contra los musulmanes. Hubiera sido bueno, incluso esencial, haber escuchado que el campo pro-palestino está en contra de semejantes disparates, condenado el asesinato de inocentes, y asegurando su compromiso con una solución pacífica.

Pero no hemos tenido esa suerte.

En lugar de esa clase de empatía que se esperaría de cualquier persona cuerda a la hora de expresar sus sentimientos en un momento trágico como éste, los defensores más elocuentes del movimiento BDS adoptaron diferentes vías radicales.

El grupo Voz Judía por la Paz (JVP), por ejemplo, una de las principales organizaciones radicales de izquierda centrada en el conflicto palestino-israelí, publicó un post en su blog que indicaba con precisión dónde colocaban sus prioridades. Bajo el título "Los crímenes de París y la reacción negativa islamofoba", se incorporaban muchas observaciones sabias como la de alertar a los lectores de que "los musulmanes corren un mayor riesgo en gran medida por las fuerzas de la intolerancia", pero no había casi nada sobre el hecho de que otras fuerzas, no menos intolerantes, acabaron con la vida de 17 personas, muchas de ellos judías.

Incluso si usted suscribe la estúpida teoría que sostiene que la amenaza concreta no radica tanto en los hombres que utilizan armas semiautomáticas, sino en esos otros que en el futuro propondrán afrentar los sentimientos de los musulmanes, se podría aún esperar encontrar en la mitad de su frase la expresión de una genuina tristeza al pensar en tantos vivas desperdiciadas. Pero la gente del JVP parece no tener tiempo para tales sentimientos normales y humanos, pero no solamente ellos, sino también muchos de los que han convertido atacar a Israel en su causa.

Escribiendo en Mondoweiss, por ejemplo, y no mencionando ni una sola vez a los judíos asesinados, toda una hazaña teniendo en cuenta que uno de los ataques tuvo lugar en un supermercado kosher, Chloe Patton argumentaba que los occidentales necesitan comprender y abrazar "las formas en que los traumas históricos del tercer mundo (el sur) se siguen manifestando en el presente postcolonial”. Incluso sin juzgar el mérito intelectual de tal argumento, no es demasiado difícil ver que el aspecto que convierte a ese argumento en particularmente vil: el asumir que sólo una parte (el sur) tiene derecho a ser oída, mientras que la otra parte, incluso cuando es sacrificada, no debe hacer nada más que escuchar y mostrar empatía con la causa de la otra parte.

Tal indiferencia, proviniendo en estos dolorosos momentos de cualquier persona que profesa el oficio de activista que trabaja en nombre de los valores universales, resulta ensordecedor. Como suele suceder, sin embargo, es mejor que otra alternativa.

Esta otra alternativa se plasma en el intento de pasar por encima de la realidad de los asesinatos de unos seres humanos y tratar por el contrario de aprovechar la situación para utilizarla como mera biliosa propaganda. Piensen en Ali Abunimah, uno de los más presentes y nocivos opositores de Israel y co-fundador de una web llamada The Electronic Intifada, un nombre que hace muy poco para distanciar a los que allí escriben de la memoria de los dos violentos levantamientos palestinos que se cobraron la vida de casi un millar de civiles israelíes.

Observando la situación en Francia, Abunimah ha promovido una nueva teoría: Debido a que el peligro más grave al que nos enfrentamos es la islamofobia, y debido a que la islamofobia se alimenta de la "falsa creencia" de que los musulmanes europeos no se ejercitan lo suficiente en encajar en sus sociedades de acogida, son los judíos franceses que se apresuren a abandonar Francia tras los atentados de París los que realmente serán los auténticos y anónimos villanos.

"Los inmigrantes y sus descendientes nacidos en Europa, y procedentes mayoritariamente de países musulmanes, son acusados rutinariamente por los que les odian y les temen de negarse a integrarse en Europa", escribió Abunimah, y por lo tanto "los que dicen que los judíos europeos deben abandonar Europa por su propia seguridad, lo que están diciendo efectivamente es que también es imposible para estos judíos integrarse y que nunca estarán seguros en sus países de origen". Y eso, concluye triunfalmente Abunimah, “es una idea fundamentalmente antisemita".

En otras palabras, cuando las víctimas judías encaran abandonar sus países de origen a causa de la inseguridad ocasionada mayoritariamente, y precisamente, por inmigrantes musulmanes y por la permisibilidad ante dicha violencia de parte de las autoridades y los medios de comunicación, son estas víctimas judías quienes en realidad cavan más profundamente la fosa de los problemas y por lo tanto tienen la culpa de empeorar las cosas. Y por supuesto, todo es culpa de Israel: El título de la pieza de Abunimah es "Israel se mueve rápidamente para explotar los ataques de París".

Para aquellos de entre nosotros que tenemos la mala suerte de tener que seguir al movimiento BDS de cerca, tales manipulaciones no son nuevas. Pero los acontecimientos que implican un cataclismo tienen la virtud de provocar en las personas un despertar repentino. Así que aquí tienen una sencilla sugerencia: antes de participar en una conversación con los críticos de Israel, tómense un momento y comprueben su huella digital ante los hechos acontecidos en París la semana pasada. Si se han tomado el tiempo y la molestia de condenar estos horribles  asesinatos sin temor a equivocarse, si suenan genuinamente doloridos, continúen. Pero si todo lo que puedan sacar de sus argumentos son clichés mohosos o dogmas acerados, si no pueden dejar aparte por un momento su dogmatismo político ordinario, sintiéndose seres humanos, y si no pueden perder la oportunidad de ver incluso en esta tragedia una prueba más del "excepcionalmente nefasto régimen israelí", ellos les han demostrado a las claras que el verdadero objeto de su vitriolo no es el Estado judío, sino el pueblo judío.

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