Wednesday, January 07, 2015

El gobierno francés y las élites progresistas biempensantes ahora ya no dicen que se trata de meros "hechos violentos de desequilibrados"









Esta mañana leía a primera hora de la mañana en el móvil la sección de libros de Le Monde, repleta de artículos críticos contra la nueva novela de Houellebecq, Soumission, que fantasea con una Francia en vía hacia una decidida islamización gracias a las propias fuerzas gubernamentales y a las élites biempensantes gobernantes, y comprobaba las crudas críticas contra la novela por su presunta islamofobia y su carácter, por ello mismo, reaccionario.

Horas después, el mismo día de la presentación oficial de la novela, sus críticos se quedaban con el trasero al aire tras conocerse las noticias de la masacre en el Charlie Hebdo. ¿Cómo disfrazarán ahora la realidad estas élites progresistas y sus creadores de opinión?¿Volverán a hablar de "desequilibrados" sin ningún tipo de relación con el Islam, pese a sus orígenes y exclamaciones, ante la presencia de estos 12 cadáveres?

Pero saben, yo no me haría muchas esperanzas. Las élites biempensantes progresistas que gobiernan los medios y la creación de opinión nunca reconocerán que se han equivocado, que llevan ignorado una muy cruda realidad utilizando el espantapájaros de la islamofobia, pues eso supondría reconocer que su pretendida racionalidad y "superioridad moral" no tienen ninguna base real, solo es fruto de un fanatismo ideológico que tiene mucho de narcisismo irracional y de pretensiones de dominio y de poder. Lo suyo será siempre negar la realidad y emprender "ingenierías sociales" desastrosas para la sociedad para intentar sustentar su poder, como el hecho más que evidente que fue el electorado musulmán el que dio el impulso definitivo al Partido Socialista para llegar al poder en Francia, y que ese electorado es hoy de los pocos que pueden resultarle más o menos fiel ante el desastre que se avecina.

No habrá pues muchos cambios pese a las duras palabras iniciales y los golpes de pecho actuales. Las élites biempensantes progresistas ni pueden ni quieren intentar arreglar lo que en buena medida han provocado, han ignorado o bien han dejado pudrirse.

Y todo esto en qué momento además, cuando en Alemania la población de una manera más bien espontánea comienza a manifestarse contra la islamización a que les condena una inmigración en buena medida no deseada por dicha población, pero aprobada ciegamente por las élites económicas y políticas dedicadas a servir sus propios intereses.

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