Sunday, February 22, 2015

De como Netanyahu utilizó el Premio de Israel para dar un giro a la campaña y de como el Campo Sionista cayó con gusto en la trampa - Ben-Dror Yemini


En defensa del monopolio y del macartismo cultural de la izquierda radical


No todo se refleja inmediatamente en las encuestas electorales, pero algo ha sucedido en Israel en las últimas semanas. El primer ministro Benjamin Netanyahu está sintiendo la presión. Incluso dentro de su propio campo, la gente ha estado susurrando sobre su provocativo viaje a Washington. Incluso en el AIPAC no saben cómo lidiar con la situación.

Dudo que haya alguien en su entorno inmediato que realmente considere que ese viaje sería bueno para Israel. Y a medida que pasa el tiempo, la brecha se hace más grande. Se está infligiendo daño no sólo a Israel, sino también a Netanyahu y a su partido el Likud.

Entonces, ¿qué podía hacer? Pues dar un giro y desplazar el debate hacia un tena que provocaría en la izquierda israelí un shock colectivo. Ese fue el momento en que Netanyahu asomó la nariz y echó un vistazo al comité que juzga y determina el Premio de Israel. Eso fue todo lo que necesitó. El frenesí comenzó y se convirtió en el tema principal.

Eso era exactamente lo que Netanyahu quería. Debido a que ese es un tema sobre el que él no tiene que decir gran cosa. Y no importa si actúa como un elefante en una cacharrería, él sabe que funcionará. Y también sabe, debemos admitirlo, que había llegado el momento de realizar cambios, y que muchos dentro del público israelí ya han tenido suficiente con la mascarada de "nosotros somos maravillosos, unos ángeles y muy profesionales", y eso es porque a nadie se les permite que intervenga en las decisiones.

Ariel Hirschfeld, que ha estado en el centro de la conmoción, no sólo firmó una petición de apoyo a los objetores de conciencia del IDF, sino que también demostró en el pasado que sus juicios políticos y profesionales se entrelazan. De acuerdo con dos de sus compañeros en el prestigioso comité del Premio EMET, también fue pillado no diciendo la verdad sobre el autor Aaron Megued.

Y cuando el líder del Campo Sionista Isaac Herzog sale en defensa de un hombre que apoya el proyecto de evasión del ejército, y cuyas opiniones políticas afectan a su juicio profesional, está dando a Netanyahu exactamente lo que desea. Y para completar el cuadro, el Campo Sionista anunció que iría hasta la Corte Suprema para descalificar a Netanyahu por descalificar a Hirschfeld. ¿Por qué nadie en la izquierda ha criticado alguna vez a Hirschfeld, quien ha descalificado a otros autores basándose ​​en sus opiniones políticas? ¿Dónde ha ido la decencia?

Eso era todo lo que Netanyahu necesitaba. No podía importarle menos Hirschfeld, que ya ha vuelto al panel de jueces del Premio de Israel después de la intervención del fiscal general. Netanyahu ya ha obtenido su propio beneficio político, aunque incluso él nunca creyera que su éxito alcanzaría tales dimensiones. Ahora todos los niños de Israel saben que Netanyahu está luchando contra la politización del Premio de Israel por parte de radicales de izquierdas, y que el Campo Sionista se ha apresurado a defender a un comisario político de la izquierda radical.

Hay cuestiones que no son de derechas o de izquierdas. Algunas veces, sólo a veces, hay necesidad de integridad. El Campo Sionista podría haber salido triunfante por sí mismo si hubiera dicho: "La decencia nos obliga a decir que un crítico que descalifica a ciertos artistas debido a sus opiniones políticas no es digno de sentarse como juez en el panel que otorga el Premio de Israel".

Pero en vez de decir eso, Herzog se vinculó directamente con un izquierdista defensor de la deserción y el escritor Amos Oz se apresuró a hablar de la gente que no lee libros. Todo lo que tenía que hacer era añadir "chakhchachim" (una palabra despectiva de la jerga popular que hace alusión a los judíos israelíes de origen mizrahim) para completar el cuadro.

Netanyahu sabía de antemano que el campo de la izquierda, en su encarnación actual y en esa área en especial, es incapaz de mostrar una pequeña muestra de integridad. Netanyahu quiso vincular el Campo Sionista con el Campo de la izquierda radical, y el Campo Sionista cayó en la trampa y desempeñó el papel que Netanyahu quería que jugara. El partido tiene ahora un nuevo estrategia y no hay duda de que tiene un montón de trabajo por realizar.

Netanyahu se encontraba en medio de un colosal fracaso con el programa nuclear iraní y la crisis con Washington, y se las arregló para salir de allí gracias a la respuesta pavloviana de la izquierda.

El mayor error del Campo Sionista es que abierta y encubiertamente parece considerar que el público israelí es estúpido, o que Netanyahu trata a sus votantes como si fueran estúpidos. Pero alguien salió de todo este asunto pareciendo un estúpido. Y no, no fue el público israelí.

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