Sunday, February 22, 2015

¿Por qué a los británicos no les gusta Israel? - Alexander H. Joffe - Times of Israel



Una reciente encuesta mostraba que los británicos consideraban a Israel de la manera menos favorable que cualquier otro país, excepto Corea del Norte. Los resultados llegaron como una sorpresa para los israelíes y los partidarios de Israel, pero no deberían estar sorprendidos. Después de todo, los partidarios británicos del boicot, desinversión y sanciones (BDS) son abundantes, al igual que lo son los libelos de sangre sobre el "genocidio" palestino y se oye hablar de la sustracción de órganos por los israelíes a miembros de la nobleza, e Israel sigue siendo uno de los pocos países que la familia real británica aún no ha visitado .

Es cierto que los judíos están profundamente integrados en la sociedad británica y se han sentido seguros durante décadas. Pero los incidentes de violencia antisemita han ido en aumento e incluso personalidades como el director judío de la BBC han expresado su temor sobre el futuro de los judíos en el país. El antisemitismo, entretejido y, a menudo de manera indistinguible con el antisionismo, ha resurgido con toda su fuerza. Nuevas estadísticas sobre incidentes antisemitas demuestran que el clima británico está cambiando para peor.

¿Por qué entonces la animosidad contra Israel, la cual se extiende desde la izquierda a la derecha, y en todas las clases sociales? Cuatro fuentes pueden ser sugeridos, cada una de ellas con sus raíces en el siglo XX.

1.- En primer lugar, el establishment británico, formado en las escuelas y universidades de la élite, al igual que los gobiernos e industrias como los medios de comunicación, podría decirse que nunca se han recuperado de la pérdida del Imperio. Esto no debe entenderse tanto como un lamento por el fenecido Imperio Británico, como por la manera en que se perdió y por la forma en que las clases altas han creído que debería haber sido el resultado.

Gran Bretaña ganó la Segunda Guerra Mundial, pero rápidamente perdió la paz. Quebrada económicamente, Gran Bretaña sólo fue preservada por un enorme préstamo en 1946 de parte de los Estados Unidos. La colonia más importante de Gran Bretaña, la India, se independizó en 1947 y rápidamente se separó de Pakistán a costa de cientos de miles de vidas y de decenas de millones de refugiados. Pero fue Palestina, que en su apogeo estuvo guarnecida por 100.000 soldados británicos que no pudieron mantener la paz, lo que les dolió más.

Perder el imperio ya era bastante malo, pero perder Palestina a manos de los judíos fue una humillación única. La violencia antisionista británica, sobre todo después de la destrucción del Hotel Rey David, resonó fuertemente durante décadas. Solamente ahora se ha comprendido en su totalidad cómo el establishment británico libró una guerra encubierta durante décadas contra Francia en Siria y el Líbano, y alentó a los Estados árabes a invadir al recién nacido Estado de Israel. Esta estrategia también fracasó, ayudando a marcar el comienzo de unos regímenes revolucionarios que derrocaron a los aliados británicos y redujeron la influencia británica aún más. Estos múltiples fracasos amargaron al establishment británico durante décadas.

Sin embargo, y mucho más recientemente, una ola de culpabilidad políticamente correcta se ha descargado sobre el establishment británico. En esta visión revisionista del Imperio Británico, a diferencia de cualquier otro imperio en los 5.000 años anteriores, éste imperio representó una fuente singular del mal en el mundo, y su impacto sobre Palestina fue de alguna manera único.

En este punto de vista, las promesas contradictorias de Gran Bretaña a los árabes y los judíos, el supuesto favoritismo hacia el sionismo y la represión de los árabes locales, y el papel británico en el mantenimiento de un sistema internacional que ha permitido a Israel existir, representan a un mal muy profundo que aún no ha sido enderezado. No es de extrañar que la BBC y los medios de comunicación británicos se centran implacablemente sobre las fechorías israelíes, reales o imaginarios, mientras que restan importancia a las de sus vecinos. Por el contrario, la actitud británica hacia los palestinos está marcada por expresiones de culpa y de comportamiento paternalista.

2.- Una segunda razón de las actuales actitudes británicas es la conversión gradual del movimiento obrero británico a la causa palestina. Hasta la década de 1960 el movimiento obrero británico vio a Israel como un colega, un estado socialista con tendencias anti-imperialistas. Pero a raíz de las victoriosas guerras de 1967, 1973 y 1982  (y el alineamiento con los Estados Unidos), Israel se hizo cada vez más difícil aceptar para un movimiento obrero que sólo podía ver a los judíos como perdedores o víctimas. Sumen a ello su orientación hacia la visión del mundo soviética, implacablemente anti-Israel y pro-árabe, que creció desde la década de 1960 en adelante, con lo que el movimiento obrero británico se fue convirtiendo en uno de los centros anti-Israel más virulentos en Gran Bretaña.

3.- Los dramáticos cambios acontecidos en el cristianismo británico deben ser evaluados como la tercera causa. A los judíos les gusta recordar al sionismo cristiano británico, pero en verdad esta era una fuerza ya gastada, incluso antes de la Declaración Balfour en 1917. De hecho, el anglicanismo es profundamente supersesionista y considera al judaísmo como una religión retrógrada y superada, y una comunidad abandonada por Dios.

[N.P.: el Supersesionismo designa la creencia de que la Iglesia cristiana ha reemplazado a los judíos como pueblo elegido de Dios, y que el pacto mosaico ha sido sustituido o reemplazado por el Nuevo Pacto. El Nuevo Testamento deroga el Antiguo Testamento, cuya única validez es anunciar o prefigurar al nuevo]

Aunque la Iglesia Anglicana ha entrado en un profundo declive en las últimas décadas, se ha revitalizado en parte por los cristianos palestinos que han reinventado el antisemitismo tradicional cristiano, convirtiendo a los israelíes en romanos y a ellos mismos en los nuevos judíos. El impacto de esta nueva/antigua teología anglicana se ve en el grado en que la iglesia, como el movimiento obrero, lidera el movimiento BDS en Gran Bretaña.

4.- Por último, está el papel de los musulmanes en el Reino Unido. Hasta principios del siglo XXI los musulmanes eran una pequeña minoría. Ahora, en parte gracias a la estrategia encubierta del Partido Laborista (Tony Blair) de fomentar la inmigración incluyendo lugares como Pakistán, precisamente para cambiar la composición demográfica y electoral de Gran Bretaña, el número de musulmanes gira alrededor del 5% de la población total. Los musulmanes en el Reino Unido están a la vanguardia de la agitación antisemita en Gran Bretaña y mantienen una gran red de organizaciones que apoyan el BDS y las causas palestina e islamista.

Hay pocas razones para pensar que la posición de Israel sea más favorable en el futuro en el caso de los británicos y otros europeos. La siempre creciente población musulmana presionará para que los centros políticos adopten una retórica y unas políticas anti-israelíes. Y mientras el sentimiento anti-musulmán local también está en su punto más alto, el establishment británico sigue teniendo la intención de reprimirlo oficialmente de palabra y de pensamiento, y de manera no oficial negando su legitimidad y su acceso a los medios. Los medios de comunicación, en particular, siguen teniendo la intención de presentar a Israel como el villano, independientemente de la cuestión.

El auge de los movimientos independentistas locales que amenazan al Reino Unido probablemente también incrementarán el sentimiento pro-palestino, ya que al menos algunos de ellos (como el Partido Nacional Escocés) tienen sentimientos anti-imperialistas y compiten por los votos de la inmigración.

Unas relaciones comerciales récord entre Israel y Gran Bretaña son el único punto brillante. Pero con los llamamientos al BDS en expansión en Gran Bretaña, hay pocas expectativas de que sus expectativas no experimenten serios desafíos.

Gran Bretaña lucha por definirse a sí misma en el siglo XXI, como un estado europeo o del Atlántico, y como una sociedad multicultural (tendencia favorecida por las élites políticamente correctas y la inmigración)) o británica (el ideal de la población local tradicional) . Al final, la continua creencia de Israel en su propia identidad religiosa y nacional, y el vigor con que la defienda, puede provocar que para la futura Gran Bretaña (multicultural) resulte una nación demasiado parecida a la antigua (y superada) Gran Bretaña, lo que provocará que no se mire a Israel con demasiada simpatía.

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