Thursday, March 19, 2015

Más análisis desde la izquierda: La posición internacional de Israel dependerá de que se maquille la coalición gubernamental - Elie Barnavi - i24news



No se necesita una bola de cristal para imaginar la reacción de los gobiernos occidentales ante la decisiva victoria de Benjamin Netanyahu en las elecciones a la 20th Knéset. Una reacción de decepción, rayana en la desesperación. Lo que Obama, Hollande, Merkel y Cameron y sus colegas no pueden decir abiertamente - que ellos no se comprometieron a "trabajar con cualquiera de los equipos que los israelíes eligieran" -, van a susurrarlo a sus visitantes por la noche y en conversaciones off-the-record con periodistas. Ellos, bruscamente, van a criticar la ocupación de los territorios, la negativa a negociar de buena fe con la Autoridad Palestina, la forma arrogante con la que el gobierno de Jerusalén trata a sus aliados.

Es suficiente para deducirlo escanear los titulares en los EEUU y Europa, a excepción de la Fox News, el bastión de la derecha republicana: los medios de comunicación en ambos lados del Atlántico se hacen eco de su ferviente deseo de ver a Benjamin Netanyahu tomarse una merecidas vacaciones. Rara vez un jefe de Estado o de gobierno provocó tal reacción de rechazo. Incluso Putin tiene más amigos en Occidente que Netanyahu.

Si esta actitud está justificada o no, no es el tema de este artículo. Israel no es Corea del Norte y, evidentemente no puede vivir sin sus aliados, y son las consecuencias de este aborrecimiento universal lo que hay que abordar, y los medios con los que se puede rectificar.

La posición internacional de Israel dependerá obviamente de la composición de la próxima coalición. Un mero gobierno con la derecha, la extrema derecha y la derecha ultra-ortodoxa, con unos 67 diputados en el momento de escribir estas líneas, complicará la tarea del primer ministro. Aunque seriamente debilitadas, y más aún porque están debilitados, Naftali Bennett, del partido Hogar Judío, y Avigdor Lieberman del partido Yisrael Beiteinu, querrán mantener la pureza ideológica del denominado "campo nacional".

Bajo estas condiciones, será difícil para Netanyahu ir solo al frente de batalla donde se enfrentará a la comunidad internacional sin otorgar ninguna promesa. Su principal prioridad será encontrar su camino de regreso a la Casa Blanca. Después de su discurso ante el Congreso y sus diatribas anti-estadounidenses durante la campaña electoral (por la supuesta financiación de la campaña anti-Bibi), lo mínimo que se espera de él es que reemplace a Ron Dermer, su problemático embajador en Washington que quemó sus puentes con la administración demócrata.

Pero incluso si se resuelve el problema, es poco probable que vea el interior de la Oficina Oval durante mucho tiempo, siempre y cuando Obama siga ocupándolo. Más grave aún para él, al parecer, la administración Obama está preparando su propio plan para resolver la cuestión palestina, el cual presentará al Consejo de Seguridad de la ONU, junto con sus aliados europeos. ¿Cómo, con una coalición de este tipo,, podrá ser capaz de hacerlo frente? Añádase a esto las relaciones con Europa, que está mostrando signos de una creciente impaciencia; con la Autoridad Palestina, amenazada por el colapso debido a la retención por Israel de sus fondos (como castigo a sus acciones unilaterales); con una Franja de Gaza en crisis; además de otros problemas urgentes con las que una coalición de este tipo no está preparada para enfrentarse.

Las cosas podrían ser diferentes si el primer ministro se las arregla para conseguir una coalición con la Unión Sionista. Difícil, dada la campaña que acaba de finalizar y la dinámica interna dentro de los dos campos opuestos; pero no imposible, como hemos aprendido de la turbulenta historia de las coaliciones gobernantes de este país.

En ese caso, Netanyahu no estaría en la primera línea, sino Isaac Herzog, probablemente como ministro de Asuntos Exteriores - una presencia civilizada, moderada, tranquilizadora, que a los líderes occidentales les encantaría tener como único interlocutor. Pero este papel de hoja de parra, llevado a cabo previamente por Shimon Peres (con los fallecidos primeros ministros Yitzhak Shamir y luego Ariel Sharon), y por Tzipi Livni (también con Sharon), es ingrata.

En Israel, la persona verdaderamente responsable de la política exterior del país es el primer ministro, el titular de la oficina de Exteriores es en si mismo una mera figura decorativa. David Ben-Gurion lo dejo muy en claro, cuando ocupó los cargos de primer ministro así como de ministro de Defensa: "El ministro de Defensa define la política exterior de Israel, el ministro de Asuntos Exteriores la explica". Esta es la razón por la que los gobiernos de unidad nacional tienen una vida útil aún más corta que los otros. En el primer indicio de una grave crisis internacional, sus contradicciones internas terminan rompiéndolos.

En resumen, Israel debe prepararse para tiempos difíciles en el ámbito internacional. Es la naturaleza de las campañas electorales barrer los verdaderos problemas bajo la alfombra, y ésta fue fiel a su estilo, hasta el punto de ser una caricatura. Pero las consignas de euforia siempre son seguidas por la triste realidad, y ésta podría resultar difícil.

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