Friday, May 15, 2015

Los etíopes israelíes y los afroamericanos, diferentes pero parecidos - Mati Wagner - i24news



A uno se le habría perdonado por confundir Jerusalén o Tel Aviv con Baltimore o Ferguson en las últimas semanas.

Jóvenes de color, con los rostros cubiertos para protegerse del spray de pimienta o del gas lacrimógeno, y/o para ocultar su identidad, se enfrentaron con la policía lanzando botellas, piedras y sustancias cáusticas hacia ellos. Como replica, vehículos blindados equipados con cañones de agua rociaron a la multitud, granadas de ruido que provocaron nubes de humo y la policía montada galopando hacia la multitud esgrimiendo sus porras. Finalmente, coches de policía al igual que motocicletas de la policía acabaron destrozados y contenedores de basura fueron incendiados. Hubo incluso un vandalismo de tipo menor contra empresas locales.

Inclusive el detonante de los disturbios en Jerusalén y Tel Aviv fue el mismo que los casos de mucho mayor perfil en Baltimore y Ferguson.

El 27 de abril, un vídeo mostraba como un policía israelí, al que posteriormente se sumaron otros, atacaba a un soldado israelí de origen etíope sin razón aparente. A diferencia de Freddy Gray en Baltimore o Michael Brown en Ferguson que fueron asesinados a tiros, Damas Pakedah permaneció de pie después de la confrontación.

¿Resulta comparable la difícil situación de la comunidad judía etíope en Israel, que cuenta alrededor de 130.000 o el 2% de la población total, con la de los afroamericanos?

De alguna forma.

Al igual que en los Estados Unidos, hay barrios en ciudades como Netanya o Holon - donde fue atacado Pakedah - que habitan casi exclusivamente población de color. En Israel, esto es debido en gran parte como resultado de la segregación autoimpuesta por los propios etíopes israelíes que utilizan las donaciones otorgados por el Estado de Israel para conseguir una vivienda junto a sus familiares y amigos de su viejo país.

Los altos índices de delincuencia, la desconfianza entre la policía y éstas comunidades, la excesiva vigilancia y los perfiles marcados, su alienación de los demás sectores de la sociedad israelí - incluyendo la movilidad apuntada más arriba - son todos los síntomas de estos barrios.

Tanto en Estados Unidos como en Israel, la población de color está sobrerrepresentada en las cárceles. Un 25% de los encarcelados en el Centro de Detención Juvenil Ofek, por ejemplo, son de origen etíope...

Como era de esperar, los judíos etíopes - al igual que los negros estadounidenses - están convencidos de que la policía les discrimina en su trato [N.P: ¿tendrá que ver la confusión con la gran presencia de inmigrantes ilegales africanos?]. De acuerdo con una encuesta realizada por Guy Ben Porat de la Universidad Ben Gurion del Negev, el 26,7% de los etíopes están seguros de que serán tratados peor que otros segmentos de la sociedad - más que cualquier otro grupo, incluyendo a los árabes y los judíos ultra-ortodoxos.

Los judíos etíopes, como los afroamericanos, también son más pobres. Según un estudio de 2011 realizado por el Instituto Myers-JDC-Brookdale, incluso cuando dos o más miembros de la familia trabajan, el 13% de los etíopes viven bajo la línea de pobreza - cuatro veces el promedio nacional entre las familias con dos perceptores de ingresos -. Los jóvenes judíos etíopes son mucho más propensos a abandonar la escuela y obtienen notas más bajas en las evaluaciones de desempeño académico, y están muy poco representados en las universidades y en la administración pública.

Pero los paralelismos entre Baltimore/Ferguson y Tel Aviv/Jerusalén van sólo hasta cierto punto.

Israel no tiene un legado de esclavitud, a un Jim Crow y de discriminación racial. También, a diferencia de los afroamericanos, la gran mayoría de los etíopes votan por los partidos de derecha o de centro-derecha. Eso es porque la llamada izquierda israelí ha sido históricamente dominada por los asquenazíes de la élite, a diferencia del Partido Demócrata en los Estados Unidos, que debe gran parte de su apoyo a los grupos minoritarios.

Los judíso etíopes tampoco sufren de las fuerzas destructivas de la cultura del gueto estadounidense, con los embarazos de adolescentes, los nacimientos fuera del matrimonio, generación tras generación viviendo del estado del bienestar, el uso generalizado de drogas, al menos no todavía. Los judíos etíopes permanecen intensamente patriotas, a juzgar por las cifras que muestran una tasa de alistamiento militar significativamente más alta que el promedio nacional (aunque con un escandaloso alto porcentaje que termina en las cárceles militares, mayoritariamente por abandonar el servicio para poder ayudar económicamente a sus familias).

Sin embargo, hay más similitudes que diferencias entre Baltimore/Ferguson y Jerusalén/Tel Aviv, siendo la más importante que las dolencias sociales que afligen a los afroamericanos y a los judíos etíopes tienen poco, o muy poco que ver con el racismo. Como ha demostrado el economista afroamericano Thomas Sowell, muchas de las patologías sociales que sufre la gente de color no existía en la primera mitad del siglo XX, cuando existía un racismo institucionalizado en América. Más bien fue el advenimiento de las políticas socio-económicas liberales y progresistas, a partir de la década de 1960 con la Gran Sociedad del presidente Lyndon B. Johnson.

Del mismo modo, en Israel ha existido un paternalismo estatal destructivo que ha dominado la política pública de cara a los judíos etíopes. Ellos fueron inundados con una multitud de "proyectos" que buscaban "ayudar", pero que en última instancia les debilitaron. Miles de millones de shekels en becas - incluyendo millones donados por generosos judíos estadounidenses - se asignaron a estos proyectos. Los estudiantes etíopes fueron segregados en escuelas primarias o automáticamente dirigidos a la educación especial, ya que se les consideró incapaces de elevarse al nivel académico de los otros israelíes, lo de tez más pálida.

Por lo tanto, y a diferencia de los EEUU, lo que en Israel se necesita no es más sino menos paternalismo debilitante y menos políticas sociales progresistas que les privilegien e inmunicen ante los demás.

Las situaciones en Baltimore/Ferguson y Jerusalén/Tel Aviv no son de ninguna manera idénticas. Pero las lecciones aprendidas de décadas de políticas sociales progresistas fallidas en ambos países son de aplicación universal.

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