Wednesday, June 17, 2015

Cómo Obama abandonó a Israel - Michael Oren - WJS



"Nadie tiene el monopolio de cometer errores". Cuando fui el embajador de Israel en los Estados Unidos desde 2009 hasta finales de 2013 esa fue mi respuesta estándar a los periodistas cuando ellos me preguntaban quien era más responsable - el presidente Barack Obama o el primer ministro Benjamin Netanyahu - por la crisis en las relaciones entre los Estados Unidos e Israel.

Nunca sentí que estuviera mintiendo cuando lo decía. Pero si en verdad ninguno de estos dos líderes monopolizó los errores, sólo uno de ellos los cometió deliberadamente.

Israel cometió un grave error en la forma en que anunció la expansión de los barrios y las comunidades judías en Jerusalén sobre las líneas fronterizas que existían antes de la Guerra de los Seis Días en 1967. En dos ocasiones, la noticia llegó durante las reuniones de Mr. Netanyahu con el vicepresidente Joe Biden . Un sólido amigo de Israel, Mr. Bidense lo tomó comprensiblemente como una ofensa. Incluso cuando la Casa Blanca se puso de pie de parte de Israel, bloqueando las resoluciones hostiles en las Naciones Unidas, la expansión de asentamientos continuó a menudo.

En una reunión en la Oficina Oval en mayo del 2011, Mr. Netanyahu supuestamente le dio una "conferencia" a Obama sobre el proceso de paz. Más tarde ese mismo año, informó su respaldo al contendiente republicano Mitt Romney en las elecciones presidenciales. Esta primavera, el primer ministro criticó la política iraní de Obama ante una sesión conjunta del Congreso que se organizó sin siquiera informar previamente al presidente.

Sin embargo, muchos de estas chapuzas de Israel no fueron cometidas por Mr. Netanyahu personalmente. En los dos episodios que afectaron al vicepresidente Biden, por ejemplo, los anuncios fueron emitidos por funcionarios de nivel medio que también cogieron al primer ministro israelí con la guardia baja. Sin embargo, él personalmente se disculpó con el vicepresidente.

El único error premeditado de Mr. Netanyahu fue su discurso ante el Congreso, en el que le recomendé que no acudiera. Incluso esa decisión, sin embargo, se produjo como reacción a un error calculado del presidente Obama. Desde el momento en que entró en la oficina presidencial, Obama promovió una agenda que defendía la causa palestina y el logro de un acuerdo nuclear con Irán. Tales políticas le habrían puesto en desacuerdo con cualquier líder israelí. Pero Obama planteó un reto aún más fundamental, abandonando así los dos principios básicos de la alianza de Israel con los Estados Unidos.

El primer principio es "no a luz del día". Estados Unidos e Israel siempre pueden estar en desacuerdo, pero nunca abiertamente. Si así lo hacen, lo que lograrían es alentar a los enemigos comunes y hacer a Israel más vulnerable. Al contrario de lo que opinan muchos de sus detractores, Obama nunca ha sido anti-Israel y, en su haber, hay que resaltar que fortaleció significativamente la cooperación de seguridad con el Estado judío. Él se apresuró a ayudar a Israel en 2011 cuando el bosque del Carmel fue devastada por el fuego. Y sin embargo, inmediatamente después de su primera investidura, Obama "puso las diferencias a la luz del día" entre Israel y Estados Unidos.

"Cuando no existe la luz del día", les dijo el presidente a los líderes judíos estadounidenses en 2009, "Israel sólo se sienta en el banquillo y erosiona nuestra credibilidad ante los árabes". Esta explicación ignoraba la retirada israelí de Gaza en el 2005 y sus dos ofertas anteriores de un Estado palestino para Gaza, casi toda Cisjordania y la mitad de Jerusalén, ambas ofertas rechazadas por los palestinos.

Mr. Obama también anuló el compromiso del presidente George W. Bush de incluir los principales bloques de asentamientos judíos de Jerusalén dentro de las fronteras de Israel en cualquier acuerdo de paz. En lugar de ello, insistió en una congelación total de la construcción israelí en dichas áreas - "ni un solo ladrillo" fue su lema, algo que más tarde le ordenó a Mr. Netanyahu -, y ello sin solicitar al mismo tiempo similares sustantivas demandas a los palestinos.

De una manera totalmente consecuente con estos hechos, el presidente palestino Mahmoud Abbas boicoteó las negociaciones, se reconcilió con Hamas y buscó la condición de Estado en la ONU, todo ello en abierta violación de sus compromisos con los Estados Unidos, pero él nunca pagó un precio. Al contrario, la Casa Blanca condenó rutinariamente a Mr. Netanyahu por la construcción en zonas que incluso los negociadores palestinos habían aceptado en las negociaciones que seguirían siendo parte de Israel.

El otro principio básico que no se respetó fue el de "sin sorpresas". El presidente Obama lo derogó en su primera reunión con Mr. Netanyahu en mayo de 2009, cuando le exigió abruptamente un congelamiento de los asentamientos israelíes y la aceptación de la solución de dos estados. Al mes siguiente, el presidente Obama viajó al Oriente Medio, evitando de manera deliberada a Israel, para hacer frente al mundo musulmán desde El Cairo.

Los líderes israelíes solían recibir copias por adelantado de las principales declaraciones de la política estadounidense sobre el Oriente Medio y podían presentar sus observaciones. Pero Obama pronunció su discurso de El Cairo sin consultar a Israel, dando un apoyo sin precedentes a los palestinos y su reconocimiento al derecho de Irán a la energía nuclear.

Del mismo modo, en mayo de 2011 el presidente Obama alteró 40 años de política de los Estados Unidos apoyando las líneas de 1967 con intercambios de tierras - anteriormente la posición palestina - como la base para la paz. Si Mr. Netanyahu pareció darle una "conferencia" el presidente Obama al día siguiente, fue porque le habían asegurado desde la Casa Blanca, y utilizándome a mí, que tal cambio no tendría lugar.

Israel también se vio sorprendido al enterarse de que Mr. Obama se ofreció a patrocinar una investigación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre los asentamientos y a respaldar los esfuerzos egipcios y turcos para obligar a Israel a revelar sus supuestas capacidades nucleares. Netanyahu finalmente accedió a una moratoria de 10 meses en lo referente a la construcción en los asentamientos, la primera moratoria desde 1967, y respaldó la creación de un Estado palestino. Sin embargo, él se vio sorprendido posteriormente por el poco crédito que recibió tras realizar estas concesiones por parte de Mr. Obama, quien más de una vez le desairó públicamente.

El abandono de los principios de "no a luz del día" y "sin sorpresas" culminó con el programa nuclear iraní. A lo largo de mis años en Washington, participé en discusiones íntimas y francas con funcionarios de los Estados Unidos sobre el programa iraní. Pero paralelamente a las conversaciones, llegaron las declaraciones y las fugas de parte de la administración Obama, por ejemplo, cada vez que los aviones de combate israelíes atacaron convoyes de armas con destino a Hezbolá en Siria, declaraciones destinadas a disuadir a Israel de atacar a Irán de forma preventiva.

Finalmente, en el 2014 Israel descubrió que su aliado principal había estado negociando durante meses en secreto con su enemigo mortal. Las negociaciones dieron como resultado un acuerdo provisional que la gran mayoría de los israelíes considera un "mal negocio" con un régimen genocida irracional. Obama, sin embargo, insistió en que Irán era un gobierno racional y potencialmente una "muy exitosa potencia regional".

Esa tan reivindicada "luz del día" entre Israel y los EEUU no podía haber dado lugar a una mayor oscuridad de Mr. Obama sobre el asunto iraní. Y para los israelíes que han escuchado en repetidas ocasiones la afirmación del presidente Obama de que "siempre estaría detrás de Israel" y que "no estaba mintiendo sobre la opción militar (que permanecería abierta)", sólo les quedaba por ver como le decía a un entrevistador israelí que "una solución militar no arreglaría" la amenaza nuclear iraní. El asombro no podría haber sido mayor.

Ahora, cuando el Oriente Medio está patas arriba y la existencia de aliados confiables es una rareza, los EEUU e Israel debemos volver a restaurar los principios de "no a la luz del día" y "sin sorpresas". Israel no tiene alternativa a los Estados Unidos como fuente de ayuda para su seguridad, para su respaldo diplomático y para un apoyo popular abrumador. Los EEUU no tienen sustituto para un estado que, aunque pequeño, sigue siendo democrático, militar y tecnológicamente robusto, estratégicamente ubicado y sin reservas pro-estadounidense.

Los últimos seis años han visto sucesivas crisis en las relaciones entre los Estados Unidos e Israel, y es necesario dejar las cosas claras. Pero la mayor necesidad es asegurar un futuro de mínimos errores y evitar una mayor erosión de nuestra vital alianza.

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