Sunday, August 30, 2015

El síndrome del niño maltratado de la izquierda israelí - Elyakim Haetzni - Ynet



Isaac Herzog visitó recientemente la Mukataa en Ramala, la sede de la Autoridad Palestina, y regresó lleno de elogios para Mahmoud Abbas, quien parece estar haciendo las maletas preparando un viaje a Teherán antes de establecer una oficina de la delegación iraní en Ramallah.

Con un optimismo magnético, Herzog nos promete que los palestinos están dispuestos a tomar "medidas originales sobre las cuestiones fundamentales". ¿Estamos ante una concesión histórica con respecto al "derecho de retorno" de los descendientes de los refugiados palestinos o quizás Abbas tiene previsto ofrecer a Israel un perímetro defensivo en el Valle del Jordán, al sur de Beit Shean, para que el de ISIS o la Guardia Revolucionaria iraní no puedan alcanzar la ruta 6?

No, Herzog dice haber encontrado una "rara e histórica oportunidad regional", ayudada por Arabia Saudita, el temor al ISIS y la disposición de los otros países musulmanes sunitas de apoyarse en la fuerza militar de Israel en el nombre de su legítima defensa.

En uno de los proverbios del Rabino Joshua, el león permite a la cigüeña introducir su cabeza en la garganta con el fin de que le quite un hueso que le está ahogando. El resultado es que le permite salir ilesa de entre sus fauces como pago por su tarea. Pero aquí no sucede lo mismo, ellos - y parece que el propio Herzog -, en lugar de retribuirnos por su momento de necesidad (por ejemplo, renunciado a los principios de la Iniciativa de Arabia (dividir Jerusalén, un retorno a las fronteras del 67, el regreso de los refugiados palestinos), consideran que es la propia cigüeña la que debe pagar por sacar el hueso de la garganta de los árabes.

El optimismo de Herzog es una reminiscencia de la del protagonista del clásico de Voltaire, "Cándido, o el optimismo" (1759), donde pasa por una serie de desastres e incidentes que hacen hincapié en lo peor de los males humanos: Un terremoto en Lisboa que mata a decenas de miles, sueños donde su mujer es secuestrada y violada reiteradamente, la sífilis, los horrores de la Inquisición, una persona que se salvó de ahogarse y luego ahoga a su salvador.., y en todos ellos él ve "el mejor de los mundos posibles".

Se trata de un absurdo espíritu de optimismo que le lleva a hacer creer a Herzog "que ambos líderes entrarán en una sala de reuniones y mirándose a los ojos llegarán a un acuerdo". Sólo tienen que decirse a si mismos: "no te preocupes, no tengas miedo, atrévete". ¿Pero cómo se ajusta esto con llama a Netanyahu un "criminal" sólo porque un soldado israelí mató a una persona que lo agredió con un cuchillo intentando matarle? ¿Cómo encaja esto con unos terroristas palestinos que siguen siendo admirados por los medios palestinos, y con los premios y regalos que se les otorga? ¿Cómo encaja esto con el propio Abbas, un negador del Holocausto, que está trabajando en contra de nosotros haciendo funcionar la mayor maquinaria de propaganda desde Goebbels fomentado el boicot a Israel?

¿Y cuál es la explicación para estar ahí, en la Mukataa, y no traer ni una sola firma o ni una sola obligación que los palestinos no hayan roto cruelmente? Sólo un Cándido muy optimista puede cerrar los ojos y estar dispuesto a entregar los montes de Samaria, que dan acceso al territorio desde el valle de Beit Shean al área metropolitana de Tel Aviv, y todo ello por otra firma más que poco más tarde se incumplirá.

¿Inocencia? Cándido no era un ingenuo, y Herzog ni mucho menos lo es. Cándido fue hipnotizado por una filosofía que distorsiona su visión y su mente. Este tipo de fijación ideológica no se ve afectada por la realidad. Cuando nos enfrentamos al anhelo cuasi místico de la paz, los hechos no importan.

Una explicación científica de esta posesión suicida nos fue proporcionada por el profesor Kenneth Levin, un historiador y psiquiatra, en su libro "El Síndrome de Oslo". Según Levin, el "síndrome del niño maltratado" es el que funciona aquí. En ella, el niño se engaña a sí mismo y se convence de que su mal comportamiento es la causa del sufrimiento que le infligen, y que si se porta bien su situación cambiará a mucho mejor. Él verdaderamente no puede asumir una realidad en la que su sufrimiento sea arbitrario (o provocado por el odio del otro).

Al igual que ese niño maltratado, algunos aquí en Israel se niegan a aceptar la realidad de que el rechazo árabe a la paz, y el asedio que viene con ese rechazo, representan un hecho real y permanente, siempre y cuando queramos tener un estado aquí. Frente a este hecho de la vida, los que adoptan esa irracional anti-desesperación se preguntan: "¿Deberemos vivir siempre con la espada a mano?"

Por el bien de su propia salud mental, estos israelíes mantienen la ilusión de que si se retiran de aquí y de allá, la enemistad se detendrá y el asedio se levantará.

¿Será posible abrir los ojos de esta gente con complejo de niño maltratado?

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