Saturday, October 31, 2015

Gran artículo: ¿Cuántos israelíes deben morir para que esos judíos americanos progresistas que firman artículos y manifiestos "como judíos" puedan sentirse bien consigo mismos? - William A. Jacobson



 "Como judíos" es una frase que habitualmente da comienzo a la conversación o al relato de algunos judíos occidentales de izquierda cuando se trata de Israel, y en particular de la "ocupación".

En estos casos de la identidad judía sirve como escudo para lo que sigue: Una visión reprobadora, materialmente inexacta e históricamente sesgada, además de completamente unilateral, de Israel.

En un artículo de opinión publicado en The Washington Post por los profesores Steven Levitsky (Harvard) y Glen Weyl (U. de Chicago) [nota: Weyl acaba de unirse a Microsoft],  "Somos sionistas de toda la vida. Es por eso que hemos elegido boicotear a Israel", se puede comenzar leyendo, como en el caso de tantos "Como judíos", lo siguiente: "Somos sionistas de toda la vida. Al igual que otros judíos progresistas...".

El artículo de opinión es una caricatura del típico argumento ensimismado, egoísta y ahistórico de los "Como judíos", y que está en el corazón de la oposición judía progresista a Israel, el cual a menudo se expresa a través del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Pero se trata más que nada, si no totalmente, de lograr que los "Como judíos" se sientan bien consigo mismos, lo que justificaría su propia existencia, pero poniendo la existencia de los israelíes en riesgo.

Trataré de este artículo más adelante.

Pero primeramente, es útil tener en cuenta esta descripción del fenómeno de los "Como judíos" en su relación con los judíos izquierdistas antisionistas:
Los judíos antisionistas dan a sus políticas de identidad un extraño giro. En lugar de afirmar que representan la opinión de la mayoría de sus compañeros judíos, movilizan su identidad "Como judíos" con el fin de dar a su punto de vista de oposición una mayor legitimidad. Ellos les están diciendo a los no judíos que quizás puedan pensar que sus opiniones parecen antisemitas, pero ellos, los buenos judíos, se muestran felices de asegurarles que no lo son. 
Pero si las afirmaciones de estos "Como judíos" antisionistas parece muy problemáticas para la mayoría de los judíos, entonces emplean otro pequeño giro. Afirman que su identidad judía es auténtica, por lo que de alguna manera las identidades mayoritarias judías son inauténticas. Así pues, el "Como judío" antisionista puede conformar una muy pequeña minoría, pero sin embargo alega que representa al "judío auténtico, al judío ético, al judío crítico. al judío antinacionalista, al judío valiente. al judío con visión de futuro". Y que "los otros judíos, la manada, en realidad no son judíos auténticos, pues su judaísmo ha sido subvertido por el sionismo, la islamofobia y una indiferencia secular hacia la ética judía".
Esta descripción, sin embargo, no sólo se aplica a los judíos antisionistas.

El fenómeno "Como judíos" es tan fuerte que se aplica a los judíos "progresistas" que dicen ser sionistas y apoyan el derecho de Israel a existir, pero que consideran la "ocupación" israelí de Judea y Samaria como un afrenta a sus valores judíos progresistas. Para que estos judíos progresistas puedan convivir con esos valores, Israel debe "poner fin a la ocupación" y abandonar sus exigencias en lo referente a los problemas de seguridad. Esas preocupaciones de seguridad son el resultado, total o casi totalmente, según su opinión progresista, de la "ocupación" en sí misma, Eliminen la ocupación y todo irá bien.

Según ese punto de vista, Israel se merece la mayoría de las reprobaciones, si no toda la culpa, por el fracaso de las negociaciones para lograr la salida de Cisjordania.

Pero todo esto es ahistórico e inventado para llenar una necesidad emocional.

Sabemos que la violencia contra los judíos por ser judíos se remonta al Mandato Británico de Palestina, a décadas antes de la independencia israelí. Hubo pogromos árabes contra los judíos en la década de 1920. En 1929, una de las comunidades judías más antiguas del mundo y continuas, en Hebrón, fue destruida y 67 judíos asesinados en los disturbios inspirados por el Gran Mufti de Jerusalén tras afirmarse que los judíos amenazaban la mezquita al-Aqsa.

Debido a la reciente polémica por las declaraciones del primer ministro Benjamin Netanyahu, el público ha tomado conciencia de que el Gran Mufti - un pariente de Yasser Arafat y venerado por los palestinos hasta hoy mismo -, era un descarado partidario y colaborador de los nazis. El Gran Mufti no dio la idea a Hitler de exterminar a los judíos, pero él le dio todo su apoyo. El antisemitismo del Gran Mufti infundió un odio semejante al de la actual "Intifada de los cuchillos", alimentado una vez más la incitación y las falsedades antijudías sobre un intento de destruir la mezquita al-Aqsa.

El conflicto también es alimentado por la retórica religiosa de retratar a los judíos como subhumanos, y dignos de asesinato por cualquier medio posible.

No hay nada que sugiera que Israel vaya a abandonar la mayor parte de Judea y Samaria sin unas medidas serias e importantes de seguridad, aprendiendo del ejemplo de que cuando salió de Gaza. Una Cisjordania convertida en una base de misiles de Irán y en una base terrestre de Hezbollah sería el resultado más probable de una salida sin seguridad.

Por otra parte, la idea de que Israel es el mayor obstáculo para un acuerdo ignora décadas de historia.

Fatah fue fundada en 1959, y la OLP se formó en 1964, antes de la captura israelí de Cisjordania en 1967. Esa captura en sí fue el resultado de que Jordania ocupara ilegalmente Cisjordania y media Jerusalén desde el armisticio de 1949, tras lanzar un ataque militar contra Israel. Cuando la entonces primera ministra israelí Golda Meir ofreció negociaciones para salir de Cisjordania a cambio de la paz, ella recibió los tres noes de la conferencia de Jartum: No habrá paz, no habrá un reconocimiento y no habrá negociación.

Todos sabemos lo que Israel ofreció en Camp David y en la Conferencia de Taba para salir de la práctica totalidad de Cisjordania, pero todo fue rechazado por Yasser Arafat, que a su vez lanzó la Segunda Intifada en la que miles de personas murieron.

Ahora hablemos del artículo de los profesores Levitsky y Weyl.

Estos son extractos de "Somos sionistas de toda la vida. Es por eso que hemos elegido boicotear a Israel" con mis comentarios:
Somos sionistas de toda la vida. Al igual que otros judíos progresistas, nuestro apoyo a Israel se ha basado en dos convicciones: en primer lugar, que un Estado era necesario para proteger a nuestro pueblo de un futuro desastre; y en segundo lugar, que cualquier Estado judío sería democrático, abrazando los valores de los derechos humanos universales que muchos tomaron como una lección del Holocausto. Las medidas no democráticas emprendidas en pos de la supervivencia de Israel, como la ocupación de Cisjordania y Gaza y la negación de los derechos básicos de los palestinos que viven allí, se entiende que son temporales... 
Este "hecho básico" plantea un dilema ético para los judíos americanos: ¿Podemos continuar abrazando un estado que niega permanentemente los derechos básicos a otro pueblo? Sin embargo, también plantea un problema desde una perspectiva sionista: Israel se ha embarcado en un camino que amenaza su propia existencia.
Esto es, por supuesto, una visión completamente desequilibrada de la situación actual. Los árabes en Israel tienen plenos derechos; inclusive si los derechos de las minorías no estuvieran perfectamente protegidos en la práctica (como es el caso de casi todos los países que pretenden proteger los derechos de las minorías). Israel se retiró de Gaza en 2005, y la gente eligió a Hamas, que luego expulsó a la Autoridad Palestina en una breve, pero sangrienta, guerra civil. La mayoría de los palestinos en Cisjordania viven en zonas controladas por la Autoridad Palestina.

Nadie sugiere que la situación actual es buena, pero si no fuera por la actual campaña de terror de los palestinos, la situación sería muy diferente de lo que es. La barrera de seguridad (un muro, en algunos pocos lugares, una cerca en la mayoría de los lugares), los puestos de control israelíes y la fuerte presencia militar son todos una reacción a la Segunda Intifada y a la campaña de atentados suicidas.

La elección no es entre una situación feliz y la situación actual, sino entre la situación actual y otra potencialmente mucho peor.
Como sucedió en los casos de Rhodesia y Sudáfrica, la subyugación permanente de Israel de los palestinos le aislará inevitablemente de las democracias occidentales. No sólo es que el apoyo europeo a Israel está disminuyendo, sino que también es la opinión pública estadounidense - una vez aparentemente sólida como una roca - la que ha comenzado a cambiar, sobre todo entre la generación del milenio. Ser un estado paria internacional no es una receta para la supervivencia de Israel.
La comparación con Rhodesia y Sudáfrica está de moda entre algunos progresistas e izquierdistas, pero es de nuevo falsa. Israel es un país gobernado por la mayoría de su población, y las divisiones son religiosas y étnicas, no raciales. Los judíos israelíes son multirraciales, con aproximadamente la mitad de ellos teniendo como origen a los refugiados o a los descendientes de los refugiados de los países árabes. Nadie afirma que los países de mayoría musulmana que imponen la ley Sharia sean de alguna manera estados "apartheid", eso sólo sucede con el único país con una mayoría judía en el mundo.

Por otra parte, la idea de que Israel es menos popular que antes no es soportada por las encuestas de Gallup y otros organismos. Así también, la afirmación sobre la generación del milenio es altamente especulativa, aunque en algunos campus universitarios haya indicios anecdóticos de pueda ser real, sobre todo entre los más progresistas. En el mundo de los judíos progresistas, la popularidad de Israel puede estar disminuyendo, pero los judíos progresistas no son el universo, excepto para esos mismos judíos progresistas.
Por último, la ocupación pone en peligro la seguridad que estaba destinada a garantizar. La situación de seguridad de Israel ha cambiado dramáticamente desde las guerras de 1967 y 1973. La paz con Egipto y Jordania, el debilitamiento de Irak y Siria, y la superioridad militar ahora abrumadora de Israel - incluyendo su (no declarada) disuasión nuclear - parecen haber terminado con cualquier amenaza existencial planteada por sus vecinos árabes. Incluso un Estado palestino liderado por Hamas no podía destruir a Israel...
Esta evaluación de seguridad es delirante.

Se estima que Hezbolá tiene unos 100.000 cohetes y misiles, muchos de ellos grandes y sofisticados, y se ha comprometido a destruir a Israel. Su patrocinador, Irán, está activo en Siria, declara su deseo de destruir a Israel casi a diario, y también arma a Hamas en Gaza.

Jordania sin una persona (el rey Abdullah) corre el peligro de caer en manos del Estado islámico. ISIS y los afiliados de al-Qaeda están activos en el Sinaí, y pueden terminar controlando Siria. Y por supuesto, la propia Cisjordania está lleno de facciones armadas que no aceptan ningún tipo de entidad nacional judía.
Para los partidarios de Israel como nosotros, todas las formas viables de presión son dolorosas. Las únicas herramientas que plausiblemente podrían cambiar los cálculos estratégicos israelíes son una retirada de la ayuda de los Estados Unidos y un apoyo diplomático a los boicots y desinversiones de la economía israelí. Un boicot que solamente tuviera como objetivo los bienes producidos en los asentamientos no tendría el impacto suficiente para inducir a los israelíes a reconsiderar el status quo. 
Es por lo tanto que, de mala gana, pero con decisión, nos negamos a viajar a Israel, boicoteamos los productos producidos allí y pedimos a nuestras universidades que desinviertan en Israel, y a nuestros representantes electos que retiren la ayuda a Israel. Hasta que Israel no se dedique seriamente a un proceso de paz que, o bien establezca un estado palestino o bien otorgue a los palestinos la ciudadanía democrática con plena soberanía en un solo estado, no podemos seguir subsidiando a los gobiernos israelíes cuyas acciones amenazan la supervivencia a largo plazo de Israel.
En otras palabras, tratar de presionar a Israel para que tome aquellas medidas que considera que van en contra de sus propios intereses de seguridad. Y a pesar del hecho de que los electores israelíes han votado en repetidas ocasiones a los partidos que no aceptan ese riesgo.

Este argumento es fundamentalmente antidemocrático: son los judíos estadounidenses progresistas, y no los votantes israelíes, los que deberían determinar el futuro de Israel.
Israel, por supuesto, no es el peor violador de los derechos humanos del mundo. ¿Boicotear a Israel, pero no a esos otros estados que violan mucho más esos derechos no constituye una doble moral? Desde luego. Nos encanta Israel, y estamos profundamente preocupados por su supervivencia. Por eso no nos sentimos igualmente de preocupados por el destino de otros estados... 
Reconocemos que algunos defensores de boicot son impulsados ​​por su profunda oposición (e incluso odio) a Israel. Nuestra motivación es precisamente la contraria: el amor por Israel y el deseo de salvarlo.
Esta es la verdadera visión de los "Como judíos":  una afirmación de tal superioridad moral que provoca que los propios israelíes no tengan ni voz ni voto en el asunto, y los palestinos sean tratados como meros niños que no son responsables de sus propias acciones y fracasos. Esta es una visión bastante intolerante en la que se adjudica una mayor responsabilidad y culpabilidad sobre los judíos israelíes son judíos (y los amamos), y casi ninguna responsabilidad en los palestinos porque no son judíos.

Lo que falta en este artículo es cualquier consideración o preocupación seria por la seguridad de los israelíes, y lo que sobra es la primacía que se da a una supuesta sabiduría procedente de las universidades de élite americanas frente a la realidad sobre el terreno de un Israel rodeado de enemigos fanáticos decididos a destruirlo.

No puedo culpar a "los israelíes por elegir la vida (en Israel), en vez de elegir ser amados en las columnas de opinión de The Washington Post".

¿Cuántos israelíes deben morir para que los profesores Levitsky y Weyl, y otros "Como judíos" progresistas, puedan sentirse bien consigo mismos?

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