Sunday, April 03, 2016

La izquierda se convierte en la policia del pensamiento del islamismo y se enfrenta a los "musulmanes moderados" - Giulio Meotti - Arutz Sheva





La entrevista con Die Zeit es asombrosa: "Me siento mucho más libre en Argelia que en Francia". Esta revelación impactante la pronuncia un escritor argelino que ha recogido premios literarios en Francia, desde el Mauriac hasta el Goncourt por su primera novela.

El 31 de de enero del 2016 , Kamel Daoud publicó un artículo sobre los acontecimientos en Colonia en el diario francés Le Monde.

Lo que se vio en Colonia, dijo Daoud, es como el sexo se  ha convertido en "la mayor miseria en el mundo de Allah".

"Así pues, ¿el refugiado es un "salvaje?"

"No, pero él es diferente. Y le darán papeles y un lugar donde vivir, pero no es suficiente. No es sólo el cuerpo físico el que necesita asilo. También es el alma la que necesita ser persuadida a cambiar".

Unos días más tarde, Le Monde publicó una respuesta al artículo por parte de un colectivo de sociólogos, historiadores y antropólogos que acusaron a Daoud de "reciclar clichés orientalistas" y de ser un "islamófobo".

Era un anatema para la "bestia negra de los integristas", tal como se definió Daoud. El escritor anunció a continuación su decisión de abandonar el periodismo.

Los ataques a este valiente novelista y periodista argelino también vinieron del London Review of Books, la revista de las élites liberales anglosajones, que definió a Daoud como "un irresponsable". Rafik Chekkat llamó a Daoud "un chivato nativo", argumentando que "su decisión de abandonar el periodismo sería la única buena noticia en medio de todo este ruido". La web de la izquierda Mediapart se preguntó: "¿Es Daoud un islamófobo?", mientras que su patrón, Edwy Plenel, un factotum de la extrema izquierda favorable a los islamistas, pedía a Daoud que emitiera una "disculpa".

Olivier Roy, un erudito del islamismo, publicó un artículo en Libération donde ni siquiera mencionaba a Daoud, pero donde acusaba al escritor de estigmatizar a los musulmanes. Jeanne Favret-Saada, una orientalista de la Escuela Práctica de Altos Estudios, escribió que Daoud "habla como la extrema derecha europea". Jocelyne Dakhlia, una profesora de la Ecole des Hautes Etudes en Ciencias Sociales, cargó contra Daoud por poseer "una visión culturalista de la violencia sexual".

Daoud recibió una llamada telefónica de apoyo del primer ministro de su país, Abdelmalek Sellal, y ha sido defendido abiertamente en la prensa sólo por unos pocos colegas árabes.

Uno de ellos es Karim Akouche, quien escribió en la revista Marianne : "Nuestro tiempo es absurdo, ridículo y violento. Disparan sin previo aviso a aquellos que se atreven a agitar las cuestiones candentes, los clichés (...) La voz de Daoud es más esencial que nunca para la curación de la enfermedad del Islam".

El escritor franco-tunecino Fawzia Zouari escribió en Libération que la izquierda está silenciando las críticas al Islam tal como hacen los terroristas barbudos, mientras que Serenade Chafik, la autora de "Repudiación", señaló que "si bien los islamistas de todo el mundo gritan 'Muerte a los blasfemos', fueron algunos periodistas los que acusaron a sus colegas de Charlie Hebdo de xenofobia. La 'Islamofobia' se ha convertido en el veredicto de los nuevos inquisidores y de sus amigos occidentales de la islamo-izquierda".

El empresario marroquí Ahmed Charai defendió a Daoud diciendo que "los intelectuales que, a riesgo de sus vidas, están luchando por los valores universales, son tratados como 'islamófobos'. Esta es una gran derrota del pensamiento".

Boualem Sansal, el autor de la exitosa novela "2084", dijo que Daoud es atacado por una "policía del pensamiento que acecha en las altas estructuras de la cultura y de los medios de información". Según Sansal, "salvar a Daoud significa salvar la libertad, la justicia y verdad".

Es lo que le pasó a Salman Rushdie después de la edición de los "Versos Satánicos", cuando tantos escritores de la izquierda no atacaron a Jomeini, el instigador de su fatwa, sino al propio escritor: Roald Dahl, un celebrado autor de divertidos libros infantiles, dijo que "Rushdie es una oportunista peligroso", George Steiner, uno de los críticos culturales más respetados, declaró que "Rushdie se ha asegurado crearse un montón de problemas", Kingsley Amis comentó que "si vas en busca de problemas, luego no puedes quejarte cuando los encuentras", mientras que el historiador Hugh Trevor-Roper dijo disfrutar del sufrimiento de Rushdie.

Y sucederá de nuevo con Ayaan Hirsi Ali, la disidente musulmana más valiente e importante. En el libro "Asesinato en Amsterdam" y en una serie de artículos para el New York Review of Books y The New York Times, relativistas de izquierda como Ian Buruma y Timothy Garton Ash atacaron a Hirsi Ali. Su llamamiento a una emancipación de las mujeres musulmanas lo tildaron de un ejemplo de "fundamentalismo ilustrado".

Pocos días después del asesinato de Theo van Gogh,  "El Índice de la censura", la revista fundada por Stephen Spender para defender la libertad de expresión durante la Guerra Fría, publicó un ensayo de Rohan Jayasekera, un director asociado del Índice, donde se describía a Hirsi Ali como a una niña tonta manipulada por Van Gogh en una "relación de explotación".

Y cuando los Países Bajos privaron a Hirsi Ali de los guardaespaldas que necesitaba para su protección, la apelación para asignarla protección de la Unión Europea, promovida por el socialista francés Benoît Hamon, fue denegado por la ausencia de un número suficiente de votos, ya que sólo 144 de 782 apoyaron dicha protección.

Este es el terrible significado del "Daoud Affair".

Un gran escritor árabe dice algunas verdades importantes y los intelectuales europeos, en lugar de darle las gracias y protegerle mientras los islamistas lo amenazan de muerte, exhortan a ese novelista a elegir el silencio, a refugiarse en la novela, y a doblegarse ante sus perseguidores.

Es un eco de lo sucedido a Tahar Djaout, otro famoso escritor argelino, muerto en 1993 por los islamistas. El manuscrito de su última novela fue encontrado entre sus papeles después del asesinato.

Se recuerda el famoso título de André Glucksmann: "Silencio, se mata". Silencio, ellos matan.

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