Wednesday, August 24, 2016

El Ejército de Israel busca generar confianza a través de ofrecer matrículas - Daniel Gordis



El ejército de Israel anunció esta semana sus planes para ampliar un programa que paga las matrículas universitarias para los veteranos de las unidades de combate. El ejército ha ofrecido durante mucho tiempo ese tipo de ventajas a los soldados de las unidades de élite, pero ahora ofrecerá la asistencia a todos los soldados de combate, así como a los soldados que sean inmigrantes recientes o procedentes de grupos minoritarios o desfavorecidos. El jefe del Estado Mayor Gadi Eisenkot dijo que espera ampliar el programa a todos los soldados si fuera posible encontrar la financiación.

Aunque la cuentía de la matrícula anual en las universidades públicas de Israel puede parecer muy baja para los estándares americanos - alrededor de 12.000 shekels (3.100 dólares) -, es mayor que en muchos países de Europa y sigue siendo un reto para muchos israelíes de clase media. La noticia será, pues, bienvenida.

¿Por qué sin embargo hacer ahora el anuncio? "Esto es lo que va a construir el ejército",  dijo Eisenkot, tal vez intencionadamente de forma oblicua. Eisenkot puede haber insinuado sus verdaderas intenciones cuando comentó, unas semanas antes, que "la mayor amenaza para el IDF es la pérdida de la confianza del público israelí".

El IDF ha sido durante mucho tiempo una institución sagrada. Las críticas al "ejército del pueblo", en un país bajo una amenaza constante y en la que siempre ha representado un proyecto universal, antes se consideraban una violación de una ética israelí fundamental.

Esos días, sin embargo, se han ido. Aunque universal en teoría, el proyecto es cualquier cosa menos eso. La gran mayoría de los hombres ultraortodoxos no sirven y tampoco lo hacen los árabes israelíes. También aumenta el número de israelíes seculares, en gran parte de Tel Aviv, que están esquivando el servicio. Los que sí lo hacen, y sus padres, cada vez hablan más de la importancia de un "reparto equitativo de la carga", una frase ahora omnipresente. Para muchas familias israelíes el desigual reparto de la carga ha arrojado una nube sobre el IDF

También existen responsabilidades cambiantes en el ejército. Durante la Primera y Segunda Intifada, el ejército no se encargó de luchar las tradicionales batallas contra los ejércitos, sino que sofocó lo que cierta parte del mundo vio como un levantamiento civil. No había gloria en esas batallas, y algunas de las medidas del IDF despertaron la abierta hostilidad de la izquierda política. En los últimos años, ya que el ejército ha desmantelado puestos ilegales de colonos judíos y trató de procesar a soldados acusados de excesiva violencia contra los árabes, ha sido la derecha la que ha denunciado las irregularidades del IDF.

El juicio del sargento Elor Azarías, acusado de disparar y matar a un terrorista ya sometido, es el caso más reciente de ello. Azarías argumentó que el tiroteo estaba justificado e insistió frente a un tribunal militar que los altos mandos "le habían arrojado a los perros". El padre de Azarías acusó al tribunal militar de sesgo político, lo que también habría sido impensable. El primer ministro Benjamin Netanyahu, en lo que constituye un signo evidente de apoyo a la parte demandada, habría considerado reunirse con el padre de Azarías. Eso habría provocado una condena generalizada, sin embargo el siempre inteligente Netanyahu abandonó la idea. Había marcado su posición, sin embargo.

[N.P.: Posteriormente, el segundo del IDF realizó durante la conmemoración de la Shoah unas críticas a la sociedad israelí que bebían claramente de los tópicos más habituales procedentes de la izquierda israelí, provocando una tormenta política en la que el IDF trató de desmarcarse de lo que mucha gente interpretó como un posicionamiento ideológico muy poco inocente].

En caso de que el público israelí siga con sus críticas al IDF, Israel se enfrentará a un serio desafío. Son pocos los países que han mantenido su entusiasmo revolucionario y su espíritu de sacrificio durante siete décadas. Israel lo ha hecho, y es poco probable que eso cambie. La mayoría de los israelíes han perdido la esperanza de que se pueda llegar a cualquier acuerdo con los palestinos en un futuro previsible. En tan sólo las últimas semanas, la Autoridad Palestina ha anunciado sus planes de demandar al Reino Unido por la Declaración de Balfour de 1917, un gesto que muestra la objeción continua de la Autoridad Palestina a la mera idea de un Estado judío. El partido Fatah del presidente Mahmoud Abbas, a continuación, se jactó en su página de Facebook de ser responsable de la muerte de 11.000 israelíes. Y más recientemente, la prensa israelí tomó nota con bastante tristeza que un palestino que se precipitó a ofrecer su asistencia de un rabino que había recibido un disparo por parte de terroristas palestinos fue despedido de su trabajo por ayudar a un judío.

Nada de eso presagia desde luego un acuerdo a corto plazo. Con Hezbollah y Hamas armados hasta los dientes y excavando túneles, y con Irán persiguiendo un arma nuclear, los israelíes necesitan no sólo de su ejército, sino también de una renovada devoción a su excelencia.

En cierto modo, irónicamente, este plan de matriculación puede exacerbar el problema. Eisenkot está jugando con el síndrome de "pregúntate por lo que tu ejército puede hacer por ti", reconociendo que la actitud más clásica israelí de exigir a sus jóvenes que se pregunten "qué podían hacer por su ejército" se ha desvanecido en gran medida. Las implicaciones de este cambio en la actitud de la sociedad israelí en general podrían ser profundas para un estado que debe luchar por su existencia desde su creación.

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