Wednesday, November 09, 2016

William Sheik al-Speare y los palestinos Manuscritos del Mar Muerto - Petra Marquardt-Bigman

 



Al igual que William al Sheik al-Speare fue un famoso escritor palestino, los Manuscritos del Mar Muerto son, por supuesto, parte de la antigua e impresionante herencia cultural palestina. Pero mientras que los usuarios de Twitter tuvieron mucha diversión con el último esfuerzo palestino de apropiarse de la historia judía, hay muchas razones para esperar que la UNESCO se muestre ansiosa por respaldar esta afirmación palestina absolutamente patética, ya que después de todo, declarar a los Manuscritos del Mar Muerto como parte del patrimonio palestino, sería un digno seguimiento de la reciente votación de dicha organización para declarar al Monte del Templo como un lugar sagrado exclusivamente musulmán.

Curiosamente, esta no es la primera vez que los palestinos están tratando de reclamar los Manuscritos del Mar Muerto como parte de su "patrimonio". En el 2009, los manuscritos fueron exhibidas en el Museo Real de Ontario en Toronto, y los palestinos con prontitud protestaron ante este "ilegal uso de sus manuscritos", y finalmente empujaron al gobierno jordano a solicitar a Canadá que los retuviera, "en un intento de mantener los manuscritos fuera de las manos de Israel". De acuerdo con el informe sobre dicho incidente, "los expertos palestinos reconocían que los manuscritos eran judíos, pero argumentaban que también son parte de la antigua herencia palestina, ya que como las ruinas romanas y bizantinas comprenden parte de su historia".

En otras palabras, si los ejércitos musulmanes árabes hubieran conquistado Bretaña después de la muerte de Shakespeare, realmente ahora podríamos enfrentarnos a reclamaciones ya que sus obras serían "parte del patrimonio palestino".

Pero la reivindicación de los Manuscritos del Mar Muerto como "parte del patrimonio palestino" en realidad debería plantear un dilema real para esos expertos palestinos que todavía "reconocen que los manuscritos son judíos", ya que después de todo, ¿cómo cuadrar eso con las interminables y repetidas reivindicaciones palestinas de que la judíos sólo son unos malignos colonizadores europeos que están fingiendo, mediante una desesperada campaña de hallazgos arqueológicos, reclamar una antigua conexión con la Tierra de Israel? Y qué hacer con los hechos inconvenientes , ¿como que "el hebreo es el idioma más utilizado en los manuscritos" y que dichos manuscritos son "copias parciales o completas de todos los libros de la Biblia hebrea (excepto el libro de Ester)"?

Bueno, no debería ser demasiado difícil de conseguir que la UNESCO vote una declaración afirmando que el "hebreo en el Mar Muerto era en realidad un dialecto árabe" y que esas copias de los libros de la Biblia hebrea son solamente en realidad esbozos del Corán. (Y de paso, que la UNESCO confirme que “Shakespeare era en realidad un árabe llamado William al Sheik-Speare"?)

Si se está preguntando lo bajo que están dispuestos a llegar los palestinos  con el fin de impulsar su falsa reclamación de los Manuscritos del Mar Muerto, el "galardonado periodista palestino" Daoud Kuttab escribió una reveladora columna en el Huffington Post sobre "Crecer en Belén con la historia de los Manuscritos del Mar Muerto" en un intento de reforzar las demandas palestinas en el 2009 cuando se exhibieron en Toronto, Canadá. En un comentario relacionado con dicho artículo y con el título "Manuscritos del Mar Muerto: ¿Cualquier cosa menos judíos?", ponía de relieve como Kuttab se mostraba particularmente molesto por las afirmaciones israelíes de que "los Manuscritos no tienen conexión con Jordania o el pueblo jordano", y estaba furioso con el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores israelí, Yigal Palmor, por realizar la "absurda afirmación" de que el dominio de Jordania sobre sus compañeros palestinos desde 1948 a 1967 fue una "ocupación".  En otras palabras, en realidad no importaba si los Manuscritos del Mar muerto formaba parte de ese tan antiguo patrimonio palestina o jordano, lo único que importaba era el innegable hecho de que en realidad formaban "parte intrínseca de la herencia y la religión judía".

Como señalé en aquel entonces, Kuttab estaba tan absorto en sí mismo que fue suficiente para convencerse de que estas afirmaciones israelíes quedaban invalidadas por sus propios recuerdos de la infancia, cuando le contaron la historia del descubrimiento de los primeros manuscritos por un pastor de cabras beduino, le cual le pidió a un zapatero árabe que le hiciera unas sandalias de ellos. Por fortuna, el zapatero se dio cuenta de que estos manuscritos podrían ser valiosos (y que merecía la pena llevarlos ante un anticuario). Según Kuttab, los manuscritos pasaron  eventualmente a un funcionario de alto rango de la Iglesia Ortodoxa siria, quién logró venderlos a precio de oro. ¿Podría haber una mejor ilustración de la gran y sentida unión árabe con este tesoro histórico único?

Pero la parte quizá más atroz del artículo de Kuttab es cuando pontifica acerca de cómo la "Tierra Santa es sagrada para las tres religiones monoteístas",  porque lo que da a entender aparentemente es que los seguidores de la primera religión monoteísta, los judíos, no pueden considerar a esa Tierra Santa como parte de su propia herencia. Por lo tanto, Kuttab clama contra "las reclamaciones de una exclusividad religiosa" y argumenta: "Los fragmentos de todos los libros del Antiguo Testamento fueron encontrados en varias cuevas, no todos los cuales estaban limitados a la fe judía, pues algunos forman parte integral del cristianismo. Y el Islam también considera sagrado al Antiguo Testamento".

Pues bien, señor Kuttab, he aquí una idea: si el Islam "también considera al Antiguo Testamento como sagrado", tal vez ha llegado el momento de que los musulmanes comiencen a demostrar algo de respeto por los seguidores del Antiguo Testamento y por la herencia que judíos y cristianos crearon mucho antes que el Islam.

Pero tal vez realmente esto sea pedir demasiado en un momento en que la UNESCO tiene tantas ganas de promover el supremacismo religioso musulmán, y ayudar a los palestinos a saquear la "herencia" de ese pueblo judío cuya historia en el área entre el río Jordán y el Mediterráneo se remonta a unos tres mil años.

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