Sunday, April 02, 2017

Cómo el Tribunal Supremo de Israel ha girado hacia la derecha - Shmuel Rosner - NYTimes




Después de muchos apretones de manos, cuatro nuevos jueces fueron designados a finales de febrero para los 15 miembros de la Corte Suprema de Israel. La ministra de Justicia, Ayelet Shaked, proviene de un partido religioso de derechas y ha defendido durante mucho tiempo los cambios en la composición ideológica de la Corte, considerado estos nombramientos como una victoria: uno de los nuevos jueces es un colono, otra es una mujer judía ortodoxa, un tercero también es considerado un conservador. El cuarto juez es un árabe israelí.

Sobre los nuevos nombramientos judiciales, la ministra Shaked argumentó que "reflejan la diversidad humana y legal" que, según dijo, había "estado hasta ahora tan ausente en nuestro más alto tribunal". Después de décadas dominando la política nacional, la derecha israelí ha roto finalmente sin complejos este bastión del liberalismo y la izquierda. Ahora la derecha tiene la oportunidad de demostrar que puede gobernar el país de manera efectiva sin estar limitada por una Corte Suprema liberal.

La ingeniería de este terremoto político requiere cierta seria politiquería. Un comité de nueve miembros selecciona a los jueces para la Corte Suprema de Justicia. Cuatro miembros son políticos, dos de ellos ministros y dos miembros de la Knesset. Tres jueces también forman parte del comité, dos de ellos representantes del Colegio de Abogados. Para conseguir que los jueces conservadores pudieran optar a la elección, la ministra Shaked forjó astutamente una coalición entre los políticos y la abogacía. Cuando los jueces en el comité trataron de bloquear a la mayoría de los recién propuestos, les hizo retroceder con la amenaza de aprobar una legislación que tendría el efecto de cancelar su poder de veto sobre los candidatos a los que tienen una descarada aversión ideológica.

La Corte Suprema había sido el objeto de las quejas de la derecha durante más de dos décadas. En la década de 1990, una Corte de orientación progresista y liberal comenzó a interpretar las leyes fundamentales - el sustituto parcial en Israel de una constitución - de una manera más expansiva y liberal. La Corte también se volvió más agresiva a la hora de inhibir las acciones del gobierno. Ese nuevo enfoque, calificado entonces de la "revolución constitucional" de Aharon Barak, el presidente de la Corte Suprema durante un largo periodo, tenía el objetivo de llenar de manera liberal el vacío dejado por la falta de una constitución de Israel.

El momento elegido no podría haber estado más fuera de sintonía con la dirección del país. A medida que la Corte Suprema se estaba volviendo más liberal e intervencionista, los votantes y los políticos de Israel se  estaban moviendo hacia la derecha. Cuando los liberales y la izquierda perdieron las elecciones, optaron por recurrir cada vez más a la Corte Suprema. Mientras tanto, los jueces se convirtieron en un irritación constante para los conservadores, que ganaban las elecciones sólo para ver sus programas y políticas eran limitadas por el poder judicial.

Los críticos entonces dijeron que la Corte Suprema estaba forzando con sus valores liberales las políticas de los gobernantes elegidos en Israel. Por ejemplo, en el 2013 la Corte rechazó una norma del gobierno que permitía al estado detener sin juicio a los inmigrantes ilegales durante tres años. Durante años, los colonos y sus partidarios han acusado a la Corte Suprema de ser muy receptiva a las demandas de los árabes de construir sus casas sin las licencias apropiadas, mientras era muy duro con los colonos que hacían lo mismo. La ministra Shaked y muchos de sus compañeros en el gobierno criticaron duramente a la Corte en estos casos.

En cierto modo, la Corte se veía enfrentada a la mayoría. O al menos así lo percibía un creciente número de israelíes. El índice de aprobación de la Corte Suprema aún siendo alta, parece estar erosionándose. El no partidista Instituto Israelí de la Democracia relata una significativo disminución de la aprobación de la Corte entre los israelíes de 2000 a 2009. Y el año pasado, se encontró que entre los israelíes de derechas "sólo el 41% depositan su confianza en esta institución".

Las mayorías gobernantes a menudo esperan que el poder judicial sea más compatible con su ideología. Pero en Israel el sistema de selección de los jueces hace que esto sea mucho más  difícil. El proceso por el cual se nombran los nuevos jueces (pues se jubilan a los 70) históricamente ha estado menos politizado, con los jueces teniendo el poder de veto sobre los candidatos para inhabilitarlos.

Durante las últimas cuatro décadas, en las que el derecha ha alcanzado el control del poder, se ha tratado de debilitar la percepción del control existente por las agendas liberales de izquierda  de las grandes instituciones, las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación . Ahora es el turno de la Corte Suprema.

Es sin duda un momento terrible para una minoría de israelíes, esos que creen que la Corte Suprema, con su agenda liberal y de izquierdas, era la última de las instituciones democráticas de Israel no tocada por la derecha. Pero la mayoría del país observa ese cambio gradual de la Corte como un hecho positivo, un paso importante para la coalición gobernante de Israel y para los votantes conservadores y representantes. Es decir, si la coalición conservadora resulta digna de los cambios que está promulgando.

Durante muchos años, una activista y liberal Corte Suprema sirvió de excusa y un escudo para los conservadores de Israel. Cuando el gobierno de la derecha no lograba alcanzar sus objetivos, lo atribuyó a una Corte que le ataba sus manos. Cuando la izquierda no lograba frenarlo, contaba con la Corte para hacer su trabajo.

Pero eso parece haberse detenido.

Aunque no haya garantías a priori, parece probable que una Corte más conservadora no bloqueará tanto las políticas que elabore un gobierno o una Knesset conservadora. Así que al forzar la mano de los jueces, la ministra Shaked ha promovido un entorno político y legal más independiente.

Pero ahora la carga es suya. Después de cuatro décadas de dominio político, la coalición conservadora que gobierna Israel se siente segura y lo suficientemente madura como para dirigir el país sin necesidad de excusas fáciles como las de reprobar a la Corte Suprema. Sólo el tiempo dirá si los conservadores entienden que el debilitamiento de la Corte tiene un precio: ahora tendrán que asumir la responsabilidad por sus propias acciones.

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