Saturday, September 30, 2017

Israel y la crisis judía americana - Caroline Glick



Cuando el Año Nuevo 5778 comienza, el 88% de los judíos israelíes dicen que están contentos y satisfechos con sus vidas. Esto tiene sentido. La seguridad relativa de Israel, su prosperidad, libertad y florecimiento espiritual hacen de los judíos israelíes la comunidad judía más exitosa en 3.500 años de historia judía.

Lo mismo no puede decirse de los judíos de la Diáspora. En la Europa occidental, las comunidades judías que hace apenas una generación fueron consideradas seguras y prósperas ahora están sitiadas. Las sinagogas y las escuelas judías parecen cuarteles del ejército. Y los severos cordones de seguridad que los judíos necesitan pasar para orar y estudiar están totalmente justificados. Allí donde están ausentes, como estaban en el hipermercado Hyper Cacher en París en 2015, los asaltantes atacan.

La crisis de los judíos de Europa Occidental es exógena a las comunidades judías. No son los judíos los que han causado la crisis, la cual puede con el tiempo provocar el éxodo mayoritario de los judíos de Europa. La crisis está producida por unos niveles crecientes de antisemitismo popular impulsado por la inmigración masiva del mundo islámico y el resurgimiento del odio hacia los judíos de los propios europeos, particularmente en la extrema izquierda.

Esta no es la situación entre los judíos norteamericanos que, en los albores del 5778, también se encuentran inmersos en una crisis cada vez más profunda. Y mientras que el antisemitismo es un problema creciente en los Estados Unidos, sobre todo en los campus universitarios, a diferencia de sus homólogos europeos los judíos estadounidenses sí podrían defenderse y ganar una batalla contra las crecientes fuerzas antijudías. Pero en gran parte, han optado por no hacerlo. Y han optado por no luchar contra los antisemitas porque están en medio de una crisis de identidad autoinducida.

Primero, está el problema del colapso demográfico.

Según el estudio del Pew Research Center de 2013 de la judería estadounidense, casi el 60% de los judíos estadounidenses se casan con no judíos. Basado en los datos de Pew, el Jewish People Policy Institute publicó un informe en junio que señalaba que no sólo el 60% de los judíos estadounidenses se casan con no judíos, sino que sólo la mitad de los judíos estadounidenses se casan. Y entre los que se están casando, menos de un tercio están criando a sus hijos como judíos de alguna manera.

A principios de este mes, un estudio de los judíos estadounidenses fue publicado por el Public Religion Research Institute. Allí no sólo se mostraba que no ha mejorado la situación desde que se publicó la encuesta del Pew, sino que la tendencia hacia la asimilación y la pérdida de identidad judía entre los judíos estadounidenses se ha acelerado.

En 2013, el 32% de los judíos estadounidenses menores de 30 años dijeron que no eran judíos por religión. Hoy la proporción de judíos menores de 30 años que dicen que no tienen relación con la fe judía ha aumentado al 47%.

No es de extrañar que el abandono mayoritario de la fe judía por casi la mitad de los jóvenes judíos estadounidenses haya afectado a las dos corrientes liberales del judaísmo americano. Según el estudio, el porcentaje de judíos estadounidenses que se identifican como judíos de la Reforma o del judaísmo Conservador está en caída libre.

Mientras que en el 2013 el 35% de los judíos estadounidenses se identificaban como de la Reforma, hoy apenas cuatro años después sólo el 28% se identifica así. La situación entre el judaísmo Conservadores es aún peor. En 2013, el 18% de los judíos estadounidenses se identificaron como conservadores. Hoy, sólo el 14% lo hace. Entre los menores de 30 años la situación es aún más grave. Sólo el 20% de los judíos estadounidenses menores de 30 años se identifican como de la Reforma, y sólo el 8% se identifica como conservador.

Es cierto que la tendencia hacia el secularismo y la asimilación entre los judíos estadounidenses no es nueva. Y con el paso de los años, los líderes reformistas y conservadores han adoptado diversas estrategias para lidiar con ella.

En 1999, el movimiento reformista trató de abordar el problema mediante el fortalecimiento de las prácticas religiosas del movimiento. Aunque el esfuerzo falló, el impulso que impulsó dicha estrategia fue racional. Los judíos estadounidenses que buscan un significado espiritual y religioso probablemente quieren algo más que sermones acerca del tikkun olam.

El problema es que esos judíos también quieren más que un rabino poniéndose una kippa y una sinagoga para mantenerse kosher.

Por eso, a medida que el número de judíos reformistas y conservadores se contrae, el número de judíos estadounidenses que se asocian con el movimiento ortodoxo está creciendo. Entre 2013 y 2017, la proporción de jóvenes judíos estadounidenses que se identifican como ortodoxos creció del 10% al 15%.

Además, cada vez más judíos estadounidenses están encontrando su hogar espiritual con Chabad. Hoy en día hay más casas de Chabad en los Estados Unidos que sinagogas de la Reforma.

Incapaces de competir por los judíos que buscan una observancia religioso, los movimientos reformistas y conservadores han buscado nuevos medios para reunir a sus bases y atraer a sus miembros. Durante el último año, dos nuevas estrategias están dominando las acciones públicas de ambos movimientos.

En primer lugar, hay una lucha selectiva contra el antisemitismo.

Mientras que el antisemitismo está experimentando un brote de crecimiento en el movimiento progresista de los Estados Unidos y se está volviendo cada vez más manifiesto en las comunidades musulmanas de EEUU, ni los movimientos reformistas ni los conservadores han tomado medidas institucionales significativas para combatirlo.

En cambio, ambos movimientos, y una gran franja del mundo institucional judío, liderado en gran parte por los judíos de la reforma y conservadores, han hecho la vista gorda a este antisemitismo o lo han permitido.

Tomemos por ejemplo el caso del imán Amman Shahin, de Davis, California.

El 21 de julio, Shahin dio un sermón pidiendo que el pueblo judío fuera aniquilado. Sus vecinos judíos en las comunidades judías progresistas de Davis y Sacramento no llamaron a la policía y exigieron que fuera investigado por lazos terroristas. No exigieron que su mezquita lo despidiera.

En cambio, liderados por la Federación Judía de Oakland, el rabino local Seth Castleman y el JCRC, abrazaron a Shahin. Aparecieron con él en una ceremonia pública de "disculpa", en la que no se disculpó por haber pedido que sus colegas judíos, y todos los demás judíos, fueran asesinados.

Todo lo que Shahin hizo fue expresar su pesar porque su llamamiento al genocidio hubiera ofendido.

Por otra parte, esos mismos líderes encabezan las acusaciones de violencia antisemita procedentes de la derecha política. Ante la absoluta falta de evidencia, cuando las instituciones judías fueron sometidas a una serie de amenazas de bomba el invierno pasado, líderes reformistas y conservadores lideraron la acusación insistiendo en que los antisemitas de extrema derecha estaban detrás de ello, e insinuaron que los perpetradores apoyaron al presidente Donald Trump. Cuando se conoció que todas las amenazas fueron realizadas por un judío israelí mentalmente enfermo, nunca emitieron una disculpa.

Así también, los movimientos reformistas y conservadores, al igual que el resto de la comunidad judía americana, trataron el motín de Charlottesville el mes pasado como un nuevo incendio del Reichstag. Ignoraron por completo la violencia de los manifestantes antifascistas de extrema izquierda, y se comportaron como si mañana los neonazis fueran a tomar el control del gobierno federal. Saltaron del carro insistiendo en que la condena inicial de Trump de ambos grupos era la prueba de que es blando con los neonazis.

El problema con la estrategia de indignación selectiva con el antisemitismo es que no está en absoluto claro quién es el público objetivo. Los datos de la encuesta muestran que los judíos más activamente judíos están en la sinagoga, son políticamente menos radicales y están más dedicados a las causas judías. Por lo tanto, es difícil ver cómo hacer la vista gorda ante el antisemitismo izquierdista y musulmán reunirá a sus miembros actuales más de lo que ya están reunidos. Por otra parte, los judíos más radicalizados políticamente están sobretodo influidos por su activismo político, lo principal para ellos, tanto como judíos y como izquierdistas. No importará el grado de anti-Trump en que se conviertan los líderes conservadores y reformistas, nunca podrán competir con las fuerzas e intereses progresistas del Partido Demócrata.

Las perspectivas para el éxito de la segunda estrategia son incluso más bajas. La segunda estrategia consiste en cultivar la animosidad hacia Israel por el tema de la oración igualitaria en el Kotel.

El pasado mes de junio, el gobierno israelí revocó una decisión anterior de construir un pasadizo que conecta el Western Wall Plaza con el Arco de Robinson, a lo largo del sur del Muro Occidental, donde se celebran servicios de oración igualitarios. El gobierno también rescindió una decisión anterior por la que representantes de los movimientos conservadores y reformistas recibirían la entrada como miembros en el comité que gestiona el Western Wall Plaza.

La primera decisión del gobierno fue no política. La Autoridad de Antigüedades paralizó la construcción del paso debido al impacto adverso que la construcción tendría en las antigüedades debajo de la superficie.

En cuanto a la segunda decisión, está lejos de ser una cuestión de vida o muerte. El comité no tiene poder para influir en las oraciones igualitarias para bien o para mal.

Y sin embargo, en lugar de reconocer que la decisión fue un revés pero no perjudicaba el estatus de la oración igualitaria en el Muro, los movimientos reformista y conservador declararon la guerra contra el gobierno y arrastraron a gran parte del establishment judío detrás de ellos.

El liderazgo de la Reforma canceló una reunión programada con el primer ministro Binyamin Netanyahu, y la Junta de la Agencia Judía siguió el ejemplo.

Seiscientos rabinos conservadores firmaron una carta a Netanyahu acusándolo de traicionar a los judíos de la Diáspora y anunciando que se verían obligados a reconsiderar su apoyo a Israel.

El embajador David Friedman, que acababa de llegar a Israel un mes antes de la explosión, usó sus primeras declaraciones públicas como embajador para llamar a sus compañeros judíos estadounidenses a la tranquilidad.

Friedman dijo: "Ayer oí algo que pensé que nunca había oído antes. Y entiendo la fuente de la frustración y la fuente de la ira. Pero escuché a una importante organización judía decir que necesitaban repensar su apoyo al Estado de Israel. Eso era algo impensable para mí, hasta ayer. Tenemos que hacerlo mejor. Tenemos que hacerlo mejor".

Pero en los meses transcurridos, los movimientos de la Reforma y Conservador no han cedido en sus ataques. Los han incrementado.

La idea parece ser que si pueden hacer que parezca una lucha de vida o muerte entre Israel y el judaismo progresista, ambos movimientos podrán mantener a sus bases cada vez más débiles y atraer a miembros de la cada vez más anti-Israel extrema izquierda judía.

El problema con esto es que si no pueden superar al Partido Demócrata en su hostilidad hacia Trump, los movimientos de la Reforma y Conservador no podrán ser más anti-Israel que las Voces Judías por la Paz y otros grupos judíos anti-Israel.

La cuestión para los israelíes es lo que implicará este fracaso del principal liderazgo judío estadounidense para el futuro de la relación de Israel con los judíos estadounidenses. La supervivencia y la continuidad judías a través de los siglos ha sido enseñada y depende de nuestra habilidad como judíos para sostener el mandamiento de los sabios de que todos los judíos son responsables los unos de los otros. Como la comunidad judía más exitosa en la historia, Israel tiene una responsabilidad especial para nuestros hermanos en la Diáspora.

El primer paso hacia el cumplimiento de nuestro deber es reconocer el hecho básico de que si bien es cierto que la comunidad judía americana está en crisis, los líderes de esa comunidad se encuentran en una crisis aún más profunda. Y la clave para fortalecer y apoyar a la comunidad es pasar por alto su liderazgo fracasado y hablar e interactuar directamente con los judíos estadounidenses.

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