Thursday, November 23, 2017

El impacto radical del centrismo - Shmuel Rosner



Avi Gabbay

El centrismo a menudo no es más que una fachada. Una forma de retratar unos puntos de vista como más legítimos que los de los demás. Pero el centrismo también puede ser real. Puede ser una forma práctica para que un líder o un político establezca una red con la que captar la mayor cantidad de votantes posible. Puede ser una creencia ideológica creer que el centro, evitando los extremos, es la forma más encomiable de formular políticas.

El centro es, por supuesto, un objetivo en movimiento, como lo demostraron dos líderes israelíes en las últimas semanas. A principios de esta semana, el presidente Reuven Rivlin se expuso a un ataque feroz desde algunos sectores derechistas al negarse a indultar a Elor Azaria, un soldado condenado por homicidio. Su retrato con un kaffiyeh, que recuerda a los carteles anteriores al asesinato de Yitzhak Rabin hace más de dos décadas, fue publicado en las redes sociales. Fue acusado de izquierdismo y de debilidad.

Rivlin no necesita votos, por lo que no hay un cálculo electoral extrapolable detrás de su decisión. Aún así, sus críticos no le otorgarían el beneficio de la duda. Suponen que hace lo que hace para obtener la aprobación de los intelectuales liberales y progresistas, o de los medios de comunicación, o del tribunal internacional de opinión pública, o todo lo anterior.

Unos días antes, otro líder israelí desilusionó y enfureció a muchos israelíes que pertenecían al supuesto campo que representa. Esta vez fue el líder del Partido Laborista, un partido de centro izquierda. Lo hizo criticando a su campo con un desagradable comentario que empleó Benjamin Netanyahu en su primer mandato como primer ministro en los años noventa. Netanyahu por aquel entonces susurró a los oídos de un conocido rabino y cabalista: "Los izquierdistas olvidaron cómo ser judíos". Avi Gabbay, líder del Partido Laborista, se hizo eco de estas palabras en un torpe intento de insinuar que Netanyahu tenía cierta razón: la izquierda no puede ganar las elecciones en Israel si, en lugar de considerar propio al judaísmo, parece ser ajeno a él.

Gabbay no está en la misma posición que Rivlin. Él es un prometedor líder de un partido que trata de captar electores, y que trata de girar hacia la derecha para hacerlo más aceptable para más israelíes, y posiblemente convertirlo, una vez más, en una auténtica alternativa política al Likud. Gabbay realmente puede creer que el centrismo es lo mejor, pero seguramente ve una necesidad práctica en acercarse al centro.

En ambos casos, los sectores supuestamente contrarios a Rivlin y Gabbay son los que más han alabado sus acciones. La oposición política aclamó a Rivlin por tener principios y por no rendirse a la mafia de la derecha. La coalición de Israel aclamó a Gabbay por finalmente admitir la grave deficiencia de su propio campo ideológico. En ambos casos, esto fue una desgracia: el mensaje de Rivlin fue más relevante para la derecha, que parece desear olvidar y perdonar a un soldado que desafió las órdenes y mató a tiros a un terrorista desarmado (pero no inocente). El mensaje de Gabbay es más relevante para la izquierda, que parece demasiado dispuesta a olvidar y renunciar a las tradiciones y a la cultura judías en pos de ideologías universalistas.

¿Deberíamos considerar a estos dos líderes como centristas por su decisión de alejarse de su base inicial de apoyo y dirigirse hacia un centro imaginario (o tal vez real)? O tal vez estos líderes son radicales, ya que audazmente desafían la convención y su base política de apoyo para seguir un camino que creen que es el correcto.

La respuesta en este caso es ambas cosas. Es decir: en el mundo de hoy, ser un centrista suele ser más radical que todas las demás opciones. Netanyahu no hace nada radical cuando juega con su base de apoyo electoral y le da a sus votantes lo que quieren oír. Los líderes de un partido de izquierda como el Meretz no hacen nada radical cuando también juegan contra su base de apoyo y la alejan del consenso israelí, llevándolos a la tierra de la impotencia política. Rivlin y Gabbay intentan algo más audaz: ver si al ser centristas también pueden empujar a sus audiencias hacia el centrismo, la moderación y la relevancia.

Si eligieron el tema o la frase correcta para presentar su caso es una buena pregunta. La reacción a sus respectivas decisiones no fue muy alentadora, y por lo tanto no estoy seguro de que la respuesta a esta pregunta sea positiva. Pero el sentimiento es encomiable. Sí, Israel no debería ser un lugar donde los soldados disparen a terroristas desarmados sin una causa adecuada y donde la mafia que los apoya establece las reglas. Sí, Israel no debería ser un lugar donde la oposición al gobierno signifique el abandono de las tradiciones y la cultura judías. El centrismo radical es necesario.

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