Sunday, February 04, 2018

Europa: los símbolos judeocristianos desaparecen, los del Islam van ocupando su lugar - Giulio Meotti - Gatestone



Algunos escritores franceses acuñaron el término "le grand remplacement", que significa el reemplazamiento demográfico por inmigrantes, de preferencia musulmanes, de los europeos nativos. Sin embargo, hay otro reemplazamiento que se desarrolla en el viejo continente.

Miren las imágenes tomadas por el fotógrafo húngaro-israelí Bernadett Alpern. Las sinagogas, como testigos silenciosos de la desaparición de una rama fundamental de la civilización europea, se han convertido en museos, piscinas, centros comerciales, comisarías y mezquitas.

Ahora llega el turno de las estrellas de David y las kipás, los dos símbolos judíos más visibles. Una encuesta de la Organización Sionista Mundial reveló recientemente que al menos la mitad de los judíos en Europa no se sienten seguros usando los símbolos de su fe. Ellos están en lo correcto. Hace unos días, un niño judío de 8 años que llevaba una kipá fue atacado y golpeado en la calle por dos jóvenes en Sarcelles. A principios de enero, en el mismo suburbio, un hombre le cortó la cara a una niña judía de 15 años que estaba caminando hacia su casa mientras vestía el uniforme de su escuela judía. Es la "nueva normalidad" para los judíos franceses.

Durante años, las elites europeas han predicado el multiculturalismo y el relativismo religioso y cultural. Ahora nos encontramos viviendo no solamente los nuevos ataques contra los judíos, unos europeos asediados personalmente al igual que su fe, sino también de una masiva descristianización.

Una histórica iglesia alemana, St. Lambertus, fue demolida el mes pasado. Esa iglesia católica del siglo XIX de Alemania fue destruida para dar paso a una mina de carbón. Es tristemente irónico que el único grupo que protestó por esta destrucción vergonzosa fuera secular y no cristiano: Greenpeace. Cuarenta activistas subieron a la iglesia para protestar por su demolición. Exhibieron pancartas que decían: "Los que destruyen la cultura también destruyen a los humanos".

La demolición de una de las torres de St. Lambertus Chruch en Immerath, Alemania, el 9 de enero de 2018. (Fuente de la imagen: Superbass / Wikimedia Commons)

El abandono de las iglesias antiguas no es una cuestión económica. El año pasado, los ingresos de la Iglesia Católica alemana alcanzaron un récord de 7,1 mil millones de dólares. Es más bien una cuestión de declive cultural. Es un destino que también espera a muchos otros sitios cristianos en Europa.

El mercado inmobiliario británico ahora está lidiando con un nuevo y especial producto: las antiguas iglesias cristianas. Una antigua iglesia metodista en Surrey fue recientemente puesta a la venta por primera vez en sus 154 años de historia. Y unos días más tarde, una iglesia en Londres salió al mercado, siendo convertida en apartamentos.

Los símbolos religiosos son una parte integral de una civilización. "El comunismo era una especie de religión falsa, aunque tenía su propia liturgia", dijo el autor francés Michel Houellebecq en una entrevista reciente . "Una religión es mucho más difícil de destruir que un sistema político. Y la religión juega un papel clave en la sociedad y en su cohesión".

Pero cuando los viejos símbolos desaparecen, los nuevos, con sus propias identidades, toman su lugar.

"El Islam es una reacción al cristianismo, al cual desea reemplazar", comenta el profesor Rémi Brague, autor del nuevo libro, "Sur la religion (Sobre la religión)". El islamismo, según Brague, es un intento de reemplazar la civilización judeocristiana. La imaginación pública de Europa se está inundando de símbolos islámicos, desde velos en las escuelas, piscinas y lugares de trabajo, hasta el volumen y la altura de los minaretes de las mezquitas.

Brague agrega que "las instituciones libres apenas se desarrollaron en aquellas áreas que no habían sido influenciadas por las ideas judías o cristianas". Por lo tanto, el cambio también debería importar a la población laica o secular, a quienes no les importa la religión.

Nosotros, seculares impenitentes, podríamos permanecer felizmente indiferentes a la caída de los viejos símbolos religiosos, pero no debemos ser indiferentes a los nuevos símbolos religiosos que toman su lugar.

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