Saturday, March 10, 2018

¿Un nuevo judío? Cómo Israel redefinió los contornos de la identidad judía - Yair Sheleg - IDI



"¿Quién es judío?" ha sido siempre un tema prominente en la agenda de nuestro pueblo.

La ola de inmigración de la antigua Unión Soviética solo puso de relieve la importancia de esta cuestión. Después de todo, la mayoría de estos inmigrantes se autoidentifican como judíos, incluso si la ley religiosa judía (Halajá) no los reconoce como tales y, como resultado, tampoco lo hace el estado.

En Israel, la respuesta a "¿quién es judío?" tiene amplias ramificaciones porque el estado concede inmediatamente una serie de derechos, que incluyen la residencia permanente y la ciudadanía, a aquellos que oficialmente se reconoce como judíos. Sin embargo, a pesar de los contornos únicos del debate sobre quién es judío tal como se desarrolla en Israel, lo que estamos presenciando hoy no es sino otra manifestación de la gran disputa judía que comenzó durante la era moderna, cuando la identidad judía fue separada de la observancia religiosa.

Esa separación dio lugar a varias preguntas fundamentales: ¿el judío secular o ateo es aún un judío? ¿puede una persona ser considerada judía si solo su padre es judío?. Y si un judío secular es reconocido como judío, como lo permite la Halajá, ¿por qué no permitir que las personas se unan a la tribu lo hagan como miembros de una nación judía secular, en lugar de hacerlo a través de la conversión religiosa? Si bien estas preocupaciones de peso son infinitamente interesantes de considerar, me gustaría proponer que todas las preguntas relacionadas con la identidad judía deberían tener en cuenta en primer lugar el cambio dramático, incluso desde el punto de vista de la ley religiosa, que el pueblo judío ha sufrido.

El judaísmo ya no está íntima e inexorablemente ligado a la observancia religiosa. Además, la identidad judía en Israel se basa y se deriva de unas condiciones fundamentalmente diferentes a las de la diáspora.

Irónicamente, fue la doble identidad del pueblo judío, como nación y como grupo religioso, lo que le permitió soportar un exilio a menudo cruel de 2.000 años. El pueblo judío se sirvió bien de esa dualidad. El aspecto nacional de la identidad de los judíos conservó el anhelo de un retorno a su patria histórica, mientras que el componente religioso fue crucial para mantener a los judíos como una entidad única entre las naciones.

Sin embargo, el surgimiento de un Estado judío soberano ha facilitado un cambio de paradigma, de regreso al tiempo del Primer Templo, cuando la nacionalidad era la característica dominante del pueblo judío y la identidad religiosa se definía vagamente.

De hecho, nada menos que una fuente como la Biblia afirma que los antiguos israelitas practicaban periódicamente el culto a los ídolos, aunque esto no les impidió mantener una identidad nacional fuerte y distintiva. Como tal, si nuestros antepasados ​​pudieran autoidentificarse simultáneamente como Hijos de Israel  y adoradores de ídolos, los judíos de hoy en día ciertamente deberían poder definirse a sí mismos como parte de la nación judía, especialmente en una era en la que la identidad judía secular está casi siempre vinculada a la cultura judía, las fiestas judías y otros componentes de la tradición.

Dada la transformación de la identidad judía en el Israel moderno y la creciente disparidad entre la experiencia judía en Israel y en la diáspora, ya es hora de una reevaluación de los límites de la identidad judía.

Es probable que los judíos que viven en el Estado judío de Israel conserven su identidad judía incluso sin practicar el judaísmo en un sentido religioso. De hecho, si realmente quisieran "asimilarse" eso requeriría un esfuerzo activo, en oposición a la situación en la Diáspora. Para tales judíos israelíes, una definición de su identidad basada en la nacionalidad resulta por lo tanto necesaria, y tal definición también debería ser incorporada en las leyes de Israel, como la Ley del Retorno.

Por otro lado, las autoridades religiosas en Israel y en la diáspora deben mantener el derecho a definir la identidad judía sobre una base religiosa. Aún así, es apropiado que las definiciones halájicas reconozcan los cambios sísmicos que ha sufrido el pueblo judío, tanto en el proceso de secularización como en el establecimiento del estado, y los incorpore en consecuencia.

Por supuesto, los métodos exactos para poner estos principios en práctica deben ser discutidos.

Sin embargo, primero debemos llegar a un acuerdo con respecto a este principio histórico básico de la naturaleza evolutiva de la identidad judía.

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