Saturday, May 05, 2018

Muy recomendable: "Reconocer de una vez los auténticos obstáculos para la paz" - Jonathan Tobin - JNS



Para muchos judíos estadounidenses, la historia del conflicto entre Israel y los palestinos tiene que ver con culpar al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu por resistirse a la paz y seguir construyendo asentamientos. El hecho de que la mayoría de los israelíes vean el tema de manera muy diferente es un hecho inconveniente.

Los liberales estadounidenses ven la renuencia de los israelíes a abandonar Cisjordania, tal como lo hicieron con Gaza en 2005, como resultado de un extremismo equivocado o de unos temores insensatos.

¿Qué explica la brecha entre la opinión israelí y la de la Diáspora?

La respuesta radica en la falta de voluntad para pensar con claridad no solo en lo que quieren los palestinos, sino también en lo que hacen y dicen. En la última semana, los que estaban dispuestos a escuchar obtuvieron una explicación de por qué incluso la mayoría de los israelíes que están a favor de una solución de dos estados en teoría no creen que tenga sentido retirarse de Cisjordania y Jerusalén en el futuro previsible.

El líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, acaba de ofrecer otro ejemplo de por qué los israelíes no confían en la persona a la que la mayoría del mundo se refiere como "su socio para la paz". En una farsante refutación antisemita ante el Consejo Nacional de Palestina en Ramallah, denunció el sionismo como un complot europeo. Dándole a sus oyentes lo que llamó una "lección de historia", les dijo que "Israel es un proyecto colonial que no tiene nada que ver con los judíos. Los europeos querían traer a los judíos aquí para preservar sus intereses en la región".

Abbas llegó a disputar la conexión de más de 3.000 años de antigüedad entre la Tierra de Israel y el pueblo judío. Recicló mitos antisemitas desacreditados sobre los judíos modernos como afirmar que descienden de los kázaros, en lugar de los antiguos israelitas.

Igualmente de vicioso, dijo que el Holocausto no fue causado por el antisemitismo sino por el "comportamiento social" de los judíos, "su usura y sus asuntos sociales". También buscó vincular al movimiento sionista con Adolf Hitler, argumentando que un acuerdo que permitió a algunos judíos alemanes escapar de la Shoah era una prueba de que el regreso de los judíos a su tierra era un complot Nazi-Sionista.

Para aquellos que conocen la biografía de Abbas, esta última acusación no es nada nueva. Abbas fue el autor de una disertación doctoral de 1982 que se centró en la difamación nazi-sionista, así como en la negación del Holocausto en la que afirmaba que la cifra de 6 millones de víctimas judías era una exageración.

Si bien esto dista mucho de ser la primera vez en que se ha visto involucrado en afirmaciones antisemitas, era el tipo de cosas que incluso aquellos que normalmente se desviven por racionalizar la mala conducta palestina no pueden digerir. La Unión Europea y el ex secretario de Estado de los Estados Unidos John Kerry condenaron el antisemitismo de Abbas. El lobby izquierdista J Street llegó incluso a señalar su utilización de "tropos antisemitas", así como sus "comentarios profundamente ofensivos". Amira Hass, la columnista rabiosamente antisionista del Haaretz, tampoco pudo evitarlo, aunque habló de "aroma de antisemitismo" en su artículo.

Sin embargo, algunos todavía argumentan que no importa si Abbas es antisemita mientras quiera una solución de dos estados. Creen que la presencia de Israel en los territorios es corrosiva para el carácter del país y, en última instancia, una amenaza para la reclamación de la nación de ser tanto una democracia como un estado judío. Dicen que es mejor tener un pueblo que comparta las odiosas opiniones de Abbas al otro lado de una frontera defendida por las Fuerzas de Defensa de Israel que tenerlo dentro de ella.

El problema es que eso significa que "se le pida a Israel que negocie sus únicas piezas en las negociación en forma de territorios a cambio de algo que, como reconocen incluso la mayoría de los defensores de la paz, será una tregua armada en el mejor de los casos, en lugar de la paz". El discurso de Abbas es un indicio de que el estado palestino que claman los defensores de la paz sería un peldaño para nuevas campañas dirigidas a destruir la nación judía.

Los israelíes saben esto porque vieron lo que sucedió la última vez que Israel abandonó territorio, cuando el ex primer ministro israelí Ariel Sharon retiró a cada soldado, colono y asentamiento de Gaza en 2005. En lugar de intercambiar territorios por paz, Israel intercambió territorios por terror. En lugar de protestar por los asentamientos israelíes en su seno, la Gaza gobernada por Hamas ahora protesta por los "asentamientos" dentro de las fronteras de Israel anteriores a 1967.

Las manifestaciones de los viernes de la "Marcha del Retorno" en la frontera entre Israel y Gaza están siendo orquestadas por Hamas, y no son protestas por los derechos civiles. El objetivo de estas violencias semanales, en los que los palestinos armados con pistolas, cócteles molotov, rocas, neumáticos en llamas y cometas encendidas intentan derribar la barrera de seguridad que protege a Israel (aunque medios como The New York Times deliberadamente intentan ignorar la violencia) es destruir el estado judío.

Como afirmaba en un artículo uno de los manifestantes, publicado por el New York Times la semana pasada, el uso del término "retorno" no era una forma de hablar. Fadi Abu Shammalah dejó muy claro que el objetivo es derribar la frontera y permitir que los descendientes de los refugiados de 1948 invadan el Israel de antes de 1967, poniendo fin de manera efectiva a la existencia del estado judío. La evacuación de Gaza no inspiró a su gente aceptar la noción de dos estados para dos pueblos. Simplemente les abrió el apetito para continuar su guerra centenaria contra el sionismo que, contrariamente a lo que afirman algunos dentro de la izquierda judía, aún no han reconocido que es una causa perdida.

Entonces la preguntas para todos esos judíos obsesionados con Netanyahu y que afirman que Israel es el obstáculo para la paz sería:
¿Qué estado palestino es el que quieren, el de Cisjordania dirigido por un antisemita fanático que está decidido a avivar el odio hacia los judíos entre su pueblo, o el dirigido por terroristas islamistas en Gaza que ya están buscando activamente la destrucción de Israel?
Si los israelíes dicen "no, gracias" a cualquiera de esos dos estados e insisten en que, por malo que sea, repetir el desastroso experimento de Gaza en Cisjordania empeorará las cosas infinitamente, es porque prestán atención a lo que Abbas y Hamas están diciendo. Los odiadores de Netanyahu y los críticos estadounidenses de Israel deberían hacer lo mismo.

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