Tuesday, July 03, 2018

Gran artículo: El racismo ilustrado o la elevada moral de la gente del Meretz - Ben-Dror Yemini - Ynet



La semana pasada, en el kibbutz Beit HaEmek, en el norte de Israel, se realizó una votación para decidir si tres solicitantes de asilo madres solteras y sus hijos se les debería permitir permanecer allí.

Con una mayoría de 92 contra 87, la decisión tomada abogaba en contra de su absorción. Pero no se trataba de cualquier kibbutz, sino de uno con un porcentaje especialmente alto de votantes del Meretz.

En el sur de Tel Aviv, lugar de residencia de la mayoría de los ilegales africanos, no se realizó ninguna votación. ¿A quién se les permite votar para decidir sobre esa residencia ? Aunque quiénes son los habitantes de esos barrios para tener derecho a decidir sobre el destino de nadie, unos barrios compuestos mayoritariamente por población pobre mizrahi poco afecta al Meretz.

También en Afula, donde la semana pasada se llevó a cabo una manifestación en contra de la venta de apartamentos a familias árabes, nadie les preguntó a sus habitantes.

Otros kibbutzim votaron por aceptar solamente a unos pocos solicitantes de asilo. ¿Qué hubieran hecho si se les pidiera que aceptaran 100 familias? El resultado se conoce de antemano. Más de 40.000 personas viven en Afula, sin embargo solamente 150 protestaron por vender los apartamentos a las familias árabes (posiblemente quienes serían sus vecinos).

En un artículo difamatorio escrito contra esos residentes de Afula en ese diario destinado a personas que piensan que solamente ellos son gente ilustrada y un faro moral, es decir, el Haaretz, se decía que "el vertedero de aguas residuales corre por aquí, de acuerdo con el espíritu de la época, visible y maloliente".

No se mencionó en dicho artículo que criticaba la manifestación en Afula la votación en ese kibbutz repleto de votantes del Meretz. Y eso que no era posible comparar a 150 manifestantes de entre 40.000 habitantes, de una mayoría cualificada de 92 sobre 179. El racismo debe vincularse con aquellos que no son "uno de los nuestros, la gente ilustrada de una elevada moralidad".

Es seguro suponer que la mayoría de los autores de los artículos contra el racismo no tienen vecinos que sean árabes o solicitantes de asilo.

Entonces, ¿qué sucede cuando vienen? En muchas ciudades del mundo occidental hay un fenómeno denominado "el vuelo blanco". Cuando vienen los extranjeros, los viejos naturales del país huyen.

"No es una cuestión política, sino más bien debido al miedo al extranjero, a lo ajeno, a lo desconocido", dice Nurit Barkai de Beit HaEmek.

En Afula también están asustados. En Silwan y Sheikh Jarrah tampoco quieren a los judíos que llegan. Y es que a veces, solo a veces, los extranjeros son invitados no bienvenidos.

Objetar a alguien solo por su origen étnico es racismo. Cuando un judío se muda a Munich, por ejemplo, no quiere ser desalojado. Él no se opone a la existencia de Alemania. Él no toma parte en disturbios, como los que han ocurrido recientemente en el sur de Tel Aviv. Y aquellos que no lo quisieron en aquel entonces, en los días oscuros, y aquellos que no lo quieren ahora, son racistas.

Sin embargo, no toda la oposición es racista. Según el acuerdo de la UE iniciado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan con respecto a Chipre, existe un límite en el porcentaje de griegos que pueden vivir en el lado turco de la isla, a pesar de que fueron expulsados ​​de allí recientemente, en 1974.

Eso no era racismo, sino más bien una forma de prevenir conflictos y disturbios. El reconocimiento del derecho a la autodeterminación, no solo a nivel nacional sino también local.

Cuando alguien que quiere expulsar a los palestinos se muda a un barrio palestino, él es el problema, y ​​no los que no lo quieren allí.

Cuando a un barrio judío se muda uno de los seguidores de Raed Salah o Haneen Zoabi, ellos son el problema, no los que no los quieren allí.

El resto de la historia es predecible y no es agradable.

Por ejemplo, ¿qué debería sentir un gay británico si vive al lado de un vecino musulmán, cuando la mayoría de los musulmanes británicos consideran ilegal la homosexualidad? La respuesta es simple: si el extranjero se convierte en la mayoría, lo desalojaran de su vecindario de una u otra forma, no hay obligación de hacerle su vecino.

De acuerdo con cualquier prueba real y justa, el racismo, si hablamos de racismo real, se trata de aquellos que en el kibbutz repleto de votantes del Meretz se niegan a aceptar a tres pequeñas familias monoparentales, y no tanto las pocas personas que se manifestaron en Afula o las que se manifiestan en el sur de Tel Aviv. Pero la articulista ilustrada que escribió en el Haaretz sobre los "malolientes manifestantes" de Afula, probablemente pensará cuan maravillosos que son.

Otro escritor, del mismo diario y con respecto al mismo tema, describió como se extingue "la contribución única y el adicional rayo de luz que representa Tel Aviv ante los oscuros tiempos de Israel".

Quise limpiarme los ojos después de leerlo.

La suficiencia ensimismada de estos moralistas de la izquierda alcanza nuevas alturas. La comunidad LGBT no podría haberlo dicho mejor.

La gente elegida. El superior frente a la oscuridad. Ella y ellos son uno.

Los residentes de Afula no son racistas. Pero a veces los que escriben sobre ellos revelan su propio racismo.

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