Monday, August 06, 2018

The New York Times ama a esos judíos que odian a Israel - YIsrael Medad - JNS



He llegado a la conclusión, mi conclusión personal (y tal vez no por primera vez), de que el principal periódico neoyorquino, The New York Times, desde sus propietarios y editores a través de los editores de nivel superior y medio, e incluso hasta demasiados corresponsales y periodistas, simplemente odian a Israel y al sionismo.

Quizás incluso los desprecien. Si esas personas (seguramente, no todas, pero sin duda demasiadas) portaban esos genes intelectuales y culturales, por así decirlo, antes de unirse al personal del periódico o bien si absorbieron esa la patología del ambiente reinante en la calle 43 en Manhattan, o bien existe una atracción natural hacia conocidas y tradicionales posiciones del periódico, la más importante de ellos, su cobertura del Holocausto (como lo deja en claro un reciente documental sobre su cobertura por el diario: "Entre 1939 y 1945, el New York Times publicó más de 23.000 historias de primera plana. De ellas, 11.500 fueron sobre la Segunda Guerra Mundial. Veintiséis fueron sobre el Holocausto"), el caso es que el resultado es el mismo.

La semana pasada, nos ofrecieron un artículo de opinión de Omri Boehm, un profesor asociado de filosofía en la New School for Social Research. Él tiene un Ph.D. de la Universidad de Yale, la Universidad de Heidelberg en Alemania y la Universidad de Tel Aviv. Es todo un "comprometido académico" retuiteador de los tweets de la viciosamente antisionista Voz Judía para la Paz, y también de los tweets personales de su líder. También se lo puede encontrar en Opinionater, como una columna de 2015 lamentándose de la falta de voluntad de los alemanes para denunciar las políticas de Israel, así como en otras plataformas de parecido prestigio .

En diciembre de 2016 publicó "El sionismo liberal en la era de Trump" en el que criticaba la posición que según él adoptan algunos judíos cuando santifican el sionismo "hasta el punto de tolerar el antisemitismo". Señalaba como "pecado original" de "tales alianzas" la carta de 1941 de Avraham Stern-Yair al embajador alemán en el Líbano. Buscando salvar a los judíos de Europa y obtener ayuda para derrocar el dominio británico en el Mandato de Palestina, Yair (Avraham Stern), comandante del Lehi, se la escribió a altos oficiales nazis sugiriendo una colaboración con los "esfuerzos de guerra" de Alemania a fin de establecer un Estado judío para lo cual se firmaría un tratado con el Reich alemán.

Existieron otros ejemplos previos de sionistas que trataron de acercarse a los antisemitas para promover el sionismo y buscando protección, sin ningún tipo de supuesta identificación con ese odio, como Zeev Jabotinsky tratando de proteger a los judíos ucranianos y polacos de las tropas pogromistas de Symon Petliura en 1921, o bien el acuerdo económico de transferencia que Haim Arlosoroff completó en 1933 con oficiales nazis, y puedo suponer que el vínculo que realiza Boehm con el nombre del hijo de Binyamin Netanyahu, Yair, es lo que le llevó a seleccionar ese ejemplo en particular.

En ese artículo, Boehm ve a los judíos estadounidenses como forzados "a tomar una decisión que preferían evitar. Aferrarse a su tradición liberal, como la única forma de garantizar los derechos humanos, ciudadanos y judíos, o bien abrazar los principios que impulsan el sionismo". Este formato no es tan no filosófico como puede serlo nuestro filósofo, ya que simplemente niega la posibilidad de que el sionismo sea siempre liberal, democrático y protector de los derechos humanos básicos. Boehm se encarga de neutralizar al movimiento humanista más importante del siglo XX mientras, por supuesto, ignora aquellas fuerzas que se han enfrentado a los judíos y al sionismo en Eretz-Yisrael durante siglos como por ejemplo los musulmanes, ya sea en la primera etapa de su conquista y ocupación en el siglo VII o en épocas posteriores de opresión y violencia antijudía por medio de mamelucos y otomanos,

Su artículo del 26 de julio "¿Israel dejó de intentar ser una democracia?", cuyo tema es la Ley del Estado-nación del pueblo judío, quiere convencernos de que existe "una sucia y vieja verdad" y que Israel ha renunciado a tratar de ser "tanto judío como democrático", ya que sería como tratar de cuadrar un circulo. Además, su compromiso en 1947-1948 de aceptar la partición de la ONU con el establecimiento de un estado árabe al oeste del río Jordán e implícitamente dar un "guiño a la autodeterminación palestina", en realidad fue "impulsado por una preocupación primordial por los intereses judíos, no por los derechos árabes".

Por supuesto, Boehm evita mencionar las crónicas de la violenta oposición asesina de los árabes de Palestina al sionismo, es decir, al derecho judío a una soberanía en su patria histórica, comenzando con el asesinato de Avraham Tzoref en 1851 y los restantes homicidios, y los continuos disturbios en las década de los 20 y 30 (1920, 1921, 1929, 1936-39) y, finalmente, en el verano de 1947, el verdadero comienzo de la Guerra de la Independencia.

La identificación completa del Mufti de Jerusalén (el máximo líder de los dirigentes árabes) y su participación activa en el asesinato masivo de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, debería moverle a negar a los árabes de Palestina los derechos nacionales, siguiendo con su anterior alusión a Stern, pero por supuesto eso es algo que evita formular. Boehm: ¿un filósofo que busca la verdad? Él, como es lógico, evita recordar la aceptación del movimiento sionista de varios planes de partición a lo largo del período del Mandato. ¿Qué tipo de filosofía es esta?

Su instinto lleno de odio hacia Israel, tal como lo percibo, le lleva a engañar a sus lectores, como si las estadísticas demográficas en el oeste del territorio de Jordania son "56% judíos y 40% árabes". Él también afirma que "promover el asentamiento judío no significa simplemente favorecer los intereses de los judíos, también significa socavar los intereses de los árabes", como si la situación física, educativa, agrícola, sanitaria y de bienestar social de los árabes pudiera ser la que es, y especialmente en comparación con cualquier otro estado árabe en el Oriente Medio, sin que Israel hubiera existido.

Atacando el reasentamiento judío en su patrimonio, el corazón de Judea y Samaria que había sido limpiado étnicamente de sus judíos (¿es también un acto de apartheid o simplemente una conveniente limpieza étnica?) por las pandillas del Mufti durante los años 1920 y 1930, y luego en el Guerra de 1947-48, y algo en la que otros países árabes también participaron, también es otro elemento que Boehm deja fuera de su narración, hablando claramente y adoptando el propio lenguaje de Boehm, y es que Mr. Boehm no parecer poder ser, en un sentido intelectual, ni un filósofo o ni judío, ya que rechaza la esencia central del judaísmo y la racionalidad en su artículos, y al hacerlo creo que tampoco demuestra ser ni liberal ni democrático.

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