Sunday, September 16, 2018

Un gran artículo: Corbyn es el hombre equivocado, en el momento equivocado y defiende las causas equivocadas - Howard Jacobson - TheJC



Algo me dice que ustedes esperan que llame a Jeremy Corbyn un antisemita. Ha habido un poco al respecto en la prensa, y yo... bueno, ya saben...

Pero no voy a llamarlo nada. Él dice que no es un antisemita, Hamas dice que él no es un antisemita, el supremacista blanco David Duke dice que él no es un antisemita, y eso es suficiente para mí.

¿Estoy siendo irónico? Señoras y señores, soy incapaz de ironizar.

Sabemos cómo es un antisemita. Usa botas altas, una banda de brazo con esvástica, y grita Juden Raus; Jeremy Corbyn usa un chaleco de British Home Stores debajo de su camisa y habla suavemente. Los antisemitas acusan a los judíos de matar a Jesús; Corbyn es ateo y parece no importarle si lo hiciéramos o no. Si eso es porque Jesús era judío y matarlo significaba un judío menos en el mundo, no me corresponde a mí decirlo. Y - y - él no niega el Holocausto...

Eso sí, él conoce a un hombre que lo hace. De hecho, él conoce a una sorprendente cantidad de individuos que lo hacen. Y niega haber estado alguna vez en su compañía, hasta que aparezcan fotografías de él frotándose la nariz ante las tumbas de los asesinos, ofreciéndose a mostrarles sus sistemas de creencias si le muestran los suyos: "Dios mío, no los recuerdo".  No debería ser una sorpresa. No puede pasarse toda una vida en compañía de promotores de libelos de sangre y negadores del Holocausto y esperar recordarlos a todos por su nombre.

Si puedo citar la obra perdida de Oscar Wilde, "La autoimportancia de ser Jeremy", asociarse con un antisemita que uno no sabe que es antisemita, señor Corbyn, puede considerarse como una desgracia, pero asociarse con antisemitas con regularidad parece una predilección.

Miren, cuando pienso en los sinvergüenzas con los que me he juntado, sé lo fácil que es hacer que la gente se equivoque, incluso cuando van a encontrarse con ustedes usando capuchas y sosteniendo cruces ardiendo. Y Jeremy, ¿está bien si lo llamo Jeremy?, nunca ha sido exactamente lo que llamaríamos una persona observadora.

Tomen por ejemplo el mural que defendió, mostrando banqueros jugando al Monopoly sobre la espalda desnuda de los oprimidos del mundo. Usted y yo, damas y caballeros, miramos a esos banqueros y pudimos ver a esos financieros sionistas ávidos, codiciosos, de nariz ganchuda, sifilíticos, y los reconocimos al instante como salidos directamente del libro "Yo he espiado a los judíos" del nazi Julius Streicher. Pero tan inocente es Jeremy que no vio nada remotamente ofensivo en esa caricatura antisemita. "No lo miré de cerca", explicó más tarde. ¡Cuántas veces tiene que decirlo, por el amor de Dios! Podría haber estado allí en frente, pero no creyó que fuera antisemita.  No lo recuerda... No lo miró de cerca...

 Si esto les recuerda a aquellos que vivieron a sotavento de las chimeneas de Bergen Belsen, afirmando que nunca habían olido nada fuera de lo normal, les digo que son de naturaleza quisquillosa. Corbyn es un hombre ocupado. Los hombres ocupados deben tomar atajos emocionales. Hay una imagen de un judío chupasangre. Es idéntico a la imagen del judío chupasangre que ya llevo en mi cabeza.

¿Podría ser, me pregunto, algo así como un antisemita involuntario? Jeremy dice ser un pacificador. Un pacificador une a las partes en conflicto. ¿Por qué entonces solo le vemos llevar a los palestinos a tomar el té? ¿Podría ser que simplemente no puede recordar preguntarles a los israelíes? "Oh, maldición, he olvidado nuevamente invitar a los judíos".

A menos que perezca el pensamiento, después de todo él no quiere la paz, sino el triunfo de aquellos a los que llama camaradas y la destrucción de aquellos a los que no ama.

Según sus partidarios, Jeremy Corbyn no tiene un solo hueso racista en su cuerpo. Solo una pregunta, pero ¿qué es un hueso racista y cómo sabes si otras personas tienen alguno? Hay 64 huesos solo en el brazo humano. ¿Pueden estar absolutamente seguros de que Jeremy no siente ni la menor punzada de dolor en los huesos, en algún lugar entre la escápula y el húmero, cuando ve una figura alienígena como yo, que viene hacia él en Islington Green, llevando los discursos recogidos de Benjamin Disraeli y tarareando a Mi Yiddishe Mama?

¿Y qué vamos a hacer, hablando del inconsciente de Corbyn, de su incapacidad para rechazar el antisemitismo sin recordarnos su oposición de por vida a todas las formas de racismo? Que es como responder a la pregunta: "¿Abusas de las mujeres?" diciendo que no porque siempre compras The Big Issue (diario de la calle para desempleados y sin techo).

Porque el antisemitismo no es solamente una muestra de racismo. Está más cerca de una superstición: incrustado en la teología, envuelto en la irracionalidad medieval, actualizado para adaptarse a la economía de la izquierda, y exhumado cada vez que se busca una única explicación para todos los males del mundo. Hablar de antisemitismo como de racismo es una contradicción en los propios términos de Jeremy Corbyn, ya que a su juicio los judíos no son oprimidos ni explotados, sino que son, como usureros, colonialistas y conspiradores que son, la fuente misma y el origen mismo del racismo. Una vez que los judíos son racistas y el sionismo es un esfuerzo racista, ningún antisemita puede ser racista. Y cualquier definición que diga lo contrario debe ser modificada.

Esa es la psicología: ahora la ciencia. La vida política de Corbyn ha sido determinada por la Primera Ley de Inercia de Newton, esa que establece que un objeto en reposo permanecerá en reposo, para siempre, mientras nada lo empuje o tire de él. En física, algo que podría empujar o tirar de él es otro objeto en movimiento; en la política socialista es una visión contradictoria con la suya. Corbyn aparta su rostro cada vez que escucha la palabra judío, y pone los ojos en blanco cada vez que le hacen una pregunta, porque teme el caos, también conocido como un cambio de opinión, que podría derivarse de aceptar que hay otra forma de ver el mundo.

Pasaré los segundos que me quedan, y no me refiero a la vida, me refiero a este discurso, diciéndoles por qué les importa a todos, no solo a los judíos, que a un hombre tan rencoroso, santurrón y obstinado nunca se le puede permitir que haga a su país lo que ha estado haciendo a su partido.

Aquellos que veneran a Corbyn ven como una virtud que él nunca haya cambiado sus puntos de vista. Señores, solamente es una virtud mantenerse fiel a unos puntos de vista si vale la pena permanecer fiel a esos puntos de vista.

Persistir en una pequeña equivocación es la marca de un tonto. Persistir en una gran error es la marca de un tonto peligroso. La ideología a la que Corbyn ha sido fiel durante medio siglo ya había quedado obsoleta cuando cayó en sus manos. Supervisó la muerte de millones. Que las ideologías a las que se opone han mejorado no es un argumento para él. No tiene por qué amar a Occidente para rechazar los abrazos de aquellos cuya única ambición es destruir al Occidente... especialmente si quiere llamarse pacifista.

Esto debería haber sido un verano dorado para el laborismo británico. La pesadilla que es el Brexit, el infierno que es Jacob Rees-Mogg, la pantomima fuera de temporada que es Boris Johnson, de todos estos nos deberían haber librado los laboristas. Pero Corbyn hizo todo lo posible para que el Brexit se produjera con su débil falta de apoyo para el resto: "Estoy un siete, bueno..., un siete y medio por ciento a favor".

Este es un tipo para llevarnos a las barricadas. El hombre equivocado, damas y caballeros, el hombre equivocado en el momento equivocado y defendiendo las causas equivocadas.

No solo por nuestro bien sino por el suyo, ¿alguien tendrá piedad y lo devolverá al lugar del que vino?

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