La raíz del conflicto - Ari Shavit - Haaretz
La exigencia de reconocer a Israel como el Estado-nación del pueblo judío es legítima. Hay siete razones para ello.
Primera razón: Es por eso por lo que nosotros vinimos y estamos aquí. El objetivo supremo del sionismo es que en la Tierra de Israel el pueblo de Israel tenga su hogar nacional reconocido por la ley de las naciones. Todos aquellos que no crean en el derecho del pueblo judío a un hogar nacional son racistas. Aquellos que no comprenden que el hogar nacional del pueblo judío debe ser reconocido internacionalmente son unos locos y unos idiotas. Sin el reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío, la empresa sionista pendería de un hilo.
Segunda razón: Este es el corazón o la raíz del conflicto. El conflicto israelí-palestino se deriva del hecho de que durante un siglo, el movimiento nacional judío y el movimiento nacional palestino se negaron a reconocerse el uno al otro. En 1993, Israel reconoció al pueblo palestino y sus derechos. Pero hasta el día de hoy los palestinos no han reconocido al pueblo judío y sus derechos. Ese es el gran fracaso de los Acuerdos de Oslo y lo que interrumpió el proceso de paz desde el principio. Para que una verdadera paz prevalezca en este país, tiene que haber paz entre el Estado-nación árabe de los palestinos y el Estado-nación judío de Israel.
Tercera razón: La avalancha se detendrá. En los últimos 20 años, un grave proceso ha estado en marcha y desarrollándose. Mientras Israel continúa reconociendo cada vez más los derechos de los palestinos, los derechos de sus propios ciudadanos se encuentran cada vez más cuestionados y derogados. Sus concesiones ideológicas no van en beneficio de Israel, sino en su contra. Cuando el Israel de Ehud Olmert (las mayores concesiones en una oferta de paz iasraelí) se ve menos legitimado que el Israel de Yitzhak Shamir (el inmovilismo en estado puro), no existe ningún verdadero incentivo para seguir continuando por ese camino. Sólo el reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío detendrá la avalancha y creará una legitimidad mutua, israelí y palestina.
Cuarta razón: Se pondrá fin a la demanda de un derecho de retorno. Los palestinos siguen reclamando el derecho a regresar a sus hogares, aldeas y ciudades dentro de la soberanía de Israel, una demanda cuya satisfacción significaría la muerte del Estado de los judíos. Como la exigencia de un retorno está en el corazón del espíritu nacional palestino, no puede abandonarla. Sin embargo, el reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío puede liberar a ambas partes de la trampa: se equilibrará y frenará esa demanda y se neutralizará su naturaleza explosiva.
Quinta razón: Habrá un punto de inflexión en la conciencia del mundo árabe musulmán. La razonable relación que hoy existe entre Israel y los países árabes moderados está en la cuerda floja. Estos países aceptan a Israel como un hecho, pero no como una entidad legítima. El reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío dejará claro a los habitantes de Marrakech, Alejandría y Bagdad que Israel no es un implante externo temporal, sino una parte inseparable del Oriente Medio. Los árabes han de reconocer la legitimidad del estado judío soberano.
Sexta razón: Nuestras relaciones con la Europa cristiana podrán resolverse. A día de hoy, Europa no ha resuelto su complejo judío. El reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío también significaría el reconocimiento europeo de su responsabilidad moral por su persecución de los judíos durante siglos. El continente europeo, que prácticamente diezmó al pueblo judío en el siglo XX, se aseguraría así el derecho de ese pueblo a la vida.
Séptima razón: Vamos a calmarnos. El deseo básico de los judíos israelíes es su deseo de poseer un hogar. El reconocimiento explícito de que Israel es el hogar del pueblo judío reforzará nuestra voluntad a la hora de asumir riesgos y salir de los territorios. Sólo el reconocimiento de un hogar nacional judío permitirá de forma rápida y pacífica establecer un hogar nacional palestino.
Un codicilo final: La demanda de que Israel sea reconocido como un Estado judío no puede hacerse sin el mantenimiento de un verdadero compromiso de Israel como una democracia. Esa demanda no puede ser solicitada de una manera racional por un estado representado por Avigdor Lieberman. Sin asegurar la plena igualdad de derechos para los no judíos en Israel, el Estado-nación judío no se sostendrá.
En la actualidad, el gobierno de Israel no puede esperar que los palestinos hagan lo que les requiere. Sin embargo, la comunidad internacional debe contribuir al proceso de paz, clara e inmediatamente, con un reconocimiento de Israel como el Estado-nación del pueblo judío. Dicho reconocimiento podría acabar con la crisis provocada por la congelación de la construcción y relanzar un verdadero proceso de paz. Cuando el proceso llegue a buen término, una demanda similar se haría a los palestinos.
Nuestros socios para la paz deben entender que la roca o fortaleza de la existencia de Israel no es el túnel del Muro Occidental, sino el Estado-nación democrático del pueblo judío. Al final, no hay otra manera: dos estados nacionales para dos pueblos maltratados.
Labels: Estado judío y democrático, Shavit
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