Monday, November 26, 2007

Dirigiéndonos a Annapolis, sin ilusiones - Shlomo Avineri - Haaretz

Hay algo desilusionador en la variedad de reacciones escuchadas en Israel antes de la conferencia de Annapolis. La extrema derecha se refiere a ella como a un próximo Holocausto y advierte sobre concesiones peligrosas. La extrema izquierda la contempla como la última posibilidad para una conciliación israelo-palestina y amenaza que si no se produce la paz esperada, llegará el caos.

Ambos apocalípticos pronósticos son infundados. Annapolis no es nada más que una tentativa de institucionalizar el cambio de atmósfera entre Israel y los palestinos y tratar de encontrar una salida - tan modesta como pueda ser - a la congelación resultante del fracaso de la cumbre de Camp David en 2000 y de la segunda Intifada. Además, Annapolis representa una tentativa de recuperar parte del prestigio del presidente George W. Bush, cuyo road map no ha conducido a nada hasta ahora.

Alguien que espere que Annapolis conduzca a un acuerdo no tiene los pies sobre la tierra. Las brechas entre la relativamente moderada postura israelí, representada por el gobierno Olmert-Barak, y la postura relativamente moderada representada por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, son todavía demasiado profundas. Incluso una declaración consensual de principios es por lo visto inaccesible: en cualquier declaración de principios los palestinos exigirán que Israel esté de acuerdo, más o menos, a un regreso a las fronteras de 1967 y que Jerusalén se convierta en la capital de los dos estados. Es difícil imaginar que el gobierno israelí quiera y sea capaz de aceptarlo actualmente. Aunque podamos asumir razonablemente que un futuro acuerdo, si de hecho se consigue, seguirá dichas pautas, una declaración absoluta en ese sentido por parte de Israel no es políticamente factible en este momento.

Lo mismo vale respecto a la demanda de Israel de que los palestinos abandonen el derecho de retorno de los refugiados y reconozcan a Israel como un estado nacional judío. Es difícil creer que los palestinos sean capaces de aceptarlo actualmente. Dicho todo esto, está claro que tal concesión y tal reconocimiento serán un elemento crucial en un futuro acuerdo. Israel, por dos veces, ya ha reconocido, en Camp David en 1978 y en Oslo en 1993, los derechos legítimos de la nación árabe palestina, y es y fue un error, tanto por parte de Menachem Begin como por parte de Yossi Beilin, no exigir el mismo reconocimiento por parte del lado palestino. Está claro que en un análisis final, tal reconocimiento palestino será obligado, como base del principio de la división del país "y de dos estados para dos naciones."

Sobre todo esto planea el control de Gaza por parte de Hamas: la lucha cuerpo a cuerpo entre miembros de Fatah y Hamas no es exactamente el telón de fondo ideal para una conciliación histórica entre Israel y los palestinos.

Es evidente, que primeramente los palestinos tienen que alcanzar un entendimiento nacional interno - no determinado por la violencia.

¿Así pues, qué se puede esperar de Annapolis? Primero, algo ha ya sido conseguido. Después de casi seis años en los cuales los líderes israelíes y palestinos no han hablado el uno con el otro, en las últimas semanas se han reunido con regularidad. Quizás incluso han alcanzado acuerdos, pero el hecho de hablan entre sí es un logro que no debería ser ocultado.

También es importante lo que ocurrirá en Annapolis: un acontecimiento internacional en el cual los líderes israelíes y palestinos se encuentren no es ningún logro pequeño después del fracaso humillante de Camp David en 2000. Podemos asumir que Annapolis no será simplemente un reportaje fotográfico, pero un acuerdo puede ser alcanzado sobre cuestiones de las que se tiene que hablar.

También es razonable considerar que se formarán grupos de trabajo, cómo pasó después de la Conferencia de Madrid, y que elaborarán informes plenarios para otras reuniones de la conferencia. También podemos esperar pasos concretos por parte de Israel, como el desmantelamiento de establecimientos avanzados ilegales y la retirada de check-points, y una lucha contra los gangs terroristas por parte de los palestinos.

Todo esto representa un esfuerzo modesto, y seguramente no significa los "Días Finales". Pero después del colapso de los Acuerdos de Oslo y lo que pareció ser una abismo que no podía ser superado, representa un logro cierto y significativo. Sólo de esta manera, paso a paso, puede que la paz llegue a establecerse en nuestra región.

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