Sunday, December 23, 2007

Esperanzas de fracaso - Petra Marquardt-Bigman - JPost BlogCentral

Proponemos una prueba para evaluar su perspicacia política. Usted lee la siguiente declaración y trata de adivinar la afiliación política de la persona que la realizó: "la estructura de un estado como tal es una adición relativamente reciente a las aspiraciones palestinas. El principal ímpetu palestino después [...] de 1948 era el 'del retorno'; se fundaba más en invertir la pérdida de tierras y patrimonio árabe que en la realización de una autodeterminación postcolonial clásica, por medio de la estructura de un estado [...] sólo después de 1967 comenzó a tomar forma una nueva identidad nacional palestina. En su corazón estaba la noción de lucha como una fuerza galvanizadora. La lucha, según Fatah, restauró la dignidad palestina y dio a los palestinos la fuerza de determinar su futuro. La estructura y la construcción de un estado no tenían ningún verdadero lugar en este esquema. Así pues, las primeras ofertas provisionales de establecer un estado [...] fueron rechazadas como derrotistas y como una traición a la causa nacional".

Usted puede pensar que es fácil de adivinar. ¿Quién no reconocería la típica argumentación de la derecha política que niega que haya alguna validez histórica a las reclamaciones palestinas de una identidad distinta y que insisten en que nunca fue una prioridad para los palestinos el conseguir su propio estado, porque lo que todos ellos realmente deseaban era deshacerse del estado judío? ¿Suena a esa argumentación, verdad?.

Quizá pueda sonar, pero esa declaración proviene de un reciente artículo del antiguo negociador palestino y actual académico de Oxford, Ahmad Samih Khalidi. El artículo de Khalidi se titula "Gracias, pero no", y muestra su rechazo cortés pero inequívoco a una solución de dos estados con la aseveración de que "no ofrece la solución equitativa y justa que merece el pueblo palestino".

Khalidi expresa sus propias preferencias en términos realmente orwellianos, sugiriendo que los palestinos "pueden evocar la peor pesadilla de Olmert y pedir una resolución más equitativa y justa construida sobre una base diferente; una de respeto mutuo, igualdad y mutualidad, y un sentido de genuina colaboración a la hora de compartir la tierra [...]. Si los palestinos continuan diciendo simplemente no a un estado [...] es difícil ver como Israel puede ganar esta batalla a largo plazo".

La referencia a la peor pesadilla de "Olmert" alude por supuesto al comentario polémico y muy criticado de que Israel estaría 'acabado' si la solución de dos estados no pudiera ser conseguida en un futuro previsible por medio de negociaciones. Mientras puede ser fácil rechazar el comentario de Olmert como demasiado dramático, hay sin duda razones para preocuparse por el futuro de Israel. Aquellos que creen que Israel puede mantener el status quo indefinidamente y aún prosperar no lo tienen muy claro, y no es irrelevante el que Israel se encuentre continuamente a la defensiva respecto a la opinión pública internacional. No puede uno simplemente encogerse de hombres cuando un renombrado "realista" como Henry Kissinger recientemente declaró que entre "los peligros nuevos y crecientes" que amenazan a Israel no es el menor el que el país "se encuentre cada vez más aislado debido a una percepción creciente en Europa Occidental y en círculos pequeños pero influyentes en los Estados Unidos de que la presunta intransigencia de Israel es la causa de la hostilidad árabe a Occidente".

Importa poco que esta percepción esté basada en una cobertura a menudo descaradamente parcial del conflicto israelí palestino y que representa a los palestinos como una víctima arquetípica y a los israelíes como al inevitable malvado. Mientras grupos como Camara y HonestReporting trabajan arduamente para exponer y responder a esa tergiversada cobertura de los medios, Israel permanecerá vulnerable a una crítica desmedida mientras controle Cisjordania y su población palestina.

Muchas personas se oponen a una retirada israelí de Cisjordania con el argumento completamente justificado de que tal movimiento podría causar graves riesgos a la seguridad de Israel. Tales preocupaciones se han intensificado como consecuencia de la evacuación de Israel de la Franja de Gaza, y las grandes cuestiones relacionadas con la seguridad surgirán obviamente en las negociaciones programadas con los palestinos. Pero a menudo es pasado por alto que también existen riesgos considerables si Israel sigue manteniendo el control sobre Cisjordania, que es exactamente lo que esperan los abogados de la llamada "solución de un estado" como Khalidi, cuando sugieren que los palestinos simplemente "deberían seguir diciendo no a un estado" porque será "difícil ver como Israel puede ganar esta batalla a largo plazo".

Sin embargo, parece que los abogados "de la solución de un estado" estuvieron tan suficientemente preocupados por el relanzamiento de las negociaciones en Annapolis como para preparar y publicar "una Declaración Estatal" que es ahora vendida como "una lucha por la igualdad". Todo lo que usted tiene que saber sobre "esa igualdad" anunciada como un noble objetivo es que anima a los palestinos "a insistir en un estado democrático secular en todo Israel y Palestina" porque éste "es un objetivo que los líderes israelíes temen más que nada".

Esto nos da a entender contundentemente que los autores de "una Declaración Estatal" esperan alistar a los árabes israelíes con la sugerencia de que "la solución de dos estados condena a los ciudadanos palestinos de Israel a un permanente estado de segunda clase dentro de su patria, a un estado racista que niega sus derechos decretando unas leyes que privilegian constitucionalmente a los judíos legalmente, políticamente, socialmente y culturalmente."

Sin embargo, los resultados de un reciente sondeo entre los palestinos de Cisjordania y Gaza muestran que aquellos que esperan que un fracaso del proceso de Annapolis conduzca finalmente "a una solución de un estado" disfrutan de un apoyo popular limitado. En efecto, el sondeo documenta un importante aumento en el apoyo a las negociaciones de paz, además de que la popularidad de Hamas haya decaído por debajo del 20% y parece incrementarse la apreciación del gobierno de primer ministro palestino Salam Fayyad.

El escepticismo sobre las perspectivas de éxito de Annapolis está extendido tanto entre los palestinos como entre los israelíes y los judíos de la diáspora, y lamentablemente no es difícil encontrar demasiados motivos para justificar tal escepticismo. Pero de cualquiera que pretenda justificar sus esperanzas de un fracaso de las negociaciones cuesta pensar que cuenta con buenas razones o que está en la compañía apropiada.

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1 Comments:

Blogger Iojanan said...

El potencial fracaso de las negociaciones no se debe tanto a Israel ni a los palestinos como a las presiones que estos últimos deben estar sufriendo por parte de otros países árabes que ven al estado de Israel como un intruso en un territorio en el que ellos se han creído con la potestad de pisarlo. Si Israel fuese país musulmán todo cambiaría, lo que no admiten los árabes, incluyendo a parte de los palestinos, es que un estado impuro se instale en una tierra que antes de que Mahoma la conquistara a base de espada y sangre ( no es tan religión de paz )la pisaban judíos y luego cristianos.

1:05 PM  

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