Tuesday, April 29, 2008

Golán I - Territorios a cambio de paz, sólo en los cuentos de hadas - Haim Misgav - Ynet

La experiencia del pasado nos indica que entregar territorios y esperar que nos devuelvan paz, no es real. Nuevamente, nuestro primer ministro intenta un tratado de paz con sus ciudadanos: territorios a Siria, a cambio de más tiempo en el gobierno.

Alguien en el Despacho del Primer Ministro cree que si hace pública y difunde su intención de entregar las Alturas del Golán, la prensa lo abrazará y lo tratará con cariño, asegurándole que completará su mandato. Los ciudadanos israelíes le perdonarán las torpezas que cometió durante la Segunda Guerra del Líbano y se olvidarán de las investigaciones inconclusas de la policía en los casos en los que está involucrado. Y harán lo que hicieron con Ariel Sharón: inmunidad total a cambio de retirada total.

Pero eso no volverá a suceder. Esperemos. La retirada de Gush Katif y el desalojo de miles de familias no se repetirá. No a cambio de la paz que ofrece Siria, ni de ninguna otra cosa. Incluso si Irán, Hezbollah, Hamás y Al Qaeda prometen que sus hombres se pondrán tefilin todas las mañanas, algo así no nos volverá a pasar. O sea, esperemos que no nos vuelva a pasar.

La experiencia del pasado nos indica que eso no es real. Territorios a cambio de paz es algo que sólo existe en los cuentos de hadas. Eso no sucedió en el sur del Líbano, después de que Ehud Barak huyera de allí, ni durante la desconexión de Ariel Sharón. Tampoco ocurrió después de la retirada del Sinaí y la destrucción de Yamit y las poblaciones de alrededor de Rafah.

Si bien los egipcios no nos disparan por el momento, todo es pasajero y frágil, y por supuesto que algún día nos estallará en la cara. El gigantesco ejército egipcio se entrena sólo para declararle la guerra al único enemigo que tiene, y eso puede suceder mucho más rápido de lo que algunos piensan. Basta con una revuelta militar en El Cairo, como le pasó al hermano persa, y todo se nos dará la vuelta para mal. De supuesto aliado, Egipto pasará a ser como Irán, el máximo enemigo, que nos encierra desde el sur y apoya a los terroristas de Hamás.

No cabe duda de que Ehud Olmert también sabe que la retirada del Golán no es buena para Israel. La presencia de los soldados sirios por encima del Kineret alentará también a los árabes de la Galilea a exigir autonomía y quien crea que con eso se terminarán las exigencias de los árabes en el Néguev, en Ramleh, Lod, en Acco y Beer Sheva se equivoca y en grande. Toda retirada sólo reforzará su sensación de que los judíos no creen realmente en sus derechos sobre esta tierra y crecerá su apetito. La consciencia de que toda concesión nos hace más débiles y vulnerables los hará aún más ambiciosos.

Hasta que llegue el día en que sencillamente ya no podamos negarnos a ninguna exigencia. Ni al regreso de millones de refugiados a los lugares de donde huyeron en 1948, ni a la concesión de la tierra conquistada en aquella guerra, ni a la modificación del estado de Israel como estado judío, hogar nacional del pueblo judío, a estado multinacional en el cual la mayoría árabe le indique a la minoría judía cuáles son las reglas del juego, dentro del guetto.

Todo esto ya fue dicho más de una vez, incluso antes de que se firmaran los Acuerdos de Oslo con asesinos que no dejaron de atentar contra nosotros desde entonces. Pero en la izquierda no cambian. Todos están dedicados a tratar de enmendar el error que cometiera David Ben Gurión hace 60 años. Los festejos planificados para la próxima celebración del Día de la Independencia no servirán de mucho. Si no mostramos determinación y resistencia, nos exponemos a un final que puede ser rápido, triste y doloroso. Una sola espada puede llegar a poner fin a un sueño de dos mil años que tan sólo ahora empieza a hacerse realidad.

Quien no lo entiende, o piensa que puede comprar un poco más de gobierno a cambio de un poco más de territorio, apuesta con el destino de todos nosotros.

(Proveniente de Povesham)

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