Tuesday, May 27, 2008

El suicidio, un camino hacia la salvación nacional - Amnon Rubinstein - JPost

Gaza se está convirtiendo en un símbolo. Con razón, insistimos en la necesidad de que Israel acabe con el diario bombardeo de nuestros civiles; en efecto, parece obvio que Israel tendrá que llevar a cabo finalmente una acción militar - ningún país podría actuar de otra manera - para hacer callar las armas y los misiles.

Otro aspecto es igualmente significativo y concierne a la actitud del gobierno de Hamas respecto a una tensión que no deja de incrementarse: por una parte, ellos negocian - con Egipto, no con la ilegítima entidad sionista - un cese temporal de hostilidades. Pero por la otra, autorizan la ampliación de la gama de ataques de misiles, sabiendo muy bien que esto apresurará el día en que Israel, bajo cualquier gobierno, tendrá que ordenar a su ejército que entre en Gaza y despoje a Hamas de su poder.

Tal es la política de Hamas: no sólo una sangrienta guerra interminable contra la entidad sionista, sino también su disposición a perder su dominio sobre Gaza como parte de dicha guerra. Eso significa estar dispuestos no sólo a sacrificar las vidas de hombres, mujeres y niños, sino también a sacrificar al mismo régimen establecido hace poco mediante un golpe violento. En otras palabras, es un proceso que exige un enorme suicidio político: el shahid no será sólo el individuo, sino también el mismo régimen.

Esto puede sonar a una conclusión muy radical, pero como Ari Yossef Bar, teniente coronel retirado y administrador del Comité de Seguridad de la Knesset, escribe en el diario del ejército, Ma'arachot, tales casos de suicidio nacional islamista son bastante comunes. Él cita tres ejemplos de regímenes árabes musulmanes que, irracionalmente, sacrificaron su misma existencia, anulando su instinto de conservación, para luchar contra el enemigo hasta un terrible final.

• el primer caso es el de Saddam Hussein, quién en 2003 podría haber evitado la guerra y la conquista permitiendo a los inspectores de Naciones Unidas buscar (por lo visto, innecesariamente) las armas de destrucción masiva dondequiera que quisieran. Aún así, el gobierno de Irak optó por la guerra, sabiendo muy bien que tendría que afrontar el poderío de los EE.UU.

• el segundo caso es el de Yasser Arafat en el 2000, quien, después del fracaso de las conversaciones de Camp David y Taba, tenía dos opciones: seguir negociando con Israel - bajo el mando de Ehud Barak, quizá el gobierno israelí más moderado y flexible que haya podido encontrar - o recurrir a la violencia. Él eligió esta última opción, con la consecuencia de que todo el progreso hacia la independencia palestina se bloqueó. La pérdida consiguiente de la vida, en ambos casos, demuestra la preferencia de Arafat por el suicidio más que por el compromiso.

• el tercer caso es el de los Talibán. Tras el 11-S, su liderazgo tenía dos opciones: desarrollar negociaciones con los EE.UU, con miras a extraditar a Osama bin Laden, o arriesgarse a una guerra y a la destrucción. La opción que eligieron fue evidente: mejor morir luchando que ceder una pulgada.

En los tres casos la conclusión es evidente: la guerra prolongada, la muerte, la destrucción y el suicidio nacional son preferibles a las soluciones pacíficas de los conflictos: morir es preferible a la negociación con los infieles. La misma conclusión, por supuesto, es aplicable a los palestinos que votan a favor de Hamas y de su camino suicida, y a la decisión de Irán de encarar al Consejo de Seguridad en su insistencia por adquirir armamento nuclear.

Estos casos, aún sin precedentes en los anales de la historia, no deberían ser una sorpresa. ¿Si usted glorifica el suicidio individual, si la muerte es la llave para una futura vida feliz, si la guerra en sí misma es santificada, por qué no ampliar estas ideas desde lo individual a lo colectivo? ¿Al régimen en sí mismo? El suicidio se convierte en el camino, tanto de la salvación individual como de la nacional.

Por suerte, no todos los regímenes árabes o musulmanes parecen pensar así. La gran mayoría de los árabes busca la vida, la libertad y la felicidad. Pero cuando el tema es el odiado Israel, domina la locura, y no sólo en los iraníes. Es un hecho que el explícito objetivo de Irán de "limpiar a Israel del mapa", y su amenaza implícita de utilizar armamentos nucleares con ese fin, es un objetivo apoyado por muchos palestinos - aunque ellos también sean "borrados" durante el proceso.

El suicidio como arma en la lucha contra Israel ha adquirido un tal grado de legitimidad que a Occidente le es imposible comprenderlo.

Esta desagradable conclusión debe ser afrontada. Por una parte, debería llevarnos a aumentar nuestros esfuerzos para alcanzar alguna clase de modus vivendi con la OLP y así disminuir el impacto de los fanáticos (a pesar de que cualquier tipo de compromiso será rechazado por Irán y sus cohortes); mientras que por la otra, Israel, así como Occidente, debería estar preparado para una larga, irracional y costosa guerra, diferente a cualquier otra del pasado.

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