Tuesday, May 27, 2008

Un fracaso de las élites - Ari Shavit - Haaretz

A pesar del regreso de la negociación con Siria, Ehud Olmert ya no es interesante. El hombre que avergonzó a la oficina del primer ministro de Israel ya es historia. Incluso Nahum Barnea y Yair Lapid(*) ya no pueden excusarlo. Inclusive Ben Caspi y Eli Zohar(*) ya no puede desenredarlo. Y Benny Steinmetz y Alfred Akirov ya no pueden salvarlo. Ni siquiera Haim Ramon y Haim Oron pueden parar ya la deriva. La corriente es demasiado poderosa, los miles de dólares en sobres son demasiado.

Toda ilusión finalmente se diluye. Incluso un genio del malabarismo como Olmert no puede continuar haciendo juegos malabares eternamente. Una tras otra las pelotas se le caen de las manos. Él lo intenta, nuevamente, pero sus tentativas no durarán mucho más.

Y entonces, la cuestión se desplaza de Olmert a los demás. Ya sabemos más sobre Olmert de lo que quisimos saber alguna vez. La cuestión importante ahora es: ¿Cómo llegó a ser primer ministro? ¿Por qué, en momentos tan peligrosos, confió Israel su futuro a un político tan interesado en sobres repletos de billetes?

¿Por qué, durante esos dos años en los cuales chocó contra un muro, sólo David Grossman estuvo de pie entre los escritores? ¿Por qué únicamente Mordechai Kremnitzer permaneció erguido entre los grandes académicos? ¿Por qué estuvieron sólos también Zahava Gal-On en el Meretz, y Shelly Yachimovich entre los laboristas? Y nadie en el Kadima. Y ni un sólo gran abogado, y tampoco nadie relevante dentro de la comunidad empresarial.

La respuesta es simple e inquietante. Estamos ante un fracaso de las élites. Olmert se convirtió en primer ministro debido a ese fracaso de las élites. Olmert ha sobrevivido como primer ministro porque personajes centrales dentro de ellas le han protegido.

Olmert nunca engañó a la opinión pública en general. Esta sabía todo lo que tenía que saber para formarse una opinión firme sobre este especulador de bienes inmuebles de Jerusalén. Aunque la opinión pública se encuentre lejana de las fuentes de información y del nexo de los acontecimientos, sabía demasiado bien que Olmert no era trigo limpio.

El problema fueron aquellos que dentro del sistema no sabían o no quisieron saber. Aquellos que se codean con los poderosos y que permitieron que el "colega" de Morris Talansky los pervirtiera. Durante un tiempo, aquellos que están en un nivel superior y cuyo dinero dice lo que se tiene que hacer, actuaron como si fueran sordos, mudos y ciegos. Ni investigaron, ni criticaron, ni exigieron. No actuaron como se supone que debían hacer unos líderes de una sociedad.

Olmert fue un fracaso desde su primer día en el cargo. Fue a la guerra con la intención de eliminar la amenaza de 13.000 cohetes en el norte, y consiguió la amenaza de 40.000 cohetes alrededor de Israel. Prometió reforzar a Mahmoud Abbas y convirtió a Hamas en mucho más poderoso. Prometió evacuar a 70.000 pobladores y no ha evacuado ni a uno. Contribuyó a la decadencia del sistema escolar en vez de solucionarla. Socavó aún más barato el sistema judicial en vez de fortificarlo. Trajo a Israel un decadencia y una parálisis moral sin precedentes. La tentativa de distraer a la gente con una imaginaria paz incrementa ese presente. Es el mayor fracaso como Primer Ministro y el más corrupto en la historia de Israel.

Y aún así, milagrosamente, Olmert permanece como una "estrella" para los ricos, y de alguna manera misteriosa también ha conseguido obtener el discreto apoyo de la intelectualidad. Mientras que Richard Nixon tuvo que luchar contra la élite de costa Este, el Nixon israelí se mantiene con el abierto apoyo de la élite económica, así como con el discreto apoyo de la élite del campo de la paz.

Inocentemente, en un "malentendido", ambas élites colaboraron con él. En esta hora fatídica, han funcionado como unas élites débiles y sin integridad, permitiendo que el espectáculo embarazoso de Olmert ejerciendo de primer ministro sea una etapa de la historia.

Y es ahora, cuando el telón comienza a bajar y el maquillaje teatral se derrite de la cara fraudulenta del héroe, cuando los poderes económicos y los intelectuales israelíes deben rendir cuentas. Pues para que Israel pueda salir de las profundidades de la era Olmert tiene que ser dirigido por los fuertes, por la gente de calidad.

Sin embargo, a fin de poder guiarnos nuevamente, ambos grupos deben comprender y admitir claramente que nos han fallado durante los dos últimos años. Deben admitir su fracaso, analizarlo y corregirlo ellos mismos. Deben desterrar la maldición del tratamiento de guante blanco y renovar su promesa de realismo, moralidad e imparcialidad. Sólo si las élites israelíes sirven a la democracia y no la destruyen, volverán nuevamente a ser dignos.

(*) famosos periodistas israelíes

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1 Comments:

Blogger Juan Asensio said...

Buenos dias : acaso pueda darme su apellido, par que le ponga sobre Staler con otra forma que el titulo de su bitacora ?
Muchas gracias.

9:50 PM  

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