Saturday, June 28, 2008

Cuando una nación pierde su sensatez - Israel Harel - Haaretz

Esta semana, los tres soldados secuestrados - en lugar de la crisis política derivada de la crisis de ética que está a punto de sacudir toda la estructura de gobierno de Israel - se encontraban en el centro del debate público, y, por lo tanto, del interés público.

Las palabras de Moshe Ya'alon, en el sentido de que no hay que pagar un precio exagerado por los secuestrados, aun cuando existe el temor por sus vidas, ha suscitado algunos hechos positivos, aunque también una mayoría de reacciones negativas. Pero aún han sido más fuertes las reacciones a la decisión del Partido Laborista - de suma importancia política - de votar a favor de una disolución de la Knesset.

Una de las principales razones por las cuales Ehud Olmert se embarcó en la Segunda Guerra del Líbano fue demostrar a Hezbollah y a las demás organizaciones terroristas que la era de la aceptación por parte de Israel de los secuestros de sus soldados y de sus civiles, así como el pago de un precio inaceptable por su regreso, había terminado. También quería restaurar el poder de disuasión de Israel, y demostrar que no era verdad la famosa declaración de Hassan Nasrallah en el sentido de que la debilidad de Israel respecto a su capacidad de sufrimiento le equiparaba a una tela de araña, o que su fin, de acuerdo con la profecía de los intelectuales palestinos, sería igual al de las Cruzadas, debido a una inminente polarización y a sus manifestaciones de debilidad.

El IDF y la sociedad civil no pasaron la prueba de la determinación y tampoco lo hizo el escalón político - en primer lugar en el Líbano y más tarde con Hamas -, en el sentido de hacer lo posible para demostrar al enemigo que la sociedad israelí se encuentra fuerte, en cuerpo y alma, y que sus ataques no son más que picaduras de insectos que los israelíes resistirán fácilmente.

Y lo que es peor: el resultado de la guerra, tanto en el campo de batalla como en el frente doméstico, sólo fortaleció los supuestos básicos del enemigo. El comportamiento de los nuestros en muchos lugares - Safed puede ser un ejemplo - da fe de una casi total ausencia de voluntad para enfrentarse a una situación de crisis que causó daños minúsculos, en términos de vidas y bienes, si se compara con el sufrimiento de otras naciones durante otras guerras.

En la guerra de los Qassams, por ejemplo, un número insignificante de pérdidas ha llevado a un importante movimiento de abandono, incluso en los kibutzim que en el pasado fueron un ejemplo de fortaleza por parte de sus habitantes. Las cosas han llegado tan lejos que incluso la evacuación del IDF de un gran base de entrenamiento fuera del alcance de los cohetes, uniéndose a este patrón de conducta, ha impulsado la moral del enemigo y su máquina de propaganda.

Este comportamiento del ejército y de los civiles - en otras palabras, la nación -, se explica al parecer porque el gobierno está de acuerdo con un absurdo alto el fuego con Hamas, y sin Gilad Shalit. Y los que están tratando de destruirnos pueden decirse una vez más a sí mismos: "todos nuestros supuestos básicos con respecto a la fragilidad de Israel, a pesar de todos sus intentos de probar lo contrario, son verdaderos y comprobables".

La nación israelí no puede soportar un prolongado esfuerzo de guerra; resistir aun cuando no se trate más que de pérdidas poco significativas. Israel no se atreve a poner en peligro la vida de sus soldados con la finalidad de terminar con esta situación, aun cuando el no hacerlo socava su soberanía y la confianza de los ciudadanos en su gobierno. Israel, por lo tanto, acepta el dictado de Hamas en cuanto a las condiciones para un alto el fuego, y en primer lugar el hecho de no incluir a Gilad Shalit. El soldado secuestrado finalmente será puesto en libertad a cambio de cientos de terroristas, e Israel será humillado y obligado a regresar a un patrón de comportamiento que prometió que nunca adoptaría de nuevo .

Y si lo ha hecho en el Sur, ¿por qué no con respecto a Hezbolláh?. Después de todo, el primer ministro se jactó ante Nasrallah de que el secuestro de Eldad Regev y de Ehud Goldwasser sobrepasó el límite. Así pues, con tales demostraciones de fortaleza por parte de ambos, del gobierno y de los ciudadanos, ¿es de extrañar que a punto de completar esa operación Nasrallah agregue a terroristas palestinos en su lista de presos a liberar?

El asunto del alto el fuego (con lanzamientos que no han cesado) con Hamas, y el asunto de las concesiones demasiado generosas a Hezbolláh - y casi con toda seguridad a cambio solamente de dos cadáveres -, no habrían tenido lugar si no se hubiera producido una preocupante conexión entre una opinión pública civil que carece de tolerancia ante el sufrimiento y un gobierno cuyo único objetivo es la supervivencia. Y, por lo tanto, los ciudadanos y el gobierno están posponiendo lo inevitable, en otras palabras, están hipotecando el futuro. Después de todo, es evidente para todo el mundo, incluso para los que desean una pausa ahora, que el enemigo se rearmará, se hará más fuerte y que la próxima guerra será mucho más amarga y difícil.

Todo esto tendría algún sentido si a cambio de esta locura estratégica, moral y política, en el Norte y el Sur, al menos recibiéramos vivos a Shalit, Regev y Goldwasser. Pero para sembrar solamente las semillas de los próximos secuestros - y a un precio exorbitante - representa una intolerable locura y una tremenda insensatez.

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