Las lecciones del intercambio - Shlomo Avineri - Haaretz
Ahora que los cuerpos de Eldad Regev y Ehud Goldwasser han sido devueltos a Israel, tal vez sea posible llevar a cabo un debate inteligente sobre las muchas cuestiones que rodearon el trato con Hezbolláh.
Por un lado, el gobierno declaró "hacer todo lo posible" para devolver a los soldados secuestrados. Por otra parte, se dijo que no negociaría con los captores. Ambas declaraciones fueron irresponsables y maniataron al gobierno. Por un lado, es imposible decir - y no se debe decir - que "se hará todo" por liberarlos, ya que “todo” incluye medidas que es mejor ni siquiera considerar. Por otra parte, es evidente que tarde o temprano se celebrarán negociaciones con los secuestradores, como ya se hizo en el pasado.
Cualquiera que tenga un poco de experiencia en la realización de negociaciones de secuestros sabe lo difícil que es establecer unas normas férreas. Cada caso es diferente, también lo son las circunstancias políticas, y el contexto inmediato no es fácil, por lo que resulta imposible determinar y establecer unas "líneas rojas".
Dicho esto, es evidente que hay unos principios generales que se aplican a este tipo de negociaciones, y que Israel no ha observado. El principio fundamental es la necesidad de conocer el estado o condición de las víctimas. A lo largo de las negociaciones, Israel no sabía si los dos secuestrados estaban vivos o muertos, y llevó a cabo las conversaciones sin saber lo que recibirían a cambio de los prisioneros libaneses. Esta situación es inconcebible, y todo lo que se hable sobre la necesidad de "que los muchachos vuelvan a casa" sólo puede resultar engañoso.
En cualquier caso futuro, Israel debe anunciar que no comenzará ningún tipo de negociaciones sin saber si los cautivos que han sido secuestrados están vivos o muertos. Al mismo tiempo, Israel debe insistir en que se permitirá a los representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja ver a los cautivos y presentar un informe oficial sobre su estado. Este principio puede ser aprobado ahora para el caso de Gilad Shalit: no es aceptable que los secuestradores envíen a la familia una carta, como acto de bondad, sin un informe transparente sobre su condición. Ambas demandas son respaldadas por el derecho internacional.
Uno de los argumentos en contra de esta posición es que el gobierno también debe lidiar con la presión de la opinión pública. Esto es cierto, pero la opinión pública no es una entidad autónoma separada de la realidad, o de la manera con la que el gobierno trata con de ella. En este caso, el gobierno cometió un grave error cuando se permitió seguir a la opinión pública, en definitiva, tratar a los soldados secuestrados como a unos pequeños niños judíos secuestrados por cosacos en lugar de a soldados del ejército del estado judío. El gobierno debe decir con total convicción a la opinión pública y a las familias que hará todo cuanto esté en su mano para liberar a los soldados, siempre dentro de los límites marcados por los intereses generales de Israel, pero que en ningún caso “hará todo". Así como el gobierno tiene derecho a enviar a los soldados a la batalla, y quizás a la muerte, también tiene derecho a contemplar la suerte de los secuestrados dentro del marco de los intereses estratégicos más amplios del estado.
Hay otra polémica en el debate público, una que enlaza la cuestión religiosa con la mitzvah (el mandamiento) de redimir a los cautivos. Este mandamiento es comprensible, era la respuesta humana del pueblo judío de la diáspora, un pueblo judío constituido como una minoría débil y vulnerable que carecía de poder y de medios militares de defensa. En esta situación, no había más remedio que ceder a la extorsión. En la realidad actual, en la que existe una entidad soberana judía, existe una amplia variedad de opciones disponibles sobre la base del poder del estado. Este argumento no excluye la posibilidad de que en una situación particular puede que no haya más remedio que pagar un rescate, pero esta sería la última opción y no constituiría un "supremo mandamiento".
Por último, el papel desempeñado por los medios de comunicación en este asunto da miedo. Convirtió una difícil tragedia humana y un grave dilema estratégico en algo similar a una telenovela. A veces es posible acercarse a las familias en duelo y solicitar sus opiniones y sus sentimientos: es precisamente aquellos que piensan que su dolor debe restringirse a sí mismos y no contemplar sus problemas como una herramienta para elevar las tasas. Algunas personas en los medios de comunicación debemos mirarnos en el espejo y preguntarnos si no estamos avergonzados por nuestro papel en esta historia.
No siempre es fácil equilibrar las consideraciones de interés general y del interés privado. Pero es precisamente en tales situaciones complejas que esta consideración debe orientar a los dirigentes, a la opinión pública y a los medios de comunicación.
Labels: Avineri, Eldad y Ehud, Israel
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