Saturday, April 25, 2009

Dos estados, una idea, sin soluciones - Seth J. Frantzman - JPost

Un Estado, dos Estados: Solucionando el conflicto Israel/Palestina - Benny Morris


Benny Morris es el enfant terrible de las instituciones del mundo universitario israelí. Originalmente identificado como un líder de los nuevos historiadores que han tratado de revisar y refundar lo que se consideran como los principales "mitos" sionistas, ha sido posteriormente salvajemente condenado por abandonar lo que se pensaba que era (un compañero de ruta) por sus compañeros de la izquierda académica. El ataque más celebre, un artículo titulado "La escandalosa entrevista de Morris" (2004), del finado profesor de sociología de la Universidad Hebrea, Baruch Kimmerling, hablaba de la "huida" de Morris, quien había "abandonado su manto de historiador y se había colocado la armadura de un judío chovinista que desea la Tierra de Israel completamente limpia de árabes ". Kimmerling llegó a la conclusión de que Morris "carece de cualquier tipo de respuestas significativas".

Morris es un académico admirable precisamente por haber tomado posiciones impopulares que hacían volar ante su propia cara la sabiduría recibida, y luego, tras haber experimentado el fracaso de Oslo, aparentemente cambiar de opinión y de los puntos de vista que había plasmado en su obra más famosa, "El nacimiento del problema de los refugiados palestinos" (1987) .

Al cabo de los años se ha interesado y publicado sobre otros temas, tales como "Glubb Pasha", el general británico de la Legión Árabe, la "Guerra de las Fronteras", entre 1949 y 1956, una historia del conflicto árabe-israelí y un libro sobre la Guerra de la Independencia.

Esas diferentes perspectivas, y el hecho de que se le ha acusado de post-sionismo (por la derecha más extrema) y de sionista extremista (por la izquierda post-sionista y antisionista), debería hacer de él un excelente candidato a la hora de escribir un libro sobre la "solución" del conflicto judío-palestino.

Él no ha sido el primero en abordar este tema. Martin Van Creveld, hizo lo mismo en "Defendiendo Israel" (2004), y Jimmy Carter el último con "Podemos conseguir la paz en Tierra Santa" (2009), son dos recientes adiciones a este sub-género. De hecho, Morris ha escrito este último trabajo tratando de contestar y teniendo en cuanta a la mayoría de esas voces que en la extrema izquierda de Occidente, y de modo habitual en el mundo árabe, han sugerido un retorno a un ideal de un estado binacional para los árabes y los judíos en Palestina, con una mayoría árabe.

Así pues, en este libro se enfrenta no sólo al histórico movimiento judío Brit Shalom, dirigido por Judá Magnes, desilusionado presidente de la Universidad Hebrea que dejo Israel en 1948 cuando sus ideas no fueron aceptadas (por la enorme mayoría de la población), sino también a las voces más recientes, como Virginia Tilley (maestra de conferencias de la Hobart and William and Smith Colleges), el escritor judío europeo Tony Judt y Ali Abunimah, un palestino-estadounidense.

La parte esencial de su libro se compone de una historia de esos movimientos que entre los judíos y palestinos han estado a favor de una solución de uno o dos estados. El lector se introduce en primer lugar en esa periferia representada por un grupo de intelectuales judíos de la Palestina bajo el Mandato Británico y que se adhirieron a un binacionalismo. En un conmovedor pasaje, Arthur Ruppin, un sociólogo y líder sionista, describe como coquetearon y flirtearon con el binacionalismo sólo para encontrarse a sí mismos hurgando en su escritorio, en medio de la revuelta árabe de 1936, para tratar de encontrar su revólver Browning. Ruppin escribe: "Ahora se encuentra en mi mesita de noche". Para él y para otros muchos idealistas, el binacionalismo estaba muerto.

Otra revelación sorprendente es el hecho de que Magnes sostuvo que la solución de un estado debía ser "impuesta [a judíos y árabes], a pesar de su oposición", por la comunidad internacional. Esto es igual de cierto hoy en día, con los llamamientos de los radicales en Israel y en la comunidad internacional para que se produzca una "intervención internacional".

La narrativa de Morris ofrece un excelente "quién es quién" entre los activistas y pensadores judíos y árabes durante la Palestina del Mandato Británico. El autor nos recuerda una vez más los caprichos de la partición del informe Peel y las diferencias entre los partidos árabes. Sin embargo, Morris se aparta de la descripción habitual de la existencia de partidos árabes "moderados" y "extremistas" en Palestina, y en su lugar afirma que todos los dirigentes políticos árabes deseaban imponer una solución a la minoría judía y forzar la existencia de un único estado regido por los palestinos o por algún otro estado árabe como rector. Incluso la mayoría de los árabes moderados, tales como Musa al-'Alami, un burócrata e intelectual, sólo admitían un "cantón judío" dentro de una colonia británica.

Morris llega a la conclusión de que la mayoría de los judíos durante el Mandato Británico, así como los israelíes en los años posteriores transcurridos, han llegado a aceptar la idea de dos estados para dos pueblos. Sin embargo, los árabes no lo han hecho. El historiador lleva al lector a través de los diversos pactos y declaraciones de la OLP, Fatah y Hamas y pone de manifiesto que aun cuando las reclamaciones se hacen desde la moderación, en realidad no reflejan la realidad. No hay ningún estado "laico y democrático de Palestina" en curso de elaboración.

Morris sostiene que todas las soluciones son, o bien casi una "pesadilla práctica", o bien resultan "casi impensables o no realistas". Por lo que aboga por un retorno a una idea de la década de 1970, la de una unión entre Cisjordania y Jordania, con Gaza adjunta a esa "confederación". Esta sorprendente solución debe ser creada frente a la oposición de la monarquía jordana, la cual ha abandonado a los palestinos desde de la guerra civil jordana (Septiembre Negro), y de los propios palestinos, que ya han vivido bajo este régimen desde 1948 hasta 1967. Morris, a falta de una verdadera respuesta, no se centra sólo en las culpas propias, sino en las dificultades para "resolver" el conflicto.

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