Monday, April 27, 2009

El "secreto" de Saeb Erekat (el principal negociador palestino) - Petra Marquardt-Bigman - JPost BlogCentral

Hubo poco entusiasmo cuando se iniciaron las conversaciones de Annapolis a finales de 2007. Su objetivo - producir al menos el esbozo de las grandes líneas de un acuerdo entre israelíes y palestinos en el momento en que el presidente Bush abandonaba sus funciones - fue ampliamente considerado como completamente irreal, y no pocos comentaristas desestimaron la iniciativa como un poco más de "proceso de paz". Sin embargo, cuando el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, declaraba recientemente, y muy poco diplomáticamente, que el proceso de Annapolis estaba acabado, los comentaristas se unieron en un coro de indignación - al parecer, a ellos no les gusta oír en la voz de Lieberman lo que ellos piensan, y en lo que básicamente están de acuerdo.

Ahora los medios de comunicación están llenos de informes y comentarios acerca de la urgente necesidad de ejercer presión sobre el nuevo gobierno de Israel para que declare su compromiso con la solución de dos Estados y su determinación para proseguir enérgicamente la paz con los palestinos. Resulta un curioso contraste con la falta de interés que mostraron esos mismos medios de comunicación cuando se celebraron las conversaciones de Annapolis. Raros fueron los medios de comunicación que parecieron interesados en dar cuenta de la oferta que Israel hizo a los palestinos y que estaba muy cerca de lo solicitado por el Presidente palestino Mahmoud Abbas en vísperas de la reunión de Annapolis, cuando indicó que los palestinos estaban abiertos a ajustes fronterizos siempre y cuando finalizarán con un equivalente a los "6.205 kilómetros cuadrados de territorio que conformaban la Cisjordania, controlada entonces por los jordanos, y Gaza, bajo control de Egipto, antes de la Guerra de los Seis Días de 1967".

Según las informaciones aparecidas en la prensa israelí, la propuesta presentada por parte de Israel habría otorgado a los palestinos el 98,5% de ese territorio: toda la Franja de Gaza, el 93% de Cisjordania y un 5,5% de territorio cedido por Israel, para así ampliar Gaza y compensar las tierras de Cisjordania que Israel se anexionaría; además, una ruta de conexión entre Gaza y Cisjordania se pondría a su disposición.

Los palestinos se apresuraron a rechazar la propuesta de Israel, y nuevamente este fue un acontecimiento que, al parecer, pasó en gran medida desapercibido. No mucho después, con las nuevas elecciones en Israel ya programadas, hubo rumores de que el Primer Ministro Olmert y la Ministro de Asuntos Exteriores Livni, tenían la intención de realizar un último esfuerzo para rematar un acuerdo. Estos rumores han sido confirmados por el durante mucho tiempo negociador en jefe palestino, Saeb Erekat, durante una reciente aparición en la Al-Jazeera TV.

Erekat reconoció que Israel había presentado a los palestinos una propuesta en Noviembre de 2008 que "hablaba de Jerusalén y de casi el 100% de Cisjordania", y señaló que Mahmoud Abbas podría haber aceptado esta propuesta, al igual que los "negociadores palestinos podrían haberlas aceptado en 1994, 1998 o 2000". Curiosamente, Erekat procedió a revelar lo que él considera un "secreto": explicó por qué los palestinos habían rechazado esas recientes propuestas así como las ofrecidas en 2000/01 durante las negociaciones de Camp David y Taba. Lo que impidió un acuerdo en cada uno de esos casos - al menos según Erekat - "fue la petición israelí de que los palestinos reconocieran la importancia del Monte del Templo para la historia y la religión judía".

Vale la pena citar la descripción de Erekat de una escena en Camp David, cuando Bill Clinton trató de convencer a Yasser Arafat para llegar a un acuerdo: "Usted será el primer presidente de un estado palestino, con las fronteras de 1967 – a dar o tomar, teniendo en cuenta un intercambio territorial -, y en donde Jerusalém Este será la capital del Estado palestino, pero queremos que usted, como un hombre religioso, reconozca que el Templo de Salomón se encuentra bajo el Haram Al-Sharif". Según Erekat, Arafat respondió "desafiante" a Clinton: "No voy a ser un traidor. Alguien vendrá a liberarla en 10, 50 o 100 años. Jerusalém no será nada más que la capital del estado palestino, y no hay nada por debajo o por encima del Haram Al-Sharif, a excepción de Aláh".

Puede ser discutible si realmente Erekat reveló un "secreto", pero sin duda es sorprendente que el veterano negociador en jefe palestino optara por hacer hincapié en una cuestión totalmente simbólica y que presentara la reiterada negativa de los palestinos a la hora de aceptar un compromiso sobre esa cuestión como una manifestación de orgulloso desprecio, el cual es, en última instancia, más importante que el logro de un acuerdo de paz que permita la creación de un Estado palestino.

Si ese fue el mensaje que los palestinos querían transmitir, al parecer tuvieron éxito, si la memoria del ex canciller israelí Shlomo Ben-Ami es certera. Al describir las conversaciones celebradas en Noviembre y Diciembre de 2000 relativas a la división de Jerusalém, en una entrevista con el Haaretz en septiembre de 2001, Ben-Ami explicó que los negociadores israelíes habían acordado la división de la ciudad y la plena soberanía palestina sobre el Monte del Templo, pero solicitaban a los palestinos que reconocieran que era un lugar sagrado para los judíos. Cuando los palestinos se negaron categóricamente, el ultra-paloma Ben-Ami concluyó: "En ese momento yo entendí que ellos no eran realmente... Sadat, ... y que no estaban dispuestos a avanzar hacia nuestra posición, incluso a nivel emocional y simbólico. En el fondo, no estaban dispuestos a reconocer que tenemos algún tipo de derecho para estar aquí".

Cuando los medios de comunicación informan sobre los intentos de resolver el conflicto israelí-palestino, el tema subyacente, por lo general, es que es a Israel a quién le corresponde presentar propuestas de un Estado palestino viable, y que si el conflicto no se ha resuelto aún es porque Israel no ha podido hacerlo.

El fracaso de las negociaciones en Camp David y Taba suscitaron un aluvión de comentarios que trataron de explicar y justificar por qué los palestinos no aprovecharon esa oportunidad de conseguir su propio Estado. En vista de las recientes declaraciones de Saeb Erekat, gran parte de esos comentarios aparecen ahora como equivocados, porque el "secreto" que Erekat ha revelado recientemente apunta a que la perspectiva de Shlomo Ben-Ami era la correcta.

Si los detalles que se han dado a conocer sobre las propuestas presentadas por Israel durante las conversaciones de Annapolis en el 2008 son exactos, a los palestinos se les ha ofrecido una vez más un Estado viable que, en términos del tamaño del territorio, no ha suscitado ningún compromiso por su parte. Los críticos de Israel destacan el hecho de que Israel quería anexionar un 6% del territorio de Cisjordania (es decir, los llamados bloques de asentamientos). Pero no hay nada en la "línea verde" que separaba Israel y la Cisjordania controlada por Jordania, antes de la guerra de Seis Días, que hiciera a un supuesto estado palestino particularmente viable. Por el contrario, la ampliación de la Franja de Gaza, con su actual hacinamiento, y con un gran potencial económico para el Estado palestino por tener una salida al mar, probablemente aumentará en gran medida la viabilidad de un Estado palestino.

Sin embargo, si las declaraciones de Saeb Erekat sobre la posición palestina son correctas, no fueron esas cuestiones las más problemáticas, ha sido la política de símbolos la que ha impedido la solución del conflicto y el establecimiento de un Estado palestino.

Las declaraciones de Erekat en Al-Jazeera TV indican que es hora de preguntarse si los palestinos realmente desean un estado. Como ha señalado Shmuel Rosner, ya ha habido cierto debate sobre esTa cuestión, y los israelíes se han estado preguntando acerca de ella durante bastante tiempo. Pero el "secreto" revelado por Erekat a su auditorio en Al-Jazeera TV, nos pone de manifiesto que es una cuestión que merece un debate más amplio, aunque las valientes brigadas de "culpemos de todo a Israel" denuncien este debate como "políticamente incorrecto".

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