¿Por qué Obama está equivocado sobre Israel y la Shoah? - Ed. JPost
El viernes, el Presidente Barack Obama colocaba una solitaria flor blanca en el monumento conmemorativo de Buchenwald, donde se calcula que 43.000 personas - entre ellas 11.000 judíos – fueron asesinadas en ese campo de concentración. En tono moderado, Obama señaló que el paso del tiempo no había conseguido que los crematorios perdieran todo su horror. Habló de un tío suyo, que bajo el mando del general Dwight Eisenhower fue uno de los libertadores del campamento. Él le contó cómo Eisenhower recorrió el campo para poder desafiar personalmente a cualquiera que pudiera afirmar que los Aliados habían exagerado los horrores nazis con fines propagandísticos.
Obama también se dio otra nueva oportunidad para declarar que la negación del Holocausto es algo "sin fundamento", que demuestra "ignorancia" y que resulta "odioso".
En su declaración en El Cairo, efectuada día anterior y dirigida al mundo árabe y musulmán, el presidente Obama justificó el derecho de Israel a existir sobre la base del Holocausto: "La aspiración de una patria judía tiene sus raíces en una trágica historia", que culminó en la Shoah.
En Buchenwald, dijo: "La nación de Israel [surge] de la destrucción del Holocausto".
Justificación que, de por sí, proporciona las condiciones para que Obama afirme: "Por otro lado, también es innegable que los palestinos... han sufrido en la búsqueda de una patria".
Barack Obama ha sido terriblemente mal informado si piensa que la legitimidad de Israel depende de la Shoah. Por supuesto, si los judíos hubieran alcanzado un hogar nacional en Palestina antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial - como prometió la Gran Bretaña en 1917 en la Declaración Balfour y como reafirmó la Sociedad de Naciones en 1920 - las puertas de ese país no se habrían cerrado para todos aquellos refugiados judíos que buscaban escapar de la maquinaria asesina nazi. La historia hubiera sido muy diferente en realidad.
Lo que el Holocausto ha demostrado es que el mundo es un lugar demasiado peligroso para que los judíos sean apátridas y estén indefensos. Pero nosotros, los sionistas, ya sabíamos la verdad de ese argumento, mucho antes de que Hitler llegara al poder.
Ciertamente, el sionismo político moderno se desarrolló a finales del s. XIX y principios del s. XX. Pero el presidente tiene que apreciar y comprender que la legitimidad de Israel no depende de las consecuencias de la guerra contra los judíos entre 1933 y 1945. Está arraigada, ante todo, en la conexión histórica del pueblo judío a la Tierra de Israel.
El movimiento sionista rechazó Uganda como un refugio seguro en 1903, aún en la necesidad de salvar a los judíos del violento antisemitismo, y fue porque Uganda no pertenecía a la judíos.
Sin embargo, si uno desea entender la civilización judía - por medio de la historia sagrada o a través de las modernas lentes de la historia secular y la arqueología - la antigua unión entre los judíos y su tierra resulta indiscutible.
En el 1.000 a.C., las doce tribus habían formado una monarquía unida. Entonces, cuando en el 586 a.C. los judíos fueron derrotados y exiliados, "En los ríos de Babilonia... allí donde nos sentaremos..., sí, lloraremos cuando recordemos Sión". Pero regresamos y reconstruimos nuestra comunidad, aunque sólo para ser derrotados y exiliados de nuevo, en el año 70 d.C. Pero ya en el s. IX los judíos había restablecido comunidades en Tiberias y, en el s. XI, en Gaza.
Como puede ver, Sr. Presidente, mucho antes de que la Cristiandad y el Islam aparecieran en el escenario mundial, la alianza entre el pueblo de Israel y la Tierra de Israel era firme y arraigada. Todos los días rezábamos en nuestra antigua lengua por nuestro regreso a Sión. Todos los días, señor Presidente. Desde hace 2.000 años.
En cada boda judía, a través de los siglos, el novio aplasta con sus pies unos vidrios mientras declara: "Si me olvido de ti, oh Jerusalém ..."
Quizás sea porque Palestina nunca ha sido soberana bajo el dominio de los árabes que los palestinos moderados nunca han podido encontrar en sus corazones el reconocimiento de la profundidad de la relación de los judíos con Sión. Al contrario, aún insisten en que somos unos intrusos.
Cuando Obama da a entender que los derechos de los judíos están basados esencialmente en el Holocausto - sin afirmar ni hacer valer ni una sola vez que son muchos, bastante más profundos y más antiguos - está condenando las perspectivas de paz.
¿Por qué deberían reconciliarse los árabes con la presencia de un estado judío formando parte de la región si el presidente de los EEUU continua insinuando que Israel fue creado para expiar los crímenes de Europa?
Obama también se dio otra nueva oportunidad para declarar que la negación del Holocausto es algo "sin fundamento", que demuestra "ignorancia" y que resulta "odioso".
En su declaración en El Cairo, efectuada día anterior y dirigida al mundo árabe y musulmán, el presidente Obama justificó el derecho de Israel a existir sobre la base del Holocausto: "La aspiración de una patria judía tiene sus raíces en una trágica historia", que culminó en la Shoah.
En Buchenwald, dijo: "La nación de Israel [surge] de la destrucción del Holocausto".
Justificación que, de por sí, proporciona las condiciones para que Obama afirme: "Por otro lado, también es innegable que los palestinos... han sufrido en la búsqueda de una patria".
Barack Obama ha sido terriblemente mal informado si piensa que la legitimidad de Israel depende de la Shoah. Por supuesto, si los judíos hubieran alcanzado un hogar nacional en Palestina antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial - como prometió la Gran Bretaña en 1917 en la Declaración Balfour y como reafirmó la Sociedad de Naciones en 1920 - las puertas de ese país no se habrían cerrado para todos aquellos refugiados judíos que buscaban escapar de la maquinaria asesina nazi. La historia hubiera sido muy diferente en realidad.
Lo que el Holocausto ha demostrado es que el mundo es un lugar demasiado peligroso para que los judíos sean apátridas y estén indefensos. Pero nosotros, los sionistas, ya sabíamos la verdad de ese argumento, mucho antes de que Hitler llegara al poder.
Ciertamente, el sionismo político moderno se desarrolló a finales del s. XIX y principios del s. XX. Pero el presidente tiene que apreciar y comprender que la legitimidad de Israel no depende de las consecuencias de la guerra contra los judíos entre 1933 y 1945. Está arraigada, ante todo, en la conexión histórica del pueblo judío a la Tierra de Israel.
El movimiento sionista rechazó Uganda como un refugio seguro en 1903, aún en la necesidad de salvar a los judíos del violento antisemitismo, y fue porque Uganda no pertenecía a la judíos.
Sin embargo, si uno desea entender la civilización judía - por medio de la historia sagrada o a través de las modernas lentes de la historia secular y la arqueología - la antigua unión entre los judíos y su tierra resulta indiscutible.
En el 1.000 a.C., las doce tribus habían formado una monarquía unida. Entonces, cuando en el 586 a.C. los judíos fueron derrotados y exiliados, "En los ríos de Babilonia... allí donde nos sentaremos..., sí, lloraremos cuando recordemos Sión". Pero regresamos y reconstruimos nuestra comunidad, aunque sólo para ser derrotados y exiliados de nuevo, en el año 70 d.C. Pero ya en el s. IX los judíos había restablecido comunidades en Tiberias y, en el s. XI, en Gaza.
Como puede ver, Sr. Presidente, mucho antes de que la Cristiandad y el Islam aparecieran en el escenario mundial, la alianza entre el pueblo de Israel y la Tierra de Israel era firme y arraigada. Todos los días rezábamos en nuestra antigua lengua por nuestro regreso a Sión. Todos los días, señor Presidente. Desde hace 2.000 años.
En cada boda judía, a través de los siglos, el novio aplasta con sus pies unos vidrios mientras declara: "Si me olvido de ti, oh Jerusalém ..."
Quizás sea porque Palestina nunca ha sido soberana bajo el dominio de los árabes que los palestinos moderados nunca han podido encontrar en sus corazones el reconocimiento de la profundidad de la relación de los judíos con Sión. Al contrario, aún insisten en que somos unos intrusos.
Cuando Obama da a entender que los derechos de los judíos están basados esencialmente en el Holocausto - sin afirmar ni hacer valer ni una sola vez que son muchos, bastante más profundos y más antiguos - está condenando las perspectivas de paz.
¿Por qué deberían reconciliarse los árabes con la presencia de un estado judío formando parte de la región si el presidente de los EEUU continua insinuando que Israel fue creado para expiar los crímenes de Europa?
Labels: Amenazas, Dos Estados, Israel, Obama
0 Comments:
Post a Comment
<< Home