Monday, July 27, 2009

Trabajando en su relación - Ari Shavit - Haaretz

El Presidente Barack Obama cometió dos errores en su trato a Israel: ha perdido la confianza de la opinión pública israelí y la del primer ministro israelí. Ninguno de ellos era realmente necesario. A pesar de su previa cautela, la mayoría de los israelíes fueron muy felices de ver a Obama en la Casa Blanca. A pesar de algunas sospechas, nuestro primer ministro estaba bastante encantado con el joven senador de Illinois y su ascenso meteórico.

Si Obama hubiera adoptado a Israel y a Benjamin Netanyahu, habría logrado lo que Anwar Sadat, Bill Clinton y el Rey Hussein consiguieron. Que habrían derretido a la derecha, conquistado al centro y llevado a Israel a la izquierda. Amigo de Israel, y realmente comprometido con su seguridad, Obama se habría convertido fácilmente en el rey de Israel.

Pero, por alguna razón, Obama optó por adoptar el enfoque contrario. Su reunión con Netanyahu hace ya varios meses en la Oficina Oval fue una emboscada. Sin preparación o aviso previo, Obama planteó su ultimátum a Netanyahu. En lugar de actuar como un buen amigo o un consejero, adoptó el papel del policía malo. Esa fue la causa de que Netanyahu se convirtiera de un admirador a un adversario en un parpadeo. Sin embargo, Obama no se conformó con eso. Poco después de la confrontación en Washington, renunció a los compromisos contraídos por administraciones anteriores en lo referente a los bloques de asentamiento. Barack Hussein Obama mandó a la papelera la carta escrita por George W. Bush y las políticas de William Jefferson Clinton. Así es como ha enseñado a los israelíes una lección que no van a olvidar rápidamente: la palabra de un presidente de los EEUU no vale mucho. Una promesa antes de la retirada es sólo una promesa.

Obama no es hostil hacia Israel. Sino todo lo contrario. Pero su conducta equivocada ha paralizado a la opinión pública israelí más dispuesta a apoyar una próxima retirada a gran escala. Como consecuencia de las acciones - y de los fracasos - de Obama, sólo unos pocos israelíes lo ven como un verdadero amigo de Israel.

En sus relaciones con los Estados Unidos, Netanyahu cometió dos graves errores: no tomar la iniciativa y no hacer un esfuerzo adicional para explicarse a sí mismo. El modelo de Netanyahu del 2009 es verdaderamente diferente del antiguo. Él ha firmado su paz con respecto a la necesidad de dividir la tierra de Israel y se está moviendo hacia el establecimiento de un estado palestino. Pero este modelo de Netanyahu no es el mismo que el de la década de 1990. Después de contemplar el fracaso de Camp David y de Annapolis, Netanyahu no cree que una verdadera paz se pueda conseguir rápidamente mediante unas negociaciones. Por lo tanto, busca un tipo diferente de proceso de paz: para construir un Estado palestino desde la base necesita la cooperación de los jordanos, de los estados del Golfo y del Primer Ministro palestino Salam Fayyad, todo ello para no convertir a Cisjordania en otro Hamástán, sino más bien en otro Dubai.

Durante el año pasado, y en particular desde que Netanyahu se convirtiera en primer ministro, una revolución silenciosa se ha llevado a cabo en Cisjordania. El número de checkpoint se ha reducido de unos 40 a 14. El crecimiento económico ha aumentado drásticamente a 7% anual. Las fuerzas de seguridad palestinas son cada vez más fuertes, como el espíritu empresarial palestino y la tendencia hacia la moderación. El enfoque propuesto por Netanyahu se está revelando eficaz. Tras una década de desesperanza, los primeros brotes de esperanza se muestran en la sociedad palestina.

Pero el primer ministro de Israel no ha logrado aprovechar su éxito. Él no ha transformado su enfoque pragmático en una propuesta general de paz. Su gran error fue no presentar una visión alternativa en la Oficina Oval, una que ganara el corazón de Obama. Es por eso que Obama está tomando su camino: y su camino es tratar de hacer avanzar ideas obsoletas que han fracasado una y otra vez en los últimos 15 años. Y es por ello que Netanyahu se mantiene en su propio enfoque: terco y frustrado, una vez más es contemplado como un lastre para la paz.

Estamos a finales de julio. Si la disputa sobre los asentamientos no se resuelve pronto, Israel y los Estados Unidos quedarán atrapados en un enfrentamiento superfluo. Si los Estados Unidos adoptan una propuesta de paz desconectada de la realidad, una oportunidad de oro se perderá. Es por eso que Obama y Netanyahu deben empezar a hablar directamente entre sí e íntimamente. Tal vez deberían aprovechar las vacaciones de agosto para celebrar una honesta reunión de reconciliación. Al final, Obama y Netanyahu deberán formar un dúo, ya que sin ellos nada bueno puede suceder en el Oriente Medio. Su relación compromete el futuro de todos nosotros.

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