Thursday, August 27, 2009

Suecia como síntoma I - Habla la esposa del anterior embajador israelí - JPost

La "obra de arte"

Después de haber vivido una revolución en Rumania, seguida de cinco años en Egipto, aprecié cuando mi marido fue nombrado embajador en Suecia.

Realmente, yo esperaba con impaciencia ver lo que suponía desempeñar su labor en un país occidental amigo. Esta vez, no estaríamos aislados, habría brillantes ceremonias oficiales, invitaciones a eventos reales, y trabajar en un ambiente agradable.

Pero bueno, eso no fue exactamente lo que sucedió. Era la época de la segunda Intifada y nadie, nadie nos quería.

Por ejemplo, cuando se organizó una gigantesca manifestación en contra de los Estados Unidos después de su invasión de Irak en 2003, la gente marchaba por decenas de miles debajo de nuestra ventana, en dirección a la embajada de EEUU. Entre las muchas banderas ostensiblemente expuestas, uno era particularmente llamativa, ella decía en letras negras: "Bombardear Tel Aviv, no Bagdad".

Unas semanas más tarde, la Unión de Estudiantes de la Universidad de Estocolmo decidió organizar un "Día de Palestina", el cual debía terminar con un debate en el que el embajador de Israel fue invitado.

Zvi [Mazel] hizo un buen discurso sobre la necesidad de un compromiso diplomático y de la reconciliación que fue acogido en silencio. A continuación, el representante palestino tomó la palabra y lanzó una salvaje diatriba contra los soldados israelíes:

"Cuando encuentran a una mujer palestina embarazada, esos animales empiezan apostando si será niño o niña, y luego destripan a la mujer para ver quién ganó. Además, añadió, "ninguna joven palestina está a salvo de los soldados, si es bonita, la desnudarán y la obligarán a caminar por las calles de Jerusalén".

Aún recuerdo la conmoción que sentí. Estábamos, después de todo, en el auditorio de una universidad de un país occidental moderno, no en Ramallah o Teherán.

Como era de esperar, el público silbó y abucheó a los israelíes tan odiados. ¿Y por qué no? Éramos puestos en la picota a diario en la prensa. Pero fue de mal en peor. Muy pronto, ese odio se volvió contra la comunidad judía. En octubre de 2003, un llamado Jan Samuelsson, un supuesto experto en religión y en historia religiosa, publicó un artículo en uno de los principales diarios, Dagens Nyheter - un periódico de la mañana con una tirada semejante a la del Aftonbladet -, donde explicaba que era legítimo odiar a los judíos mientras Israel ocupara territorios árabes.

Estas son algunas partes seleccionadas de ese artículo: "El odio musulmán a los judíos está justificado" y "El odio a los judíos es esencialmente un fenómeno moderno causado por los crímenes cometidos por Israel contra los árabes en el Oriente Medio".

En consecuencia, la Embajada de Israel protestó, pero ¿adivinen qué? La sacrosanta libertad de expresión se impuso y no se hizo nada.

Los judíos suecos comprendieron rápidamente el mensaje: "Hillelskolan", la escuela judía, fue puesta bajo protección policial y se aconsejó a sus alumnos quitarse las kippas y las estrellas de David cuando salieran fuera. A sus padres se les dio el mismo consejo. Hasta hoy, a los religiosos que llegan de Israel se les pide que usen un sombrero en lugar de una kipá.

Ciertamente, parte de estos incidentes pueden atribuirse a la gran comunidad musulmana que vive actualmente en Suecia - 500.000 personas sobre un total de 9 millones de habitantes. En Estocolmo, los judíos de edad avanzada, la mayor parte de ellos sobrevivientes del Holocausto, fueron invitados cada viernes al "Oneg Shabat" [lit. "Delicias del sábado"] en el edificio de la comunidad. Asistí un par de veces y fui a principios de marzo de 2004 para decirles adiós. Un hombre muy viejo con un fuerte acento polaco extrajo un periódico de su bolsillo.

"Está escrito aquí", me dijo, "que en la gran mezquita de Estocolmo se distribuyeron folletos y casetes llamando a eliminar a los judíos, los hijo de cerdos y monos. También dice que un portavoz del gobierno dijo que no había motivos para intervenir. ¿Qué quiere decir todo esto?".
No había mucho que decirle.

Una vez más, la Embajada de Israel protestó y una vez más la santa capa de la sacrosanta libertad de expresión fue enarbolada en lo que podría ser descrito como flagrante antisemitismo.
Otra mujer de edad avanzada terminó por poner definir el miedo que todos sentimos: "Probablemente eres demasiado joven para recordarlo, pero así es como todo se inició en Alemania".

Yo me apresuré a señalar que la situación era completamente diferente, que el gobierno sueco protegería a sus ciudadanos y que realmente estaba trabajando para combatir el antisemitismo. El Primer Ministro, Goran Persson, ¿no había organizado no uno sino tres seminarios internacionales sobre el tema del Holocausto?

No estoy seguro de que ellos me creyeran. Apenas un mes antes, ese mismo gobierno sueco había financiado una exposición infame que glorificaba a una mujer palestina que se inmoló en medio de la multitud de un restaurante abarrotado de Haifa, en octubre de 2003, matando a 21 personas. Esta "obra" que muestra una foto de ella maquillada, con su cara sonriente, flotando sobre un mar de agua roja que se supone era alusión a la sangre vertida, había sido elegida para la apertura oficial de un nuevo seminario internacional dedicado a una buena causa: "la prevención de genocidios".

Y cuando el embajador de Israel, después de haber protestado en vano, tomó él mismo cartas en el asunto tirando al agua los reflectores que iluminaban ese horror, los tres principales periódicos protestaron por ese intolerable ataque contra la libertad de expresión artística.
Al día siguiente, la exposición fue restaurada en todo su esplendor.

Cuando un año más tarde los musulmanes protestaron en contra de un cuadro expuesto en un museo de Gotemburgo, al que consideraban ofensivo, lo hicieron con mucha más eficacia. Una carta anónima explicó lo qué les ocurriría a las mujeres y los hijos de los conservadores del museo si la imagen no era eliminada de inmediato.Esto se hizo de inmediato.

Fuente: UPJF

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