Una nueva respuesta judía - Yoel Meltzer - Ynet
Es prudente suponer que el reciente "el día de patear a un judío" que se celebra en una escuela de Florida obtuviera la respuesta habitual de los líderes de la comunidad y de las organizaciones judías: shock, consternación, ira y, por supuesto, la demanda de disculpas. Esto no debería ser una sorpresa ya que es la reacción judía habitual ante los actos de antisemitismo, ya sea los perpetrados contra los estudiantes de una escuela de Florida o bien contra los ancianos judíos en las calles de Londres.
Por lo demás, esta respuesta no se limita solamente a las agresiones violentas contra las personas. Lo mismo ocurre cuando se profanan cementerios, sinagogas o se realizan actos de vandalismo, o cuando los judíos son atacados verbalmente. Independientemente de la ley, la respuesta judía casi siempre está enfocada a obligar a que los autores, cuando sea posible, expresen su pesar por sus acciones y se excusen formalmente.
Además, a continuación de estos incidentes, a menudo se establecen contactos con los políticos locales y nacionales a fin de que denuncian públicamente estos hechos y declaren políticas de tolerancia cero contra tales actos en el futuro.
Aunque se entiende este tipo de reacciones de los líderes de la comunidad y de las organizaciones judías, no todas las disculpas y declaraciones posteriores logran cambiar realmente la realidad. ¿Alguien cree seriamente que el enorme crecimiento de las manifestaciones contra Israel en las ciudades y universidades de toda Norteamérica, Sudamérica y Europa son en realidad sólo manifestaciones "anti-Israel" y no "anti-judíos", como a muchos apologistas les gustaría hacernos creer?
¿Acaso todo los esfuerzos acometidos durante años por varios gobiernos europeos a la hora de disculparse oficialmente por el papel de sus países durante el Holocausto ayudó a reducir seriamente el antisemitismo en esos mismos países?
La misma pregunta puede formularse con relación a la cantidad de tiempo, dinero y energía que se ha invertido durante años en la construcción de numerosos museos del Holocausto en varias ciudades de la diáspora. La intención, evidentemente, no es menospreciar el recuerdo a las víctimas del Holocausto y el terrible sufrimiento que soportaron. Más bien, la cuestión que se plantea es si estos museos han ayudado a reducir significativamente el antisemitismo.
El denominador común en casi todos estos casos, y tal vez sea la razón de que nada haya cambiado de manera significativa, es que la iniciativa casi siempre partió de los propios judíos. En otras palabras, la idea de construir otro museo del Holocausto, o bien la sugerencia de que alguien solicite públicamente disculpas por unas declaraciones antisemitas, casi siempre se origina entre los propios judíos. Por consecuencia, es natural preguntarse cuanta autenticidad contienen todas esas declaraciones y disculpas verdaderamente.
Sin embargo, si de algún líder europeo partiera la voluntad que su país construyera un museo del Holocausto, entonces éste sería verdaderamente un gran paso. O si por ejemplo, un político no judío, sin una hipotética e importante base de votantes judíos, decidiera luchar contra el antisemitismo, sin jamás haber sido requerido para ello por los grupos judíos, entonces esto realmente sería una bendición. Por lo tanto, mientras sean los judíos los que sigan poniendo en marcha todo el tema de las disculpas, las denuncias y la construcción de museos, es prudente asumir que nada va a cambiar.
Habiendo dicho todo esto, entonces tal vez haya llegado la hora de comenzar a "pensar fuera de la norma", y responder al antisemitismo de una manera totalmente diferente. En lugar de ir perdiendo el tiempo sin límite, al igual que el dinero y la energía, en un esfuerzo aparentemente inútil, ¿por qué no simplemente empacar todas las pertenencias, abandonar la diáspora, y venirse a vivir a Israel?
Es cierto, no todo es perfecto por aquí, e Israel también tiene su cuota de problemas, pero no obstante hacer aliya es una opción realmente viable, algo que vale la pena considerar seriamente. Por otro lado, probablemente nunca haya sido más fácil para un judío recoger sus cosas, dejar su país de nacimiento y venir a establecerse a Israel. Aunque personalmente yo aconsejo la inmigración por razones más positivas, tal vez en este caso sea la mejor respuesta que el mundo judío puede dar a la lucha contra el antisemitismo.
Por lo demás, esta respuesta no se limita solamente a las agresiones violentas contra las personas. Lo mismo ocurre cuando se profanan cementerios, sinagogas o se realizan actos de vandalismo, o cuando los judíos son atacados verbalmente. Independientemente de la ley, la respuesta judía casi siempre está enfocada a obligar a que los autores, cuando sea posible, expresen su pesar por sus acciones y se excusen formalmente.
Además, a continuación de estos incidentes, a menudo se establecen contactos con los políticos locales y nacionales a fin de que denuncian públicamente estos hechos y declaren políticas de tolerancia cero contra tales actos en el futuro.
Aunque se entiende este tipo de reacciones de los líderes de la comunidad y de las organizaciones judías, no todas las disculpas y declaraciones posteriores logran cambiar realmente la realidad. ¿Alguien cree seriamente que el enorme crecimiento de las manifestaciones contra Israel en las ciudades y universidades de toda Norteamérica, Sudamérica y Europa son en realidad sólo manifestaciones "anti-Israel" y no "anti-judíos", como a muchos apologistas les gustaría hacernos creer?
¿Acaso todo los esfuerzos acometidos durante años por varios gobiernos europeos a la hora de disculparse oficialmente por el papel de sus países durante el Holocausto ayudó a reducir seriamente el antisemitismo en esos mismos países?
La misma pregunta puede formularse con relación a la cantidad de tiempo, dinero y energía que se ha invertido durante años en la construcción de numerosos museos del Holocausto en varias ciudades de la diáspora. La intención, evidentemente, no es menospreciar el recuerdo a las víctimas del Holocausto y el terrible sufrimiento que soportaron. Más bien, la cuestión que se plantea es si estos museos han ayudado a reducir significativamente el antisemitismo.
El denominador común en casi todos estos casos, y tal vez sea la razón de que nada haya cambiado de manera significativa, es que la iniciativa casi siempre partió de los propios judíos. En otras palabras, la idea de construir otro museo del Holocausto, o bien la sugerencia de que alguien solicite públicamente disculpas por unas declaraciones antisemitas, casi siempre se origina entre los propios judíos. Por consecuencia, es natural preguntarse cuanta autenticidad contienen todas esas declaraciones y disculpas verdaderamente.
Sin embargo, si de algún líder europeo partiera la voluntad que su país construyera un museo del Holocausto, entonces éste sería verdaderamente un gran paso. O si por ejemplo, un político no judío, sin una hipotética e importante base de votantes judíos, decidiera luchar contra el antisemitismo, sin jamás haber sido requerido para ello por los grupos judíos, entonces esto realmente sería una bendición. Por lo tanto, mientras sean los judíos los que sigan poniendo en marcha todo el tema de las disculpas, las denuncias y la construcción de museos, es prudente asumir que nada va a cambiar.
Habiendo dicho todo esto, entonces tal vez haya llegado la hora de comenzar a "pensar fuera de la norma", y responder al antisemitismo de una manera totalmente diferente. En lugar de ir perdiendo el tiempo sin límite, al igual que el dinero y la energía, en un esfuerzo aparentemente inútil, ¿por qué no simplemente empacar todas las pertenencias, abandonar la diáspora, y venirse a vivir a Israel?
Es cierto, no todo es perfecto por aquí, e Israel también tiene su cuota de problemas, pero no obstante hacer aliya es una opción realmente viable, algo que vale la pena considerar seriamente. Por otro lado, probablemente nunca haya sido más fácil para un judío recoger sus cosas, dejar su país de nacimiento y venir a establecerse a Israel. Aunque personalmente yo aconsejo la inmigración por razones más positivas, tal vez en este caso sea la mejor respuesta que el mundo judío puede dar a la lucha contra el antisemitismo.
Labels: Aliya, Antisemitismo, Antisionismo, Israel
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