Saturday, April 17, 2010

Un haredí y el Día de la Independencia - Yechiel Fleishman - Ynet



Ser un haredí el Día de la Independencia significa que desde el Día del Recuerdo del Holocausto usted debe estar preparado por las criticas de los laicos.

Ser un haredí el Día de la Independencia supone avergonzarse al salir a la calle y darte cuenta que eres el único sin una bandera israelí en la ventanilla de tu coche. Sin embargo, luego ves un izquierdista en su coche junto a ti, también sin una bandera, y felizmente te sientes mejor diciéndote que actualmente ya no hay tantos sionistas y que el sionismo ha muerto. A continuación, procederás a comentar entusiasticamente ese "hecho" con las otras personas que viajan en tu coche.

Ser un haredí el Día de la Independencia en un barrio medio mayoritariamente laico, supone enorgullecerte de repente de que tu primo segundo, cuyo nombre se te ha olvidado, fue un supervisor de la kashrut en el ejército durante una semana. De este modo, demuestras a tus vecinos que los haredim también realizan el servicio militar.

Ser un niño haredí el Día de la Independencia resulta tan deprimente porque sientes, a menos que algún Yankel de segundo grado te diga que "nosotros no creemos en las normas de los infieles", que hay al menos una ideología implicada en que vayas a la escuela cuando todo el mundo tiene el día libre.

Ser un haredí el Día de la Independencia significa contemplar la tradicional ceremonia de encendido de la antorcha en la casa de tu vecino (o en la nueva era, en Internet) y sentirse un poco tocado, a pesar de que exteriormente parezca que menosprecias la ceremonia. Después de todo, ¿quién sabe más de ceremonias que los haredim? Ellos las han inventado.

Ser un haredí el Día de la Independencia significa sentarse junto a la ventana a las 10 de la noche junto a tus hijos, siempre y cuando estén con sus pijamas, mirando los fuegos artificiales, diciendo "guau" después de cada explosión, y al final del espectáculo empezar a quejarte del dinero gastado, que bien podría haber sido destinado a los necesitados o alguna yeshiva.

Y con una nota final: Ser un haredí el Día de la Independencia significa que, aunque no celebres la fiesta como cualquier otra persona, todavía estás preocupado por la suerte del país. Muestras interés y escuchas las últimas noticias de la radio cada hora. Y a pesar de que eres una minoría, a pesar de ello, te sientes como si formaras una parte inseparable de este pueblo.

Pero hay que admitirlo: Ser un haredí el Día de la Independencia es muy embarazoso.

Les deseo un feliz Día de la Independencia.

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