Sunday, July 25, 2010

Decir no a la anexión (de Judea y Samaria) - Gadi Taub - Ynet

Recientemente hemos estado oyendo voces en el campo de la derecha pidiendo la anexión de Judea y Samaria al Estado de Israel. Esa convocatoria de anexión de por sí no es nueva. Ha sido una vieja reclamación realizada por los colonos religiosos. El documento constitutivo del Consejo de la Yesha ya solicitaba la anexión.
Sin embargo, ¿qué pasa con los residentes de la zona? El documento de la Yesha instaba al Gobierno a "establecer el estatuto jurídico de los judíos que habitan permanentemente en Judea y Samaria como residentes sujetos a la legislación, jurisdicción y administración israelí". Pero ¿qué pasa con los árabes? Eso no está nada claro. Sin embargo, basado en el "", podemos figurarnos el "no": la ciudadanía sólo se concedería a los judíos.
Cuando la ocupación era todavía reciente, incluso se trató de promover esa petición como proyecto de ley en la Knesset, pero sólo se pudieron encontrar a un puñado de seguidores (incluyendo a un joven miembro de la Knéset llamado Ehud Olmert). Para todo el resto de los diputados se hacia evidente que tal anexión desencadenaría a su vez el cambio de un Israel democrático por un estado de apartheid.
Como esto realmente no se deseaba como opción, vimos el surgimiento de una vaguedad fundamental en ese campo pro-colonos a la hora de referirse a sí mismos como "campo nacional". Apoyaban la empresa colonizadora, pero no tenían respuesta para la pregunta más importante impulsada por los asentamientos: ¿Qué hacemos con los residentes árabes de los territorios?
El difunto Primer Ministro Levi Eshkol dijo una vez que las conquistas de la Guerra de los Seis Días se pueden comparar a una boda maravillosa. La dote es impresionante, pero el único problema, decía, es que no queremos a la novia.
Los gobiernos de Golda y Rabin siguieron a continuación el rastro de Eshkol sin tartamudear, y algo más de tiempo debió transcurrir antes de que el campo de la izquierda consiguiera empezar a oponerse a los asentamientos. Sin embargo, esto no sucedió en el campo de la derecha. El Likud siguió apoyando la empresa colonizadora y alabó la adquisición de tierras, pero con respecto al documento constitutivo de la Yesha se mantuvo en silencio, tampoco le gustaba la novia.
Por lo tanto, no estaba claro lo que quería la derecha israelí: por un lado, apoyar las actividades de asentamiento, es decir, introducir el control de Israel en esos territorios de forma permanente; pero por el otro lado no estaba dispuesto a renunciar a la democracia, por lo tanto, no deseaba anexionar esos territorios en la práctica para así no conceder la ciudadanía a la novia.
Sin embargo, luego vinieron Moshe Arens, Tzipi Hotovely, Elitzur Uri, Reuven Rivlin y algunos otros, y decidieron hablar honestamente: No podemos tener la dote sin la novia. Su conclusión: debemos abrazar a la novia, debemos anexionarnos la zona y dar la ciudadanía completa a los residentes árabes. De esta manera, la democracia y la integridad de la tierra se mantendrían. Sólo un pequeño problema sigue existiendo: Israel se convertiría en un estado bi-nacional.
Uno tiene que respetarlos por su honestidad, porque manifiestan esa verdad que la derecha ha estado tratando de negar desde hace un tiempo: la empresa colonizadora nos está conduciendo a un estado bi-nacional. Es decir, la derecha israelí no formaria parte precisamente del llamado "campo nacional", sino más bien del campo de "bi-nacional". Incluso si esto no es su intención, este será el resultado de la política de la derecha.
Por lo tanto, no es sorprendente que la honestidad mostrada por Arens y sus compañeros no acabe de arrastrar a la derecha. Por la misma razón, la izquierda radical, que exige un estado para todos los ciudadanos entre el río Jordán y el Mediterráneo, tampoco arrastra a la izquierda sionista: cualquier solución de un Estado será bi-nacional y en última instancia conducirá a una mayoría árabe .
El sionismo buscaba crear una situación en la que los judíos no estuvieran como minoría en un estado en el mundo. Sin embargo, la anexión de Judea y Samaria, en última instancia, convertirá también a los judíos en una minoría en Israel. Esto produciría, si tomamos prestado el dicho haredí, una diáspora en la Tierra de Israel, el fin del sionismo.
Cualquier intento de convertir nuestro control sobre los territorios en algo permanente nos conduciría allí. Por lo tanto, la empresa colonizadora es el peligro más grave que enfrenta la empresa sionista. Podemos superar todos los demás problemas, pero si no somos capaces de librarnos de los territorios nos hundiremos en el mar del bi-nacionalismo.

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home