La crítica judía de Israel - Yoel Meltzer - Ynet

Cuando los judíos estadounidenses se enfrentan a esas acciones del Estado judío que ellos consideran como equivocadas o inmorales, ¿tienen derecho a criticar públicamente a Israel (desde una posición judía se entiende y sin vivir esa realidad)? ¿Por otra parte, y suponiendo por un momento que ellos tienen ese derecho, en que casos deberían ejercerla? En otras palabras, ¿sus críticas a Israel contribuyen realmente de manera positiva o sólo dan argumentos a nuestros enemigos para seguir perjudicando a Israel [N.P.: una crítica judía sesgada y exagerada, y motivada por diversos factores no necesariamente objetivos tal como luego veremos, resulta un muy valorado salvoconducto o parapeto para esas otras críticas similares que no reclamando su apego a la moralidad y la ética judía como valor de comportamiento, solo necesitan de sus prejuicios políticos, por no decir otra cosa]?
Mientras los judíos estadounidenses se enfrentan a esas cuestiones ligadas a su relación con Israel, no es de extrañar que sus homólogos israelíes estén fuertemente en contra de aquellos judíos de la Diáspora que critican públicamente a Israel de cualquier forma o manera. [N.P.: no creo que sea necesario dar a conocer que la crítica política en Israel suele ser más cruel y amplia, consecuencia de la chuztpah, es decir, de esa forma de hablar sin tapujos ni delicadeza del israelí, pero generalmente con un objetivo positivo en la crítica. Lo que no suele ser el caso de muchos de sus críticos exteriores, cuya falta de delicadeza suele ir unida a un objetivo claramente malicioso que busca efectos solo destructivos y desligitimadores. De hecho, muchos de esos argumentos destructivos suelen proceder del reciclaje sesgado y negativo de críticas acerbas existentes en el propio Israel, aunque a veces ese mismo carácter destructivo y demonizador crece allí mismo]. Además, ahora que los israelíes se sienten cada vez más amenazados y condenados al ostracismo, ellos esperan más que nunca recibir un fuerte apoyo y comprensión por parte de la diáspora, sobre todo de los grandes y poderosos de la comunidad judía estadounidense.
¿Cuál es entonces el camino correcto a seguir? Para empezar, desde que la nación judía se compone de cada judío y de la tierra de Israel, Eretz Israel pertenece a cada judío, entonces, y sin duda, los judíos estadounidenses pueden decir lo que piensan acerca de los acontecimientos en Israel. Nadie está sugiriendo que estas dos piedras angulares de nuestra tradición, a saber, que todos los judíos tienen una conexión intrínseca entre sí, así como una tierra común, se tomen vanamente con. Sin embargo, ya no vivimos en una burbuja y la situación es evidentemente más compleja, el tema debe analizarse más a fondo desde ambas caras de la moneda.
Desde la perspectiva israelí, un argumento frecuentemente escuchado es que los judíos estadounidenses no deberían pronunciarse en contra de Israel, ya que tienen poca o ninguna comprensión de la realidad de la vida en el Oriente Medio. Dicho francamente, los vecinos de Israel no son Canadá y México. Esta línea de pensamiento ayuda a explicar por qué muchos judíos israelíes de izquierda son a menudo muy diferentes de sus correligionarios estadounidenses.
A diferencia de la vida de un judío estadounidense, el típico israelí de izquierdas tiene que lidiar con el servicio militar, con las guerras y con los atentados terroristas. Así que, a pesar de que puede apoyar determinadas políticas que se consideran de izquierda, por lo general no lo hace desde una creencia ingenua de que judíos y árabes pronto se convertirán en los mejores amigos de la tierra o que renunciarán rápidamente a poner fin a las hostilidades en la región.
Otro supuesto común en Israel es que los judíos americanos que se sienten incómodos con las acciones de Israel o con sus políticas, probablemente estén luchando con su propia identidad judía. Con la asimilación haciendo estragos en la comunidad judía americana, resulta natural que con frecuencia la propia identidad judía lleve entre bastidores las otras identidades que conforman parte de su propia estructura psicológica. Por esta razón, no debe ser ninguna sorpresa que los partidarios más firmes de Israel por lo general provengan del medio judío más tradicionalista, ya que para ellos el componente judío es el factor dominante de su identidad.
Por último, y a nivel psicológico, hay quien afirma que las actividades israelíes que parecen duras o injustas harían que un judío americano con una identidad judía relativamente débil se sintiera incómodo (con Israel) dentro de su entorno no judío. Así, el criticar a Israel sea tal vez un recurso inconsciente, un recurso para que distanciándose pueda ser mejor aceptado por el mundo no judío de su alrededor.
Estas son algunas de las reivindicaciones desde la perspectiva israelí, además de la omnipresente aseveración de que "si usted no vive aquí, no nos puede dice qué debemos hacer".
Sin embargo, a pesar de cualquier verdad que estos argumentos puedan contener, como se ha indicado anteriormente los judíos estadounidenses tienen derecho a expresar sus creencias. Es cierto, tal vez deberían preguntarse por qué están criticando, para ayudar a Israel con honestidad o simplemente para aliviar una incómoda situación dentro de su propio medio, pero en todo caso esa es una cuestión secundaria. El tema es que se puede criticar.
Dicho todo esto, tal vez haya algo más en lo que está sucediendo. A diferencia de la cultura de Oriente Medio, la cual tiene un aspecto de afiliación tribal interna y menos críticas, la cultura americana está hipotéticamente basada en una búsqueda objetiva de la verdad y de la justicia. Por lo tanto, estando influidos por la cultura circundante, los judíos estadounidenses tienden a dar prioridad a lo que consideran la búsqueda de la verdad y de la justicia en lugar de simplemente conceder una lealtad incondicional a otros judíos.
En la superficie eso es algo absolutamente noble, digno de exportar al resto de la humanidad. Sin embargo, ese enfoque digno de elogio también contiene dos defectos potenciales. Uno de ellos es la suposición de la existencia de la objetividad y el segundo la comprensión misma de términos tales como "verdad" y "justicia".
El efecto combinado de ambos defectos en los medios de comunicación de gran alcance y en las abundantes relaciones públicas y sociales actuales, junto con la gran comercialización y publicidad existente, influyen cada vez más en la formación de la mentalidad de la persona promedio. Junto a este poderoso grupo se halla el mundo académico, con su propia y exclusiva capacidad de lanzar todo tipo de ideas a la sociedad.
El problema es que muchas de esas personas que tienen un gran poder de influencia son muy sesgadas cuando se trata de Israel. Por ejemplo, recuerdo que mi alimento académico aparentemente interminable mientras trabajaba en mi maestría en Estudios del Oriente Medio eran Edward Said y Noam Chomsky. Aunque una pequeña minoría de los estudiantes tenían la sensación de que algo andaba mal y que los estudios eran muy sesgados políticamente, la mayoría no tenía las herramientas necesarias para argumentar ante nuestros famosos y benefactores profesores de ciencias políticas aparentemente brillantes. Para la mayoría de los estudiantes las palabras del profesor eran aceptadas simplemente como una verdad irrefutable.
Por lo tanto, el primer problema es que hay muchas personas inteligentes y de gran nivel, ya sea en los medios de comunicación o en el mundo académico, con un enfoque muy parcial cuando se trata de Israel, y a través de su influencia fácilmente dan un golpe de gracia a la objetividad que se les supone.
El segundo problema es con muy frecuentemente consecuencia del primer problema, ya que a menudo es la gente con una agenda política quien da forma a nuestra comprensión de lo que constituye la verdad y la justicia y el bien y el mal cuando hay que evaluar a Israel. Por otra parte, incluso considerando en el mejor de los casos en que no sucede así, el entendimiento básico que la mayoría de los judíos estadounidenses tienen de estos conceptos generalmente proviene de fuentes no judías. Y aunque en ocasiones hay similaritud con los conceptos de la moral judía, a veces no lo hay.
Así, en lugar de juzgar al Estado judío basándose en la rica tradición moral y ética judía, Israel, irónicamente, es juzgado por judíos bien intencionados de acuerdo a una moralidad no judía.
En resumen, los judíos estadounidenses tienen derecho a expresar su opinión sobre el Estado judío desde que Israel, como cualquier otra nación, no está eximido de la crítica. Sin embargo, mientras continúan con la persecución de los nobles ideales mencionados anteriormente, los judíos estadounidenses tienen que ser más conscientes del hecho de que, tanto su comprensión de estos ideales y de los acontecimientos reales que suceden en Israel, con frecuencia están influenciados por unas personas con una agenda muy sesgada y evidente.
Labels: Judíos americanos, YMeltzer
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