Thursday, August 26, 2010

Síndrome de desorientación por el sionismo - Elliot Jager - Jewish Ideas Daily



Un ardiente resentimiento, rayando en la paranoia política, es palpable en ciertos sectores de la izquierda israelí en estos últimos días. En todas partes, al parecer, poderosos enemigos están conspirando para minar los centros de influencia cultural que los izquierdistas han considerado durante mucho tiempo como propios, y por ello, ajenos a todo tipo de crítica. Su respuesta tiene un gran parecido con el fenómeno que aconteció a la izquierda americana y que el columnista Charles Krauthammer tituló de manera memorable "Síndrome del desequilibrio por Bush".

Un reciente desafío a la hegemonía de esa izquierda es una propuesta de ley que ahora serpentea a través del proceso legislativo de la Knesset. El proyecto de ley, impulsado en parte por un informe independiente sobre determinados grupos de presión israelíes, entre los que se incluía Peace Now y B'Tselem, exigiría a las diversas organizaciones políticas y de asistencia revelar cuánto dinero reciben de países extranjeros. A primera vista, esto parece bastante irreprochable: en los EEUU, la Ley de Registro de los Agentes Externos estipula desde hace tiempo que los nacionales contratados para promover los intereses políticos de un titular extranjero deberán declarar su relación. La ley israelí requiere, en cambio, que se comuniquen las donaciones de Estados extranjeros y de las fundaciones de índole estatal extranjeras.

Otro desafío proviene de una nueva y popular organización estudiantil llamada Im Tirtzu. Ésta organización, que insiste en que su plataforma política es de centro, ha declarado su intención de instar a los donantes judíos de la diáspora a que reconsideren su apoyo a las universidades israelíes cuyos departamentos de Humanidades y de Ciencias sociales sean bastiones antisionistas, y cuyos enseñantes y titulares trabajen para impulsar la campaña de boicot, desinversión y sanciones contra el estado judío. El grupo también insta a los propios estudiantes a evitar los departamentos académicos que silencian o intimidan a aquellos estudiantes y profesores que expresan convicciones sionistas.

Por último, un meticuloso, mordaz y bien documentado informe de 141 páginas, "Post-sionismo en las Universidades israelíes", publicado por el Institute for Zionist Strategies, un think tank conservador, ha encontrado que casi todos los departamentos de Ciencias sociales y Humanidades de las universidades israelíes están dominados por enseñantes que defienden posiciones radicales de izquierda y que convierten en anatema las corrientes políticas mayoritarias de la opinión pública israelí. El informe dice que la situación es especialmente grave en las universidades de Tel Aviv y Ben-Gurion, donde casi todos los profesores de sociología son de orientación "post-sionista" - en realidad antisionistas -.

A cada una de estas iniciativas, la izquierda ha respondido presa del pánico y sin cuestionar o rebatir los hechos y argumentos expuestos, sino gritando llena de indignación y acusando a los críticos de participar en un intento de censura e intimidación, y para asustar aún más han utilizado constantemente el término "macartismo".

Así, el New Israel Fund (fundación muy criticada de la izquierda israelí por financiar a ONG's israelíes que abiertamente tienen una agenda anti-Israel), tomando prestado su propio camino desde el final del demagogo playbook de Wisconsin, ha denunciado a Im Tirtzu como una asociación "ultra-nacionalista" y "extremista", y como prueba definitiva de la vileza de la organización, de recibir dinero de los cristianos evangélicos. El presidente de la Universidad Ben Gurión ha acusado a Im Tirtzu de participar en una "cacería de brujas", el presidente de la Universidad de Haifa ha protestado por lo que representa una politización de la Universidad (sólo ahora), y Yossi Sarid, ex presidente del partido Meretz, ha arremetido contra el grupo por ser una "pandilla de matones". Finalmente, el presidente de la Universidad de Tel Aviv ha dicho despectivamente: "Es imposible dividir el mundo en sionistas y antisionistas".

Este presidente parece haber canalizado la ira de los editores del Haaretz, el periódico de izquierdas más influyente y el que ha dedicado una mayor cobertura y plasmado un mayor enojo por como se desarrollaban las denuncias contra esos departamentos de las universidades. Y es que verdaderamente existe una izquierda sionista en Israel, aunque su fuerza declina cada vez más, pero el papel de los editores del periódico ha virado impredeciblemente entre apoyar la tendencia aún sionista y exponer una línea de empatía con la tendencia antisionista, contribuyendo así a la confusión de definiciones aparentemente respaldada por el presidente de la universidad de Tel Aviv. En su propia y acalorada explosión anti Im Tirtzu y anti Institute for Zionist Strategies, el Haaretz se refiere a sus directores como "comisarios políticos", dice que su trabajo es "vergonzoso" y que sus objetivos son "sembrar el miedo... y socavar la libertad de expresión". En cuanto a lo de respetar las opiniones mayoritarias de la opinión pública israelí, el Haaretz frunce su nariz de forma patente y disgustada, y alega en su editorial una "ilegítima distinción etnocrática".

¿Y ahora qué? Como nos sugiere la desquiciada naturaleza de estas reacciones, la izquierda en Israel está comenzando a temer que su indiscutible control de los principales centros de la elite cultural del país, puede comenzar a ser tan vulnerable como lo es ya su control sobre el poder político y la opinión pública (véanse su debacle reflejada en los resultados electorales en las dos últimas elecciones). Una cosa a observar será el comportamiento del resto de los sionistas de izquierda, y en particular si, como el Haaretz, ellos también desean proporcionar una cobertura intelectual a un grupo de radicales abiertamente antisionistas. Otra cuestión es el comportamiento de los donantes de la Diáspora, y en particular cuanto les importa que ciertas áreas de las universidades israelíes hayan fomentado una cultura política hostil a la empresa sionista.

En cuanto a los que ahora desafían la hegemonía de la izquierda en el mundo académico y en otras áreas, su propio reto será la mejor manera de resucitar el ethos sionista de cuya destrucción han realizado un diagnóstico preciso y fiel.

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